Un implante de c¨¦lulas madre permite a un ciego distinguir colores y figuras
El hombre, invidente durante 40 a?os, reconoce objetos tridimensionales si est¨¢n en movimiento
Un trasplante de c¨¦lulas madre ha permitido a Mike May volver a ver. El hombre, que ahora tiene 46 a?os, sufri¨® un accidente a los tres, y perdi¨® el ojo izquierdo y la visi¨®n del derecho. El implante de c¨¦lulas ha conseguido la reconstrucci¨®n de la c¨®rnea del ojo derecho de May, pero los cient¨ªficos de la Universidad de California que le tratan se han encontrado con un problema: aunque el hombre distingue las formas planas y colores, su cerebro no sabe transformar estos est¨ªmulos en figuras tridimensionales. Sorprendentemente, s¨ª logra verlas si est¨¢n en movimiento.
El trasplante se realiz¨® hace tres a?os, pero los resultados del experimento no se dar¨¢n a conocer hasta el n¨²mero de septiembre de la revista Nature Neuroscience. El resultado, seg¨²n reconoce el propio paciente es s¨®lo parcial. May ha recuperado un 2% de visi¨®n, un porcentaje que le permite contar los dedos de una mano si no se la ponen muy lejos, caminar entre una multitud sin necesidad de su perro lazarillo o su bast¨®n, y leer letras grandes. Su vista es mejor a gran distancia, y puede ver paisajes y nubes.
"Antes de comenzar esta investigaci¨®n ya sab¨ªamos que las personas que recuperaban la visi¨®n despu¨¦s de mucho tiempo -en algunos casos d¨¦cadas- experimentaban m¨¢s dificultades para adaptarse y funcionar en un mundo de videntes que aqu¨¦llos que hab¨ªan recuperado la visi¨®n despu¨¦s de un corto tiempo. Lo que no sab¨ªamos era qu¨¦ ocurr¨ªa en el sistema nervioso para que esto sucediera", ha explicado a EL PA?S la doctora Ione Fine, del Departamento de Psicolog¨ªa de la Universidad de California en San Diego, quien ha dirigido el trabajo.
El estudio ha aprovechado la inusual circunstancia de contar con un paciente que hab¨ªa recuperado parcialmente la visi¨®n despu¨¦s de 43 a?os. Desde que se le implantaron las c¨¦lulas madre, en marzo de 2000, los cient¨ªficos han seguido la evoluci¨®n de May utilizando t¨¦cnicas de imagen (resonancia magn¨¦tica) y psicof¨ªsicas.
Esc¨¢neres y cubos
Los esc¨¢neres han comprobado, por ejemplo, que la parte del c¨®rtex del cerebro del paciente que est¨¢ implicado en la percepci¨®n de im¨¢genes en reposo no se activa cuando se le presentan objetos de estas caracter¨ªsticas.
En cambio, la percepci¨®n mejora cuando estas figuras se mueven. Entonces, la parte del cerebro ligada al movimiento muestra una gran actividad, seg¨²n se?alan los cient¨ªficos. May explica, por ejemplo, que ve la imagen de un cubo proyectada en la pantalla de un ordenador como un cuadrado "con unas l¨ªneas a?adidas". Sin embargo, no duda en identificarlo si la figura se mueve.
La explicaci¨®n que dan Fine y sus colaboradores es que de alguna manera "el hombre nace con ojos, pero no con un sentido completo de la visi¨®n. ?ste tiene que irse construyendo poco a poco, y tarda a?os en desarrollarse".
Los investigadores se?alan que el resultado apunta a que algunas capacidades, como la de distinguir los colores o identificar el proceso del movimiento se imprime antes en el cerebro, probablemente en los primeros a?os de la infancia. En cambio, otras capacidades son m¨¢s complicadas, como la de identificar caras, y el cerebro tarda m¨¢s en elaborar el software necesario para manejar esa informaci¨®n. Pero May, quien qued¨® ciego a los tres a?os y medio por una explosi¨®n dom¨¦stica, no dispuso de este tiempo.
El paciente, por ejemplo, es capaz de identificar a sus dos hijos y a su mujer, pero no lo hace a partir de los rasgos de sus caras, que ve como una mezcla de colores y formas confusas, sino que se sirve de su estatura, del color de su pelo, el contorno de su cuerpo y, sobre todo, la forma de moverse. Cuando est¨¢n quietos, por ejemplo, no sabe cu¨¢l de sus dos hijos, de 9 y 11 a?os, est¨¢ en el jard¨ªn de su casa con ¨¦l. Tambi¨¦n tiene problemas para reconocer las distintas expresiones de sus caras aunque los tenga cerca.
"Adivinar" lo que se ve
"La diferencia entre lo que me ocurr¨ªa hace tres a?os y c¨®mo veo ahora es que ahora puedo adivinar mejor lo que estoy viendo", afirma May. "Lo que es lo mismo es que sigo adivinando. No pasa ni un d¨ªa sin que no aprecie nuevos detalles en lo que veo a mi alrededor. He estado construyendo mi cat¨¢logo visual con esos detalles, y aunque ahora est¨¢ mucho m¨¢s lleno que antes, me parece que a¨²n me queda un n¨²mero infinito de impactos visuales que identificar y absorber".
Fine y sus colaboradores tambi¨¦n se preguntan hasta qu¨¦ punto May va a poder seguir aprendiendo. Opinan que es posible que con el tiempo el hombre, que sigue al frente de su empresa de software adaptado a invidentes, contin¨²e afinando sus percepciones, pero en muchos casos ser¨¢ porque ¨¦l, igual que aprendi¨® a desenvolverse cuando no ve¨ªa, habr¨¢ elaborado una serie de trucos para utilizar su nueva capacidad, pero no porque de verdad su cerebro est¨¦ procesando mejor la informaci¨®n que recibe, sino porque har¨¢ trampas. No parece probable que las estructuras cerebrales que le faltan vayan a desarrollarse, afirman.
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