Contestaci¨®n y utop¨ªa
El verano pol¨ªtico ha estado en Francia bajo el signo de la contestaci¨®n. Ha continuado la oposici¨®n a la reforma del retiro propuesta por el Gobierno, que tan en¨¦rgicamente sacudi¨® la vida pol¨ªtica francesa durante la primera mitad de este a?o; acompa?ada luego por la movilizaci¨®n escolar y universitaria contra las propuestas del ministro de Educaci¨®n, Luc Ferry, que los sindicatos consideran una seria amenaza contra la ense?anza p¨²blica. Ambas han tenido un resonador permanente en las huelgas constantes de los temporeros de la cultura, que han hecho imposible la mayor parte de las celebraciones festivas veraniegas de este pa¨ªs; para terminar con el contrapunto dram¨¢tico en los casi 12.000 muertos que ha producido la can¨ªcula. Todas estas rupturas, que tanto recuerdan la agitaci¨®n contestaria de los primeros a?os setenta, no pueden simplemente arrinconarse en el desv¨¢n de las perturbaciones sociales de superficie pues todas ellas plantean los grandes problemas irresueltos de nuestras sociedades. Un orden social cada d¨ªa m¨¢s injusto y amenazante para los de abajo; la precariedad laboral instituida en destino inevitable del mundo del trabajo, en cuanto condici¨®n necesaria para la estabilidad de la econom¨ªa capitalista y p¨®cima milagrosa para la rentabilidad de las empresas; la educaci¨®n y la cultura reducidas a ¨¢mbitos de nuevas transacciones comerciales; los ancianos muertos, tratados como residuos olvidados; la solidaridad utilizada como pretexto de operaciones pol¨ªtico-medi¨¢ticas y como materia de beneficios. Es decir, todo -el mundo y la vida- convertidos en mercanc¨ªa y adem¨¢s en un contexto de aton¨ªa econ¨®mica y de paro que no cesa. En Francia el paro pisa el umbral fat¨ªdico del 10% de la poblaci¨®n activa. Por el contrario, la previsi¨®n de crecimiento se limita este a?o al 0,6%, lo que la acerca peligrosamente a niveles recesivos.
Las universidades de los partidos franceses, que acaban de tener lugar en estos d¨ªas, representaban una excelente oportunidad para haber entrado a fondo en esta urgente problem¨¢tica. En su lugar han seguido d¨¢ndole vueltas a las politiquer¨ªas partidistas y al montaje de operaciones personales y de luchas por el poder. Esta vez adobadas con el peligro que representa la extrema izquierda. En efecto, el gran acontecimiento pol¨ªtico del verano han sido los casi 300.000 altermundistas que se han reunido en Larzac en plena can¨ªcula, para decir no a un orden mundial y local que no es el suyo. El convocante principal era sin duda Jos¨¦ Bov¨¦, pero es obvio que la movilizaci¨®n y los objetivos de los convocados le desbordaban ampliamente. En Larzac estaban quienes hoy se identifican con el movimiento social alternativo, cuya denominaci¨®n hoy m¨¢s com¨²n es la de altermundistas y que son en su mayor¨ªa militantes asociativos y sindicalistas, fuera del encuadramiento de los partidos de la izquierda tradicional. Su gran capacidad de movilizaci¨®n hace de ellos un componente esencial de la izquierda y eso es lo que explica su capacidad de atracci¨®n y de repulsi¨®n por parte del izquierdismo convencional, en particular de la socialdemocracia. Calificarlos de extrema izquierda es confundir la radicalidad de sus negaciones y de sus ambiciones, es decir, su voluntad ut¨®pica, con el extremismo de otros comportamientos partidistas sectarios. Los altermundistas defensores radicales de la democracia saben que hoy ni el sistema ni sus actores funcionan, y por eso hay que sustituirlos, pero que sin embargo los principios y valores democr¨¢ticos, en especial su concreci¨®n en los derechos humanos, constituyen la ¨²ltima trinchera de las libertades. Lo mismo dicen del mercado. No se sabe qu¨¦ poner en su lugar, pero ese mecanismo oligop¨®lico y sin reglas nada tiene que ver con un ¨¢mbito de flujos plurales y competitivos, y hay que refundarlo. La sociedad civil es el ¨¢mbito en el que la capacidad may¨¦utica de la utop¨ªa puede abrir pistas pol¨ªticas al altermundismo. El pr¨®ximo Foro Social Europeo (Saint-Denis/Paris, 12-16 noviembre) tal vez pueda ser un paso en esa direcci¨®n.
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