El 'reggae' rein¨® en el Raval
Si el reggae es uno de los sonidos propios del mestizaje y el Raval es uno de los barrios m¨¢s mestizos de Barcelona, la presencia de una leyenda del reggae como Lee Perry en la Rambla del Raval hab¨ªa de ser un ¨¦xito descomunal. Lo fue hasta el extremo de colapsar el centro del barrio y pr¨¢cticamente todas las calles adyacentes, ocupadas por una multitud que apenas pudo ver el escenario y a duras penas oy¨® el concierto del sexagenario artista jamaicano.
Con m¨¢s tranquilidad se vivi¨® el BAM en la plaza de la Catedral, donde seg¨²n la Guardia Urbana 4.500 personas siguieron los conciertos de Cathy Claret y Bollywood Brass Band. Finalmente, la estaci¨®n de Francia comenz¨® a remontar vuelo con una entrada de 8.500 personas. De hecho, el s¨¢bado ya fue un d¨ªa de fiesta mayor, con los escenarios ocupados por el p¨²blico y la calle atestada de viandantes. Fue entonces cuando el BAM recuper¨® su esp¨ªritu de anta?o, ese que obligaba al curioso a deambular por la ciudad en busca de sus diversos escenarios. La ruta del s¨¢bado aconsejaba comenzar con Cathy Claret, quien presentaba sus susurros en la plaza de la Catedral. Pareci¨® muy peque?ita en aquel escenario y a duras penas musit¨® su rumba melanc¨®lica y na?f.
Tras dejar a Cathy, la br¨²jula guiaba al Raval, donde una mujer de aspecto m¨¢s poderoso dejaba ir sus poes¨ªas con ayuda de una guitarra y de pregrabados. Era Ursula Rucker, cuyas palabras recitadas adquieren m¨¢s peso con las producciones que las adornan en sus discos. Durante un rato estuvo bien. Al acabar su actuaci¨®n, la rambla se comenz¨® a poblar hasta la asfixia por una barah¨²nda de personas y humo a las que eventualmente acompa?aban bicis y perros. Todo conviv¨ªa junto en el Raval. Entonces, en el precario escenario comenz¨® a deambular un hombre bajito. Era Lee Perry, Scratch, pura leyenda del dub que con su estrafalario aspecto pon¨ªa su hilo de voz en manos de Mad Professor. Como a las leyendas hay que respetarlas, nadie dijo nada, ni cuando de repente se cortaron la luz y el sonido, y la actuaci¨®n se interrumpi¨® bruscamente sin explicaci¨®n p¨²blica alguna. Como en una verdadera fiesta de pueblo. Ya en la estaci¨®n de Francia, los Bizzcocks sonaron horrorosamente en una evocaci¨®n un tanto rancia de su punk-pop.
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