Salto cualitativo
En Irak, una etapa de desestabilizaci¨®n gen¨¦rica est¨¢ dando paso r¨¢pidamente a otra de ataques bien planeados, con medios t¨¦cnicos y capaces de atemorizar a la comunidad internacional y sugerir que Estados Unidos no controla ya el pa¨ªs en el que ganara una guerra en tres semanas. La escalada del terror materializada en el devastador ataque de ayer contra la sede de Naciones Unidas en Bagdad -con casi una veintena de muertos, entre ellos el alto representante de la ONU Sergio Vieira de Mello- apunta a elementos cualificados, organizados y con acceso a arsenales explosivos. La magnitud del atentado ha disparado las alarmas en el Consejo de Seguridad y la Casa Blanca, pese al ritual mensaje de Bush anunciando que no se desviar¨¢ del camino.
Este enemigo, al que por el momento no se le pone rostro ni nombre, utiliza los mismos m¨¦todos en lugares distantes y ha sustituido las escaramuzas individuales por objetivos bien elegidos y, cuesti¨®n crucial, de car¨¢cter indiscriminado en los que las v¨ªctimas pueden ser tambi¨¦n iraqu¨ªes de cualquier condici¨®n o los atentados o sabotajes dirigirse contra los mismos intereses econ¨®micos del pa¨ªs ¨¢rabe. El hostigamiento a una patrulla est¨¢ siendo sustituido por un ataque con morteros contra una prisi¨®n, las repetidas voladuras de un oleoducto esencial o un cami¨®n bomba -ayer, en un momento escogido con precisi¨®n- del mismo tipo que el que hace 10 d¨ªas provoc¨® otra carnicer¨ªa ante la Embajada de Jordania.
El objetivo de esta guerra de desgaste, que nadie reivindica, ya no es espec¨ªficamente EE UU, sino cualquier blanco significativo que traslade a los ojos del mundo la inoperancia de la superpotencia, con sus 140.000 soldados, en su ocupaci¨®n del pa¨ªs ¨¢rabe. Nada hace m¨¢s mella en la opini¨®n internacional que la sensaci¨®n de caos que transmite Irak. Los nuevos procedimientos arrojan nueva e inquietante luz sobre misiones como la de las tropas espa?olas all¨ª desplegadas, presentada por el Gobierno poco menos que como versallesca y que presumiblemente habr¨¢ que replantear sobre la marcha -y deber¨ªa ser ante el Parlamento- con todas sus consecuencias.
El terror en Irak ha dejado de ser de aficionados. Y esta escalada es tanto m¨¢s significativa en cuanto a que acarrea un reflejo medi¨¢tico instant¨¢neo y universal. Las razones que han llevado a esta situaci¨®n son de ¨ªndole diferente, pero la principal es la incapacidad de EE UU, que ya se adivinaba desde la misma invasi¨®n en contraste con su probada eficacia militar, para crear situaciones pol¨ªticas estables. A Washington, que ha ganado una guerra fulgurante, le supera hacer el trabajo necesario para la pacificaci¨®n. El inevitable descoyuntamiento iraqu¨ª ha sido agravado por el Pent¨¢gono con medidas precipitadas que no deber¨ªan haberse adoptado sin tener antes soluciones de recambio o por la arrogancia de las tropas estadounidenses en su trato con los sometidos locales.
Irak se ha ido convirtiendo, adem¨¢s, en un bander¨ªn de enganche para cientos de fan¨¢ticos islamistas, con el perfil de Al Qaeda, que han visto en la deteriorada situaci¨®n el caldo de cultivo ideal. Y con ¨¦l la posibilidad de edificar sobre las cenizas del pa¨ªs ¨¢rabe no el Estado moderno y democr¨¢tico ingenuamente anunciado por la Casa Blanca en tiempos mejores, sino una nueva teocracia isl¨¢mica en l¨ªnea con la del vecino Ir¨¢n.
Puesto que EE UU se ha arrogado el control exclusivo de la situaci¨®n, es a EE UU al que hay que culpar por la evoluci¨®n de los acontecimientos iraqu¨ªes. Pero este corolario tiene una lectura m¨¢s indulgente y deber¨ªa ser un argumento para que Bush, empecinado en presentar una versi¨®n rosa de la realidad ya de todo punto insostenible, promueva con urgencia el entendimiento con otras potencias democr¨¢ticas, Europa a la cabeza, que exigen mayor protagonismo de la ONU. En vez de ret¨®rica, Irak necesita con urgencia un nuevo marco, amparado por una resoluci¨®n del Consejo de Seguridad, que transforme la ocupaci¨®n estadounidense en una empresa colectiva internacional que legitime las medidas de reconstrucci¨®n f¨ªsica, econ¨®mica y pol¨ªtica que se hacen acuciantes.
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