La ilusi¨®n no lo es todo

Estos d¨ªas disfrutan del resultado, pero durante todo el a?o, los vecinos del barrio de Gr¨¤cia de Barcelona que ornamentan sus calles sudan la camiseta, y no s¨®lo por el calor de ¨²ltima hora. No es que les falte ilusi¨®n ni imaginaci¨®n, salta a la vista. El problema es, cada vez m¨¢s y sobre todo en algunas calles, de dinero. Los alquileres de los locales en los que se re¨²nen durante el a?o se est¨¢n poniendo por las nubes. Esto, sumado a otros factores, amenaza la continuidad de algunas de las calles en la fiesta mayor.

Joan Blanques de Dalt, una calle que en los ¨²ltimos tres a?os ha ganado importantes premios, es un ejemplo de ello. El due?o del local que utilizan los vecinos como sede social y para preparar y almacenar los adornos les ha anunciado que a partir del mes de octubre les subir¨¢ el alquiler mensual a precio de mercado. No se lo pueden permitir, por lo que se plantean abandonar despu¨¦s de 24 a?os celebrando la fiesta de forma ininterrumpida. Lo explica Ricard Estruc: "S¨®lo pedimos que nos aumente el IPC. Queremos que el due?o entienda que esto no es ning¨²n negocio, sino una contribuci¨®n a la ciudad".

Las principales fuentes de financiaci¨®n de las calles son subvenciones del Ayuntamiento y la Generalitat, las aportaciones de los patrocinadores del programa oficial -que la federaci¨®n reparte a partes iguales entre todas las calles participantes-, las cuotas de los socios y la recaudaci¨®n de las barras que se instalan durante la fiesta. Adem¨¢s, a lo largo del a?o cada calle organiza diversas actividades para recaudar fondos: desde venta de loter¨ªa de Navidad hasta cal?otades o carnavales.

Otro problema que afrontan es el descenso en la recaudaci¨®n de las barras de refrescos que se montan, causada por la venta ambulante de latas de cervezas. Las calles cuentan con la venta de bebidas para costear los adornos y contratar orquestas. "La gente no es consciente de que cada lata que compran a los chicos de las neveras es un farolillo menos en la calle", asegura Joan Martorell, veterano colaborador de los dos tramos de fiesta de la calle de Verdi.

Y todav¨ªa un tercer problema: el relevo generacional. En muchas calles de la vila, son los mismos de siempre -y no precisamente muchos- quienes a?o tras a?o sacrifican las vacaciones a cambio de pasar los meses de julio y agosto ultimando los preparativos. Pero comienzan a estar cansados. Tras 15 a?os como presidente de la federaci¨®n y 25 engalanando la calle de Camprodon, Albert Torres es uno de ellos. "Si no entra m¨¢s gente en la junta, el a?o que viene no haremos fiesta casi con toda seguridad", explica.

Este conjunto de problemas lo conocen bien en la calle de Montmany, que lleva dos a?os sin celebrar la fiesta. Su ¨²ltimo presidente, Miquel Palau, es tajante: "El problema fue econ¨®mico. Lleg¨® un momento en el que no pod¨ªamos mantener el local ni los gastos". La de Montmany es, adem¨¢s, una calle con poco comercio, por lo que no hab¨ªa donde buscar aportaciones, y adem¨¢s no tuvieron la suerte de que alguien les cediera un local. Sufrieron tambi¨¦n un descenso de ingresos durante la fiesta por culpa de los lateros, y la falta de vecinos dispuestos a colaborar fue otro factor decisivo. "Ha venido mucha gente de fuera del barrio que no conoce la fiesta y no tiene la ilusi¨®n de tener la calle cerrada durante una semana para convivir todos juntos", se?ala con tristeza Palau.

Pese a los problemas, la fiesta contin¨²a. "Cada a?o decimos que es el ¨²ltimo, pero, mira, aqu¨ª estamos", dice Ricard Estruc. "Engancha", concluye. Incluso hay calles que este a?o se han animado y se han incorporado al programa. Este a?o han sido las de Mart¨ªnez de la Rosa y Mozart. Desde esta ¨²ltima calle, Marcela de la Rosa explica que el reciclaje de materiales y una programaci¨®n basada en grupos de m¨²sicos aficionados que tocan gratis ha permitido a un grupo de amigos con una media de edad muy joven estar en la fiesta mayor.