Ilustres visitantes
Considerado para¨ªso terrenal por el oficialismo patrio, Espa?a lleva siglos ejerciendo de im¨¢n para millones de visitantes. Dejaremos a un lado a los inmigrantes para no dar mal rollo en estos d¨ªas de frivolidad existencial y nos referiremos a otros colectivos. No es lo mismo el viajero ingl¨¦s del siglo XIX que el compositor polaco y enfermizo, el premio Nobel portugu¨¦s o el monje ansioso por encontrar un clima adecuado a sus austeras condiciones de vida. Este poder de seducci¨®n transversal confirma los valores del paisaje, de la gastronom¨ªa (antes de que el New York Times pusiera sus opinables manos sobre el tema) y de una sociedad donde ejercer la impunidad es, sobre todo para los que pueden permitirse unos buenos abogados, una tradici¨®n. A nivel ling¨¹¨ªstico, las aportaciones de estos visitantes vips son pr¨¢cticamente nulas. El mafioso ruso especialista en blanqueo de dinero no comparte su jerga con los nativos. S¨®lo los delincuentes internacionales de sectores m¨¢s populistas del hampa como la prostituci¨®n, el narcotr¨¢fico o el comercio de armas dejan alguna huella en el argot de c¨¢rceles y bajos fondos. El legado for¨¢neo, pues, tiene una traducci¨®n m¨¢s medi¨¢tica que pr¨¢ctica, m¨¢s intangible que palpable. Si Claudia Schiffer, Michael Douglas y Catherine Zeta-Jones eligen Mallorca para veranear, est¨¢n proyectando su buen gusto a escala planetaria y convirtiendo su descanso en un anuncio que no tiene precio. Quiz¨¢ por eso se les exime de hablar correctamente el espa?ol o el mallorqu¨ªn. Mientras paguen, que hablen lo que les d¨¦ la gana.
Otros, enamorados de nuestras virtudes tras una estancia provisional, deciden quedarse, como Johan Cruyff. Cruyff s¨ª ha hecho una gran aportaci¨®n al castellano contempor¨¢neo, que, como es l¨®gico, la Real Academia de la Lengua nunca le agradecer¨¢. Ajeno a la sana tradici¨®n de mantener la concordancia de g¨¦nero y n¨²mero entre adjetivos y sustantivos, Cruyff subvirti¨® el orden establecido y decidi¨® que una frase como "el pelota no entrar" fuera posible, incluso en ese paradis¨ªaco campo de golf donde suele pasar parte del verano. Ya no digamos cuando se atrevi¨® con expresiones coloquiales del tipo "carne de gallina" y las transform¨® en un l¨ªrico "gallina de piel". No todos los extranjeros ilustres se marchan con recuerdos como los de Cruyff, sin embargo. Es el caso de Shirley MacLaine, que hace a?os emprendi¨® el Camino de Santiago acosada por una turba de periodistas que interfirieron en el car¨¢cter intimista y espiritual de su experiencia. En su libro El Camino, un viaje espiritual, la actriz describe as¨ª el entusiasmo hospitalario de algunos vecinos de Villafranca del Bierzo: "Media hora despu¨¦s ten¨ªa diarrea a causa de las cerezas. Hice un alto, me baj¨¦ los pantalones cortos y me puse en cuclillas. Un hombre alto y delgado sali¨® de entre los ¨¢rboles. Quer¨ªa un aut¨®grafo. Intent¨¦ echarlo de all¨ª, pero ¨¦l, como si no se hubiera dado cuenta de lo que me dispon¨ªa a hacer, quer¨ªa hablar. Lo ignor¨¦ y segu¨ª con lo m¨ªo. Finalmente tuvo el detalle de dejarme en paz. Las personas famosas somos seres privilegiados: carecemos de intimidad".
Ejercicio del d¨ªa: intente firmar aut¨®grafos en cuclillas y con los pantalones bajados.
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