El dogal de Arafat
Con una lentitud tan exasperante como intolerable, el dogal se cierra en torno al cuello del presidente palestino, Yasir Arafat. El Gabinete israel¨ª ha aprobado por fin la deportaci¨®n del rais, y como hasta en el improperio hay grados, ministro ha habido que se ha declarado partidario de eliminarlo directamente. Primero se le asedia en la Mukata, su despojo de residencia en Ramala, hasta inmovilizarle; luego se le bombardea, confin¨¢ndole en unas pocas y arruinadas habitaciones, y ahora se anuncia que es reo de expulsi¨®n, pena que no se ejecuta de momento porque Estados Unidos y la UE, adem¨¢s del resto del mundo, se oponen a ello, lo que permite al primer ministro israel¨ª, Ariel Sharon, hacer figura de moderado ante sus aquiescentes aliados de Washington.
Esta deriva de la diplomacia israel¨ª comenz¨® en julio de 2000, en Camp David. All¨ª, el entonces primer ministro laborista, Ehud Barak, logr¨® arrastrar al presidente Clinton a sumarse al veredicto de que Arafat deb¨ªa haber aceptado la oferta israel¨ª. El rais la rechaz¨® desde la convicci¨®n de que la opini¨®n palestina no quer¨ªa esa paz, pues abominaba de lo que era bastante menos que la retirada de los territorios establecida por la ONU. Por ello cay¨® el anatema: Arafat no quer¨ªa la paz y con la segunda Intifada de septiembre de ese a?o se convert¨ªa, seg¨²n Sharon, en el gran dispensador del terrorismo suicida contra Israel.
El establecimiento israel¨ª, a derecha e izquierda, impuso, con el benepl¨¢cito del presidente Bush, la marginaci¨®n de Arafat de cualquier instancia negociadora y como, pese al nombramiento de un primer ministro palestino que le anulara, no ha sido posible aislar del todo al l¨ªder ¨¢rabe, ahora se avisa de que en el reloj ya est¨¢ dando la hora.
Todo ello levanta mucha menos indignaci¨®n de lo que parecer¨ªa obligado, tanto en Washington como en la UE. ?ste es, quiz¨¢, el ¨²ltimo momento para que la Casa Blanca exija a Israel no s¨®lo que se deje de deportaciones, sino que devuelva la libertad de movimientos a Arafat, porque lo que s¨ª est¨¢ demostrado es que sin su concurso es imposible la paz; aunque esto no significa que su concurso la haga posible. El acoso a Arafat s¨®lo ha logrado engrandecerle y aumentar su popularidad. Ning¨²n otro la tiene como ¨¦l entre los palestinos.
El rais ha sido elegido por el pueblo palestino, y si algo ha demostrado su largo asedio es que quienes le elevaron al rango de Autoridad Palestina no est¨¢n dispuestos a admitir su defenestraci¨®n total. No hay razones para sostener que Arafat obstaculice la paz m¨¢s que el propio Sharon. La cuesti¨®n est¨¢ en saber si alguien quiere ya recorrer la Hoja de Ruta.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.