am¨¦rica con min¨²scula

Las im¨¢genes que ha captado a lo largo de una d¨¦cada Carlos D¨ªez Polanco en su deambular por Am¨¦rica tienen una vocaci¨®n casi tan viajera como la de ¨¦l. Y todo esto ha ido sucediendo a medida que el fot¨®grafo profundizaba en su conocimiento del terreno, de la gente, de los objetos, de los edificios, y aspiraba con su c¨¢mara el vigor colorista de este continente. La primera exposici¨®n y libro, de 1995, se titul¨® Am¨¦rica apilada. Una muestra que tom¨® como hilo conductor series de objetos acumulados, a veces de forma ordenada y otras en un caos vivaz. En esas fotograf¨ªas las cosas contaban su propia historia mestiza sin una palabra, casi sin ning¨²n rostro. Homog¨¦nea y seductora, la exposici¨®n se pase¨® por diez pa¨ªses latinoamericanos, adem¨¢s de un periplo por Marruecos, T¨²nez, Egipto y Jordania. Un espejo para los primeros y para los otros un puente con regiones casi imposibles de conectar de otra manera. Los siguientes trabajos de D¨ªez Polanco, Am¨¦rica sacra (1999) y Am¨¦rica cotidiana (2002) se detuvieron en otros dos aspectos del viaje. Tanto las iglesias y conventos como la gente sencilla en su vida diaria captadas por su c¨¢mara dicen mucho sobre la mirada paciente y afectuosa del fot¨®grafo que se detiene y, antes de disparar, disfruta brevemente de ese instante. La exposici¨®n que se presenta ahora en Madrid escoge piezas de todas esas series. Quiz¨¢ lo que destaque en este aprendizaje es la vocaci¨®n colorista del autor. Hace pensar en la pasi¨®n de Gauguin por los frutos, paisajes y habitantes polinesios, aunque la sensualidad del franc¨¦s queda aqu¨ª transformada en un aparente deseo del fot¨®grafo por no dejar rastro propio, por darle a lo fotografiado la dimensi¨®n f¨ªsica que ¨¦l ha descubierto en ese momento.El cat¨¢logo cuenta con textos de varios escritores latinoamericanos que hacen de relatores de la aventura visual de este fot¨®grafo errante. Entre ellos, la observaci¨®n del mexicano H¨¦ctor Aguilar Cam¨ªn expresa bien el esp¨ªritu de un trabajo, centrado en esa "am¨¦rica sin may¨²scula ni mitolog¨ªa; una am¨¦rica a ras de suelo, recogida memorablemente al pasar por la lente de un viajero solidario, atento, conmovido por la sencillez de lo que ve, capaz, por tanto, de hacerlo visible de nuevo".