?Sigan a mi hijo!
Los detectives privados encuentran un nuevo negocio en las investigaciones sobre adolescentes
- 8.45 horas. El investigado sale de su domicilio, situado en Las Palmas de Gran Canaria, portando una mochila escolar azul. Llega hasta la plaza del Aviador Gardnier. All¨ª se re¨²ne con dos j¨®venes (...), extrae de su mochila un paquete de Marlboro y una cajita de metal. Saca un papel de liar y un fragmento de una sustancia oscura (que identificamos como hach¨ªs) y comienza a liar un porro...
- 11.02 horas. Un muchacho de unos 16 a?os se acerca al investigado en una motocicleta scooter y le entrega seis euros. A cambio, ¨¦ste le cede una fracci¨®n de hach¨ªs. (...) Durante el transcurso de la ma?ana comprobamos c¨®mo el investigado l¨ªa seis porros m¨¢s y recibe hasta 18 visitas de otros j¨®venes, a los que proporciona la sustancia verdosa, recaudando una cantidad de dinero cercana a los 200 euros.
Los seguimientos suelen realizarse los fines de semana y cuestan entre 1.200 y 3.000 euros
A veces el problema no es la vida del chico, sino la sobreprotecci¨®n y la paranoia de los padres
- 22.13 horas. El investigado regresa al parque, donde ya hay otros 14 j¨®venes, y saca de su ri?onera una papelina que acaba de adquirir en el barrio El Polvor¨ªn. La abre, la vierte sobre un compact-disc a modo de rayas y empieza a esnifarla, para lo que se vale de un canuto armado con un billete de 10 euros...
?ste es el comienzo de un informe real de nueve folios, elaborado por la agencia Mira Detectives, que cuenta un fin de semana en la vida de Ricardo (nombre ficticio), un canario de 17 a?os, estudiante universitario. Sus padres han contratado los servicios de esta agencia porque intuyen que su hijo no lleva una vida regular. Las sospechas se confirman. Adem¨¢s del diario de campo, que cuenta con lujo de detalles c¨®mo Ricardo frecuenta un grupo de amigos con los que consume de forma compulsiva hach¨ªs y coca¨ªna y trafica con estas drogas, el detective aporta fotograf¨ªas y cintas de v¨ªdeo que corroboran los datos. Un caso cerrado para el investigador, pero el drama familiar apenas ha empezado.
En promedio, cada agencia espa?ola de detectives recibe al mes entre tres y cinco casos como ¨¦ste y, aunque son asuntos que representan una m¨ªnima parte del trabajo de los sabuesos, seg¨²n datos de la Asociaci¨®n Profesional de Detectives Privados de Espa?a (APDPE), el porcentaje aumenta cada a?o. Mientras a principios de los noventa las infidelidades constitu¨ªan el grueso de las investigaciones, con un 80% de los casos, hoy casi nadie paga por saber si le ponen los cuernos. Actualmente, los temas empresariales (robos continuados, bajas laborales, fraudes) son los m¨¢s frecuentes, mientras que las investigaciones sobre conductas de los hijos representan cerca de un 15% del total de los casos.
"Los padres contratan nuestros servicios por dos razones fundamentales: porque tienen sospechas -casi siempre en asuntos de drogas y alcohol- y buscan las pruebas o por simple control; como, por ejemplo, cuando env¨ªan a sus hijos a estudiar a otras provincias", explica Javier Iglesias, presidente de la APDPE y director de la agencia Rausa & Rausa, con oficinas en Madrid, Sevilla, Barcelona, Valencia y Alicante.
La tarifa del servicio define el perfil de los padres que acuden al detective. Casi siempre son de clase media y media alta (en muchos casos, parejas divorciadas) que pueden pagar entre 1.200 y 3.000 euros, lo que cuesta el seguimiento. La pesquisa, que generalmente es asumida por un detective joven para poder camuflarse en los ambientes juveniles, suele durar tres o cuatro d¨ªas, y se realiza, en la mayor¨ªa de los casos, en un fin de semana. El procedimiento es como en las pel¨ªculas: una fotograf¨ªa del investigado, un itinerario de los sitios que frecuenta y un operativo que incluye modernos artilugios de espionaje, desde peque?as c¨¢maras fotogr¨¢ficas hasta minigrabadoras de v¨ªdeo ocultas en bolsos, tel¨¦fonos m¨®viles y bol¨ªgrafos.
"Es un trabajo costoso porque seguir a un chaval es de las cosas m¨¢s complicadas que hay", asegura el director de la agencia Fox Detectives de Madrid, Guillermo Rocha: "La jornada puede empezar a las siete de la tarde de un d¨ªa y terminar a las dos de la tarde del siguiente. En ese tiempo tienes que estar en mil sitios: en el metro, en un parque o en el lavabo de un bar de copas, pero sobre todo hay que ser discreto y para eso tienes que hacer uso de todos los recursos... disfrazarte de repartidor de telepizza si es necesario".
Las agencias consultadas reconocen que muchas veces no descubren nada fuera de las travesuras de un adolescente normal: tomar alcohol de vez en cuando, fumarse un cigarrillo, dejar de ir a clase o pasar demasiado tiempo con el novio o la novia. Pero otras veces las peores sospechas de los padres se confirman y encuentran casos que van desde el abuso de drogas (los m¨¢s frecuentes) hasta el trapicheo, la prostituci¨®n y las sectas.
