Andr¨¦i Zvjagintsev logra el Le¨®n de Oro
Sean Penn y la alemana Katja Riemann ganan las Copas Volti a los mejores int¨¦rpretes
La concesi¨®n del Le¨®n de Oro al director principiante ruso Andr¨¦i Zvjagintsev por su intensa, conmovedora, inolvidable tragedia siberiana de El retorno tiene el sabor de una aut¨¦ntica revelaci¨®n. No se consideraba ambientalmente al joven cineasta como principal favorito al m¨¢ximo galard¨®n de esta Mostra, pero, tras obtenerlo, se hace luz y evidencia que se trata de un premio inteligente y completamente equilibrado, al que no pueden oponerse objeciones serias. Por eso, al ser anunciado, el p¨²blico que llenaba anoche la sesi¨®n de clausura de la Mostra en el Palazzo del Cinema del Lido, pas¨® de forma veloz y natural de la perplejidad a la aclamaci¨®n, de la sorpresa al entusiasmo.
El resto de los premios -si se except¨²a la Copa Volti concedida a la actriz alemana Katia Riemann, por su buena interpretaci¨®n en Rosenstrasse, pero dejando sin ella a la muy superior de Naomi Watts en 21 gramos, de Alejandro Gonz¨¢lez I?¨¢rritu- tienen sentido y son defendibles. Que lo mejor del buen filme de Marco Bellocchio Buenos d¨ªas, noche, es su gui¨®n resulta exacto, y as¨ª lo intuy¨® el jurado que se lo premi¨®. El Premio Especial del Jurado, logrado por Las cometas, un adorable y viv¨ªsimo filme liban¨¦s de Randa Chahal Sabbag, tiene, como el filme ruso triunfador, aroma de revelaci¨®n. El Premio Marcello Mastroianni a la mejor interpretaci¨®n joven le queda perfecto a las manos de la maravillosa muchacha marroqu¨ª Najat Bessallem, protagonista de Raja, del franc¨¦s Jacques Doillon. Considerar la mejor direcci¨®n a la del japon¨¦s Takeshi Kitano por su Zatoichi es discutible, pero est¨¢ lejos de ser un disparate. Y, finalmente, poner en las manos del Sean Penn de 21 gramos la Copa Volti al mejor actor es, como poco, obvio, pues su peregrinaci¨®n por la escena de esta tragedia nos mete en honduras y alturas de aut¨¦ntico v¨¦rtigo.
El jurado internacional que decidi¨® estos premios estaba presidido por el eminente cineasta italiano Mario Monicelli y lo compon¨ªan el actor italiano Stefano Accorsi, el fot¨®grafo alem¨¢n instalado en el cine estadounidense Michael Ballahaus, la realizadora de televisi¨®n china Ann Hui, el m¨²sico y guionista franc¨¦s Pierre Jolivet, el director y productor estadounidense Monty Montgomery y la actriz espa?ola Assumpta Serna.
Por otro lado, ya fuera de la Mostra propiamente dicha, el filme Adi¨®s, drag¨®n inn, del taiwan¨¦s Tsai Ming-Liang, gan¨® el codiciado Premio de la Cr¨ªtica Internacional, mientras el otro premio extraoficial importante, el llamado Signis, que concede un jurado ecum¨¦nico, se reparti¨® entre la gran ganadora El retorno y la pel¨ªcula de Manoel de Oliveira Un filme hablado.
Era perceptible durante los 12 d¨ªas pasados que el p¨²blico de la Mostra no se hab¨ªa concentrado en el Lido veneciano de forma tan masiva como acostumbra y que, en cambio, el n¨²mero de periodistas y profesionales del cine acreditados en el festival era el mismo de siempre. Sin embargo, el discurrir cotidiano en las bambalinas del Palazzo del Cinema y de las salas Perla y Palagalileo, donde se concentran profesionales, periodistas y cin¨¦filos de a pie, tuvo la agitaci¨®n y la viveza de siempre.
Fue el cine estadounidense el que acapar¨® las ¨²ltimas proyecciones. Jarmusch lleg¨® aqu¨ª a presentar la versi¨®n restaurada de su c¨¦lebre obra minimalista Caf¨¦ y cigarrillos. Y luego, una copia nueva, totalmente liberada de erosiones e impurezas, de Vacaciones de verano sirvi¨® de soporte a la ceremonia de entrega de premios, donde la Mostra recuper¨® el sublime aliento con que hace volar a este gran filme de David Lean, la Katharine Hepburn de la plenitud, as¨ª insuperablemente homenajeada a los dos meses de su muerte. Y, tras ella, las pantallas del Palazzo se iluminaron con el estreno de las impagables cuatro horas de la serie de cinco -la primera es una obra maestra dirigida por Wim Wenders que se estren¨® en mayo, en Cannes- dedicada a las ra¨ªces de la gran m¨²sica negra norteamericana. La segunda hora est¨¢ dirigida por Martin Scorsese, la tercera es obra de Mike Figgis, la cuarta de Richard Pearce y la ¨²ltima -que es la que no pudo hacer Clint Eastwood- fue finalmente encargada a Marc Levin, que es quien cierra el prodigio de este monumento musical y cinematogr¨¢fico.
Se cierra esta Mostra con mal sabor de boca, pues los problemas derivados del caos en que se ha convertido su estrategia programadora, que agudiz¨® hasta el delirio el paso de Alberto Barbera por la direcci¨®n, no s¨®lo no se han reducido, sino que han aumentado su absurdo y su grosor, con Moritz de Hadeln, el suizo nuevo director de un fr¨¢gil y aparatoso tinglado que, sobrecargado hasta la insensatez de pel¨ªculas en concurso, impide a los cronistas y cr¨ªticos -que son los primeros destinatarios de todo festival- verlas todas y en su totalidad, dejando envueltas en silencio a las que no alcanzan materialmente a ver. Las negativas rotundas de columnistas y profesionales del cine a esta in¨²til trituradora de celuloide que se pierde en el vac¨ªo han vuelto estos d¨ªas a sonar con acritud en el Lido veneciano.
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