Esc¨¢ndalo
Ayer, al hojear la prensa atrasada en busca de una noticia que llevarme a la columna de hoy, tuve una experiencia paranormal. Hab¨ªa estado de vacaciones y comprobaba que el culebr¨®n de Marbella y de Isabel Garc¨ªa Marcos hab¨ªa ocupado casi todos los cuadernillos del mes. La lectura de aquellas noticias como si fueran los cap¨ªtulos de un follet¨ªn me proporcionaba una agradable sensaci¨®n de orden y contemporaneidad. Aquella era mi comunidad. Aquellos eran mis pol¨ªticos. Aquel era definitivamente mi tiempo, el tiempo que me ha tocado vivir. Aquel morro, aquel desparpajo, aquella descomposici¨®n me resultaban tan agradablemente familiares, que estuve a punto de besar envuelto en l¨¢grimas el rostro impreso de Isabel Garc¨ªa Marcos, como hace mi abuela con las estampas de Santa Gema. S¨ª, estaba en casa. Aquella era mi mierda.
Convencido estaba de haber regresado al mismo lugar y al mismo tiempo del que hab¨ªa partido a principios de agosto cuando de repente algo me hizo dudar. Al toparme con el asunto ese de la Guardia Civil y los nudistas de Vera, sent¨ª que entraba en un t¨²nel de despersonalizaci¨®n y reconocimiento. Un vah¨ªdo, una especie de d¨¦j¨¤ vu, pero m¨¢s pastoso. Como si en vez de haber regresado a la moderna Almer¨ªa de David Bisbal hubiese vuelto a la sociedad de 1976. All¨ª estaban todos los personajes de entonces: el se?or y la se?ora en pelotas, los vecinos escandalizados y la pareja de la Guardia Civil. Y luego todo se hab¨ªa desarrollado como en una pel¨ªcula de Berlanga, con una especie de manifestaci¨®n de gente tan desnuda que no llevaba ni pancartas. A Mar¨ªa Jos¨¦ L¨®pez D¨ªaz, la periodista que el pasado lunes cubri¨® la noticia, le aseguraron que un guardia civil le dijo al nudista que en determinado momento encabezaba la protesta: "Usted se me queda aqu¨ª porque me lo voy a llevar detenido por desobediencia a la autoridad". No sabemos si son palabras grabadas hace 30 a?os o si fueron pronunciadas de verdad el otro d¨ªa. En todo caso, escucharlas debi¨® de ser una experiencia psicod¨¦lica.
Desde que yo lo conozco, el pueblo de Vera ha sido siempre la sede oficial del nudismo almeriense. Pero la gente no s¨®lo se desnuda en Vera. Casi todas las playas de Almer¨ªa, sobre todo las que est¨¢n en el interior del parque natural, invitan a quitarse la parte de abajo. Ba?arse con un calz¨®n floreado o con un bikini a rayas en Genoveses, en el Barronal, en M¨®nsul o en cualquiera de las rec¨®nditas calas del parque tiene algo de profanaci¨®n. Como Isabel Garc¨ªa Marcos hablando del inter¨¦s general.
Ojal¨¢ que la causa del protagonismo adquirido estos d¨ªas por los pac¨ªficos nudistas de Vera haya sido simplemente la falta de noticias veraniegas y no la resurrecci¨®n de un puritanismo tontorr¨®n. Porque el que se desnuda en una playa no lo hace con la intenci¨®n de escandalizar, sino m¨¢s bien de confundirse con el medio y pasar inadvertido. Dicen los nudistas que detr¨¢s de todo este asunto no hay nadie ofendido por haberle visto el pito a un se?or peludo, sino simples intereses urban¨ªsticos. Ah, este s¨ª es mi tiempo. Esto s¨ª es un esc¨¢ndalo. Que venga, ahora s¨ª, la Guardia Civil.
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