Naturales de oro de Morante
El primer cartel de lujo de la feria en la Tercera y no se llen¨® la plaza. Buen ambiente en los alrededores antes del comienzo, aromas y rostros de tardes de toros con cartel de campanillas. Despu¨¦s empezaron a salir los toros de chiqueros y se fue escribiendo la historia. Una historia que tuvo un broche de oro en Morante de la Puebla.
A C¨¦sar Rinc¨®n le toc¨® un primer toro que result¨® muy deslucido y que fue poni¨¦ndose m¨¢s dif¨ªcil conforme avanzaba la lidia, seg¨²n se iba orientando un corn¨²peta agrio y plomizo. Una vez cogi¨® la muleta, tras el cambio de tercio, con el panorama oscuro, empez¨® un peque?o calvario particular para el maestro colombiano, pues no hubo manera de dome?ar al manso. Sin embargo, en el cuarto C¨¦sar Rinc¨®n nos deleit¨® con un reposo y un hacer ya de maestro en tauromaquia. El toro fue manejable, pero hab¨ªa que llevarlo toreado, empapado en la muleta, algo que hizo en una faena con desniveles, aunque bien construida. Hubo series por los dos pitones que fueron a mejor, que tuvieron sabor y gusto. La ¨²ltima tanda de redondos fue ligada y cabal, con el broche final de un recorte precioso.
Alcurruc¨¦n / Rinc¨®n, Joselito, Morante
Toros de Alcurruc¨¦n, bien presentados, de juego irregular; 2? y 4? manejables, 5? y 6? nobles (a ¨¦ste se le dio la vuelta al ruedo). C¨¦sar Rinc¨®n: estocada contraria defectuosa, estocada tendida (silencio); pinchazo y estocada delantera (oreja). Joselito: estocada que asoma -aviso- y tres descabellos (palmitas); estocada muy baja (oreja). Morante de la Puebla: sablazo en los bajos (silencio); estocada tendida y trasera (dos orejas). Plaza de San Sebasti¨¢n de los Reyes, 29 de agosto. 5? de feria. M¨¢s de tres cuartos de entrada.
Joselito no dio ni un capotazo a su primero, que tom¨® un puyazo ¨²nico, en el que cobr¨® y le dieron lo suyo. Pero en el tercio de muleta, Joselito se dobl¨® por los dos pitones con guapeza y hondura, y a continuaci¨®n traz¨® dos series limpias de derechazos hasta que el toro se apag¨®. A su segundo le hizo un quite airoso por delantales y le realiz¨® una faena de aislados momentos con temple y mando. Una tanda de naturales, mediada la faena, fue bonita y suave.
Morante de la Puebla, en su primero, un manso de colecci¨®n, como para dar ejemplo de lo que no debe hacer un toro bravo de crianza ejemplar, apenas dio un capotazo y media docena de muletazos por la cara para rematar la faena con un sablazo en los bajos.
Sali¨® el sexto de la tarde, un burel negro, abrochado de pitones y que rompi¨® a embestir con nobleza, y la plaza contempl¨® a un torero de pellizco y de la llamada escuela sevillana, que termin¨® colmando los paladares m¨¢s exquisitos. Ver¨®nicas en el saludo, embraguet¨¢ndose, con el remate sabroso en la cadera contraria, y un quite por ver¨®nicas, que fueron de ensue?o y humo, puro caramelo. La faena de muleta la realiz¨® con dos series por cada pit¨®n, que fueron un prodigio de comp¨¢s y que rezumaron arte. Los adornos, de fantas¨ªa bastante grande.
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