"Hay trabajos dif¨ªciles y dolorosos, como el de una chica de Madrid, de 13 a?os, que se fue de su casa y descubrimos que estaba viviendo con una panda de okupas, hasta otros que resultan graciosos, como el de un chico del que los padres sospechaban algo raro, por su cabello rapado y su vestimenta, y que result¨® que andaba con los Hare Krisna. No hab¨ªa alcohol, ni drogas, s¨®lo un chaval tocando pandereta", recuerda Rocha.
"Se?ores, yo tengo que contar las cosas como son, no como ustedes quisieran que fueran". Cuando Julio G¨²tiez, director de la agencia Mira -con sedes en Madrid y Las Palmas-, pronuncia esta frase, los clientes palidecen. Sus palabras suelen ser la antesala de un fuerte varapalo. "Muchos padres se derrumban y lloran; otros se quedan mudos. Despu¨¦s vienen los sentimientos de culpa, que terminan siempre en la pregunta: '?En qu¨¦ hemos fallado?".
La respuesta, coinciden los detectives, es la comunicaci¨®n. "Evidentemente, hay una frustraci¨®n de los padres. El hecho de que contraten a un detective quiere decir que el di¨¢logo con sus hijos ha fallado, que ya no tienen el control", explica G¨²tiez, quien, sin embargo, destaca que su trabajo tiene una labor social y no de chivato: "Es mejor que se enteren, aunque sea tarde, de los pasos de su hijo".
?C¨®mo utilizan la informaci¨®n los padres? ?sa es otra historia. Las agencias aseguran que la mayor¨ªa oculta a sus hijos que los han investigado porque ser¨ªa reconocer que no conf¨ªan en ellos. "Cuando el problema no es muy grave, muchos reciben las pruebas como un tranquilizante y deciden no actuar, confiando en que es una cuesti¨®n de edad y que el hijo, por s¨ª mismo, rectificar¨¢ su actitud. En otros casos, la investigaci¨®n es una llamada de atenci¨®n para aumentar los controles. Pero cuando las cosas se han salido de madre nuestra recomendaci¨®n es pedir ayuda profesional", explica el director de Fox Detectives.
Pero a veces el problema no es s¨®lo del chico. Los investigadores reconocen que a sus despachos llegan casos de padres sobreprotectores -algunos rozando con la paranoia- que contratan sus servicios por una necesidad enfermiza de control y que ni siquiera con las pruebas de que nada anda mal se tranquilizan. "Los j¨®venes manejan c¨®digos que pueden parecernos extra?os pero que no implican un comportamiento irregular; una foto de Bob Marley en el cuarto, un p¨®ster con la hoja de marihuana o un peinado rasta no significan necesariamente que un chico consuma drogas", asegura Rocha.
Raquel ?lvarez es una detective de 23 a?os que, para su corta edad, ya lleva un a?o trabajando en la agencia Mira de Madrid. Por obvias circunstancias, es la que realiza la mayor¨ªa de las investigaciones juveniles (cinco este a?o), de las cuales s¨®lo una ha terminado en lo que podr¨ªa considerarse una conducta "peligrosa o anormal". Para ella, los padres tienen todo el derecho a saber qu¨¦ hace un hijo y con qui¨¦n se relaciona, aunque, afirma, "a veces hay extremos". "Tuve un caso de una madre que quer¨ªa saber qui¨¦n era el novio de su hija de 31 a?os, ?entiende?, 31 a?os".
-?Y si la investigaran a usted?
?lvarez duda unos segundos...
-S¨¦ que es una medida un tanto agresiva; como joven, entiendo que se pueda estar en desacuerdo con ella.
El mejor detective es el di¨¢logo
"Nunca le perdonar¨¦ a mis padres que me hayan puesto un detective; me sent¨ª violada, avergonzada y en rid¨ªculo". Luc¨ªa, una chica de Barcelona de 26 a?os, se pone de mal humor cuando recuerda ese episodio de su vida. A los 16 a?os, sus padres le confesaron que sab¨ªan que se acostaba con un hombre de 30 a?os, y que adem¨¢s ten¨ªan fotos. "Yo no beb¨ªa, no fumaba, s¨®lo andaba con este chico y nunca consider¨¦ estar haciendo nada malo". Su relaci¨®n con los padres empeor¨® y al a?o siguiente se fue de casa: "Nunca me manifestaron su preocupaci¨®n, nunca me preguntaron nada".
El psic¨®logo especializado en educaci¨®n familiar Miguel Silveira afirma que el detective es una medida extrema, "un ¨²ltimo recurso no siempre aconsejable", que da cuenta de un problema de comunicaci¨®n que pudo haberse evitado. "Es cierto que cada vez hay m¨¢s distanciamiento entre padres e hijos y m¨¢s patrones de comportamiento equivocados y de satisfacci¨®n inmediata para los adolescentes. Por eso es importante el control desde peque?os y que sepan que hay unas normas cuya transgresi¨®n puede ser castigada".
El psic¨®logo asegura que los j¨®venes dan permanentemente pistas de sus comportamientos, y estas pistas deben ser interpretadas por sus padres. "No hay que llegar a un detective para saber c¨®mo administra un hijo el tiempo o el dinero o si puede estar consumiendo drogas. Hay que ser observadores y preguntar, pero sin ¨¢nimo fiscalizador. Preguntar no tiene que ser necesariamente investigar, sino saber cu¨¢les son los problemas de un hijo y sus necesidades".
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