Los caballeros siguieron cabalgando

A los siete d¨ªas de la ¨²ltima corrida de la feria propiamente dicha, lleg¨® la tradicional tarde de San Mateo, que cierra el programa taurino de Salamanca, rematando las nueve tardes de abono. En los tendidos, mucha gente nueva: la tarde de los caballos, muchos abonados deden su entrada. La plaza se llen¨®, cosa que este a?o s¨®lo se ha logrado dos veces, en contraposici¨®n a muy pobres entradas que dar¨¢n que pensar a los empresarios. Parece evidente que ning¨²n torero llena, y que ¨²nicamente de dos en dos, como la tarde en que alternaron Ponce y El Juli, se atestan los tendidos. Oscuro panorama.

Optimista fue la ma?ana porque el club taurino de Londres entreg¨® a Juan Ignacio P¨¦rez Tabernero un trofeo en recuerdo del toro Jardinero, que en la feria pasada fue considerado como el mejor. En la sala dedicada a Julio Robles en el museo taurino Primitivo S¨¢nchez Laso, repleta de trofeos del torero desaparecido, tuvo lugar la ceremonia. Y luego, a la plaza.

Y en la plaza, el delirio, la lluvia de orejas y los dos caballeros espa?oles y el portugu¨¦s en volandas, cabalgando (con perd¨®n) sobre hombros entusiastas que luego ir¨¢n a cobrar al hotel.

La aparici¨®n del joven portugu¨¦s despert¨® muchos comentarios: qu¨¦ elegante, qu¨¦ principesco, qu¨¦ lujoso, qu¨¦ sombrero. "Tricornio, se?ora", puntualiz¨® el enterado. Luego se lo quit¨®, con lo cual no particip¨® de los sombrerazos peticionarios de aplausos a los que tan dados son los caballeros en la plaza, pero como cada cual tiene sus ma?as, levantaba la bandera de los rejones o brindaba todo a los tendidos como sus colegas: las banderillas, las rosas... Ser¨¢ curioso un d¨ªa, con humor, contabilizar brindis y sombrerazos en estas corridas del arte de Marialva.

Leonardo Hern¨¢ndez estuvo muy templado en su primero, un buen toro, y eficaz en el cuarto, que cant¨® la gallina y¨¦ndose a toriles. Hermoso de Mendoza sobresali¨® sobre todo en el quinto, luciendo un perfecto equilibrio y estimable precisi¨®n en la colocaci¨®n de los arpones. El portugu¨¦s Rui Fernandes, todo ebullici¨®n juvenil, hizo lo mejor y lo peor de la tarde. Lo mejor, un sensacional quiebro, en un ladrillo, clavando arriba, en su segundo toro. Y lo peor, tambi¨¦n en ¨¦ste, un rej¨®n, en el primer tercio, en la mitad del lomo.