?Qu¨¦ grande, Alonso!
El espa?ol vence de modo arrollador en el GP de Hungr¨ªa, se permite el lujo de doblar a Schumacher y se convierte en el m¨¢s joven piloto ganador de una prueba
Eran las 15.43 horas del d¨ªa de ayer cuando Fernando Alonso cruzaba la l¨ªnea de meta del circuito de Hungaroring en la primera posici¨®n. Con el brazo izquierdo en alto, con el dedo ¨ªndice levantado, como el n¨²mero uno que fue, Alonso acababa de dar otro estir¨®n a su leyenda, otro zarpazo a la historia. Nunca en los 53 a?os de vida de la moderna f¨®rmula 1 un piloto tan joven consigui¨® tama?a proeza. Alonso, a sus 22 a?os y 26 d¨ªas, dinamit¨® un registro que hab¨ªa aguantado en pie desde diciembre de 1959, cuando el neozeland¨¦s Bruce McLaren venci¨® en el Gran Premio de Estados Unidos con 22 a?os y 104 d¨ªas.
El 24 de agosto quedar¨¢ grabado a fuego en la memoria del deporte espa?ol. El asturiano rompi¨® ayer una barrera hasta ahora infranqueable, siendo como era la f¨®rmula 1 una modalidad que en Espa?a permanec¨ªa guardada en el desv¨¢n del olvido, tan inalcanzable como era ir m¨¢s all¨¢ de una discreta participaci¨®n. Correr un gran premio ya era una heroicidad. Desde ayer, luchar por la victoria es una obligaci¨®n.
"Si me pusiera a pensar en la trascendencia que tiene lo que estoy haciendo, me volver¨ªa loco", acostumbra a decir un tipo que apenas una hora antes de darse la salida al Gran Premio de Hungr¨ªa descansaba pl¨¢cidamente en la habitaci¨®n del motorhome de Renault. Como si no fuera con ¨¦l. Como si la responsabildiad de encabezar la parrilla de salida supusiera un asunto menor.
Alonso es el corredor m¨¢s precoz en reinar en la f¨®rmula 1. Como fue el m¨¢s joven en alcanzar una pole position, en el GP de Malaisia; y en subir al podio, fue tercero en la prueba asi¨¢tica; y en hacer la vuelta m¨¢s r¨¢pida, lo consigui¨® en Canad¨¢, y, por fin, en ganar un gran premio. Mientras sonaba el himno espa?ol, casi inaudible por el griter¨ªo que sal¨ªa de las gradas, el ovetense, ya s¨ª, se deshizo de todos sus miedos, si alguna vez los tuvo, y rompi¨® a llorar.
Contaba Alonso horas antes de la prueba que la clave estaba en llegar en cabeza a la primera curva; que a partir de ah¨ª, de no mediar aver¨ªa, todo ser¨ªa m¨¢s f¨¢cil. En la parrilla, tras Alonso, estaba el alem¨¢n Ralf Schumacher, con su Williams, con un motor cargado de caballos -se calcula que tiene 1.010-, unos 150 m¨¢s que su Renault. Pero no hay escuder¨ªa que tenga mejor sistema de arranque que la francesa. Adem¨¢s, al menor de los Schumacher, como viene siendo habitual, se le atragant¨® la salida. Tanto fue as¨ª que le super¨® Mark Webber con su Jaguar. Ralf se lio en ese primer viraje y acab¨® perdido, rodeado de rivales que buscaban adelantarle por la izquierda o la derecha: "?Qu¨ªtate de ah¨ª!", bien pudo gritarle alguno. La escena finaliz¨® con el Williams fuera del asfalto.
Todo se le pon¨ªa de cara a Alonso. Porque tras ¨¦l iba Webber, cuyo coche es mucho m¨¢s d¨¦bil que el Renault. El australiano hizo de tap¨®n para Barrichello, para Raikkonen, para Trulli, para Coulthard, para Michael Schumacher, para Montoya... Para todos los que pod¨ªan discutir el triunfo al espa?ol.
As¨ª que ¨¦ste, encantado de la vida, puso tierra de por medio. Hizo el mejor tiempo en la segunda vuelta, en la tercera, en la quinta, en la s¨¦ptima, en la octava, en la d¨¦cima, en la und¨¦cima..., m¨¢s y m¨¢s. En todas aumentaba el tiempo sobre su perseguidor, sobre Webber, desesperados como ten¨ªa ¨¦ste a quienes, todav¨ªa, no renunciaban al triunfo. Tres segundos, siete, 10, 12, 15, 18... En cada giro se agrandaba la distancia. En la vuelta 13? llev¨® su Renault a los boxes, cuando aventajaba a Webber en m¨¢s de 20 segundos. Los 21 mec¨¢nicos que a la tarea se pusieron tardaron 6,4 segundos en cambiar los neum¨¢ticos y echar combustible, apenas 70 litros de los 120 que caben en el dep¨®sito. Volvi¨® Alonso a la pista y lo hizo en la segunda posici¨®n, por detr¨¢s deRaikkonen, que no se hab¨ªa detenido. Dos vueltas estuvo Alonso el segundo, las que tard¨® el de McLaren en parar. Nunca m¨¢s dejar¨ªa el liderato.
Su posici¨®n de privilegio no le hizo aflojar. Al contrario. Si Raikkonen daba una vuelta en 1m 23,9s, Alonso lo hac¨ªa en dos d¨¦cimas menos. As¨ª una y otra vez. Rompi¨® Barrichello la suspensi¨®n de su Ferrari y se estrell¨® contra la protecci¨®n. Un rival menos.. En la vuelta 30?, Alonso volvi¨® a los boxes. El equipo, como un reloj, tard¨® 6,9 segundos en la operaci¨®n. "?Vuelve el primero, seguro que vuelve el primero!", gritaba Adri¨¢n Campos, su m¨¢nager. Volvi¨® el primero. En el giro 50? repiti¨® la parada. Y volvi¨® el primero. En ese momento, con 20 vueltas por delante, la victoria era suya. Persegu¨ªa Raikkonen al asturiano, pero ¨¦ste nunca le vio por el retrovisor. Estaba a m¨¢s de 25 segundos. Comenz¨® a doblar corredores y de repente, en la vuelta 61?, ocurri¨® algo ins¨®lito: delante de Alonso estaba Michael Schumacher, cinco veces campe¨®n mundial, el mejor piloto que recuerdan los tiempos con permiso de Fangio.
Se fue por ¨¦l. La bandera azul anunci¨® al alem¨¢n que deb¨ªa apartarse, un sacrilegio hace apenas unos meses. Era aquello lo nunca visto. Con el espa?ol superando al Ferrari de Schumacher, el mundo al rev¨¦s; volando hacia su primera victoria, deteniendo el reloj de la historia antes de levantar el brazo izquierdo, el dedo ¨ªndice, el del n¨²mero uno, Alonso, de profesi¨®n: futuro campe¨®n del mundo.
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