"?C¨®mo va Valverde!"
La ¨²ltima maravilla del ciclismo espa?ol enamora a todo el mundo
"?Hombre de poca fe! ?No te dije que apostaras por Valverde? ?No te dije anoche que iba a ganar la etapa?" Jos¨¦ Luis Lagu¨ªa recriminaba, feliz, al esc¨¦ptico amigo que no hab¨ªa cre¨ªdo su soplo, que no hab¨ªa cre¨ªdo que Alejandro Valverde, la ¨²ltima maravilla del ciclismo espa?ol, un Jalabert rejuvenecido, revivido con acento murciano y menos pelo, un Vandenbroucke sin necesidad de psicoanalista, podr¨ªa ganar en la cima de la Pandera, el puerto m¨¢s duro de la Vuelta. "Estaba todo previsto", contin¨²a, sobrado, Lagu¨ªa, el director del Kelme que dise?¨® junto al audaz y combativo Vicente Belda la estrategia ganadora de la jornada, lo que podr¨ªa denominarse el feliz acoplamiento de la pareja Sevilla-Valverde.
Huele a colonia "nenuco" en la meta -los auxiliares con grandes manoplas frotan los cuerpos sudorosos de los exhaustos corredores que miran sin ver a su alrededor, que mordisquean un bocadillo, que dejan vagar el pensamiento buscando la nada- y los directores hablan en corros mientras esperan a que llegue el ¨²ltimo pelot¨®n-grupetto y puedan empezar a bajar los coches por donde han subido los corredores. Hablan de t¨¢cticas, de lo que podr¨ªa haber sido y no fue, de lo que fue y no deber¨ªa haber sido. Bruyneel, del US Postal, celebra que C¨¢rdenas, el colombiano-lapa que est¨¢ por todas partes, independiente, an¨¢rquico, derrochador y derrotado, no haya ganado la etapa despu¨¦s de negarse a colaborar con su Heras en el intento. Heras, el ¨¢gil bejarano al que se le hizo demasiado corto su terreno, se suma a la celebraci¨®n. "No s¨¦ cu¨¢nto tiempo m¨¢s de ventaja habr¨ªa conseguido sobre Nozal, pero seguro que algo s¨ª, porque cuando alcanc¨¦ a C¨¢rdenas ¨¦ste ya se hab¨ªa recuperado y estaba fresco", dijo Heras. "Por eso casi me alegr¨¦ cuando lleg¨® Valverde y le gan¨® la etapa".
"Es que", analiza Belda, "a muchos la t¨¢ctica se la hacen los de las radios, y como ven¨ªan oyendo que era imposible que Valverde alcanzara a Heras y C¨¢rdenas, pues ¨¦stos, que al final s¨®lo pensaban en ganar la etapa, se han quedado con dos palmos de narices". A Belda su instinto atacante en todos los terrenos -al volante, frente a los micr¨®fonos, en las habitaciones- no se lo apag¨® ni la tristeza de la etapa, autov¨ªa abajo hasta Ja¨¦n. Su equipo aceler¨® en la ciudad andaluza y Sevilla, acomodado sin record¨¢rselo a todo el mundo a su papel de ayudante, a?adi¨® la genial intuici¨®n de atacar para deshacer a los dem¨¢s equipos y luego de llevarse a rueda a Valverde. Despu¨¦s, la faena fue cosa del chaval de Las Lumbreras, que c¨®mo va.
"?C¨®mo va Valverde!", fue el ¨²nico comentario, admirativo, de Francisco Mancebo, una frase para acabar con todas las disquisiciones t¨¢cticas. Mancebo iba quinto, pero Valverde le ha adelantado y le ha dejado sexto. Mancebo, que va a tope siempre que puede y parece que nunca puede ir m¨¢s all¨¢, pero siempre puede y nunca dobla la rodilla, se estimula por las noches manejando la play station y releyendo "La isla del tesoro". Vuelve a vivir con Stevenson el fin de la inocencia del ni?o que debe tomar decisiones dolorosas, y tambi¨¦n que el malo nunca es tan malo como aparenta. Tiene 27 a?os y le dice al rom¨¢ntico que le anima: "Pero no seas ingenuo a tus a?os. ?No creer¨¢s que todo es lo que parece?".
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