Nozal supera el ¨²ltimo escollo
El corredor del ONCE-Eroski cede s¨®lo poco m¨¢s de un minuto ante el esperado ataque de Heras
Seg¨²n Manolo Saiz, su director, Isidro Nozal deber¨ªa estar en esos momentos -15 minutos despu¨¦s de haber terminado la etapa, reci¨¦n bajado del podio donde le hab¨ªan pasado su 12? jersey oro- lamentando haber perdido tiempo en la sierra de la Pandera. Seg¨²n Manolo Saiz, el ser que se hab¨ªa fundido con ¨¦l en abrazo de l¨¢grimas, sudor y mocos despu¨¦s de su victoria en la contrarreloj de Albacete, Isidro Nozal s¨®lo ser¨ªa capaz de darse cuenta de la verdad de su haza?a por la noche, en la cama. Pero ni eso. Nadie que le conoce ve a Isidro Nozal, probable ganador sorpresa de la Vuelta 2003, capaz de perder cinco minutos en la cama, al acostarse, dando vueltas en la cabeza a los sucesos del d¨ªa. "Nozal no es que tenga facilidad para quedarse dormido, es que llegada la hora se desmaya y ronca", dice, admirado, iron¨ªa amorosa, Pedro Celaya, el m¨¦dico del ONCE-Eroski.
En el plazo de dos semanas y un d¨ªa, desde los lejanos tiempos de Santander en los que sus amigos lamentaban que su lentitud al sprint le hubiera privado del maillot de l¨ªder que Manolo Saiz, entonces en el papel de omnipotente, le hab¨ªa prometido para festejar la llegada de la Vuelta a su tierra, Isidro Nozal, muchachote de 25 a?os, ha pasado, sin soluci¨®n de continuidad, de gregario trabajador y honrado a l¨ªder a pesar suyo y de ah¨ª a l¨ªder gustoso y de ah¨ª a casi seguro ganador de la Vuelta y de ah¨ª a figura del ciclismo y de ah¨ª a un futuro muy diferente al que le ve¨ªa a su vida no hace tanto, al terminar el Tour, sin irse m¨¢s atr¨¢s. Y la pen¨²ltima prueba de esa transformaci¨®n acelerada la super¨® ayer, en pendientes del 15% azotadas por el sol, en un terreno que hasta entonces s¨®lo hab¨ªa sido para ¨¦l tierra de sufrimiento.
No es que ayer se lo pasara pipa, evidentemente, pero si en las duras, secas, pendientes de la Pandera se retorci¨®, apel¨® a toda su capacidad de resistencia del dolor, mantuvo la cabeza fr¨ªa, fue capaz de subir a su tran tran, un tren tan elevado que ni el desencadenado Heras pudo irse m¨¢s all¨¢ del minuto diez. Toda la etapa, la etapa que deber¨ªa ser la decisiva de la Vuelta de las autov¨ªas -Despe?aperros abajo por la Nacional IV, qu¨¦ horror est¨¦tico, los ciclistas en un atasco, a 80 por hora, sin posibilidad de emboscadas, de pruebas de fuerza previas- se redujo a cuatro kil¨®metros. Heras, como se esperaba, como necesitaba, como se obligaba, atac¨® en el momento en el que el puerto -ocho kil¨®metros de categor¨ªa especial despu¨¦s de otro 20 de continuada ascensi¨®n a trav¨¦s de olivos y encinas, el pueblo, la gente, sentado a la sombra esperando a sus h¨¦roes- m¨¢s empinado era. Lo hizo en el lugar en que lo hab¨ªa hecho el a?o anterior pero lo hizo con menos convicci¨®n, como a la fuerza, despu¨¦s de que su compa?ero Beltr¨¢n, el hombre de la tierra, el aceitunero que dej¨®, altivo, la vara del olivo por la bicicleta, intentara acelerarlo, destrozar al pelot¨®n, como hab¨ªa hecho para Armstrong en el Alpe d'Huez. Se fue Heras, primero con Unai Osa, despu¨¦s con C¨¢rdenas, al que hab¨ªa alcanzado y al que pidi¨® relevos, ayuda que nunca recibi¨®, y detr¨¢s, tambi¨¦n planificadamente, se organizaron los contrarios. No hubo apenas nada ¨¦pico en el d¨ªa. Fue un d¨ªa de gui¨®n.
As¨ª, mientras Belda acoplaba la pareja Sevilla-Valverde, la pareja en la que el favorito de la afici¨®n, el Sevilla que nunca ha ganado una etapa en la Vuelta, ayudaba a triunfar al murciano de 23 a?os, al nuevo fen¨®meno, para montar la contra, Saiz intentaba no perder la calma, frenar la sensaci¨®n de p¨¢nico, reordenar a sus hombres. Porque Nozal, que no sabe sino ser valiente, hab¨ªa intentado en todo momento seguir la rueda de Heras, marchar ah¨ª colocado. Y cuando Heras empez¨® a acelerar, se fue a adelante con ¨¦l, dejando atr¨¢s a Serrano e Igor, los hombres que al final resultar¨ªan decisivos. "Pero al tercer aceler¨®n de Heras vi que si le segu¨ªa llegaba fuera de control", dijo Nozal, quien, as¨ª, acept¨® cambiar valor por cordura. Para ello contaba con un colch¨®n de cinco minutos hinchado en tres contrarrelojes -una por equipos y dos individuales- y su convencimiento de que el kilo y medio que hab¨ªa adelgazado desde el Tour -pesa 66 kilos ahora- hab¨ªa hecho de ¨¦l casi un escalador. Poco despu¨¦s Serrano y m¨¢s tarde Igor, empujados por las voces de Saiz que se ve¨ªa, otra vez, dirigi¨¦ndoles en una contrarreloj, le alcanzaron, le guiaron, le llevaron. Y toda la estrategia de Heras se deshizo en nada. Ni gan¨® la etapa -"que es lo que peor me sienta ahora", dijo, "porque sab¨ªa que si no se hund¨ªa Nozal no ten¨ªa nada que hacer en la general"- ni adquiri¨® esperanzas de que ma?ana, en Sierra Nevada, pudiera acabarse s¨²bita la transformaci¨®n de Nozal.
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