Agur, Arkaitz

Ya s¨¦ que este gesto que me dispongo a hacer puede resultar blanco de cr¨ªticas y dardos envenenados. Ya s¨¦ que lo que voy a hacer puede resultar, para unos, un agravio a las v¨ªctimas, y para otros, una ofensa a sus heroicos muertos. Pero es que yo s¨®lo quer¨ªa despedirme. Quer¨ªa despedirme de alguien que nunca me neg¨® el saludo y la palabra. Quer¨ªa decirte "Agur, Arkaitz" y contarte lo que me sorprendi¨® verte en esa foto que anunciaba tu muerte..., y que tu cuerpo fuera hallado nueve horas despu¨¦s del tiroteo..., y que pertenecieras a ETA..., y que fueras t¨². Me sorprendieron tantas cosas como im¨¢genes se me pasaron por la cabeza. Im¨¢genes de los tiempos en que form¨¢bamos parte de un peque?o colectivo en la Universidad de Deusto, colectivo con un ¨²nico nexo de uni¨®n, que era el simple hecho de movernos, de intentar que el trasiego universitario de algunos no se convirtiera en un pl¨¢cido sue?o, sino en un despertar a lo social y a lo pol¨ªtico, a la protesta y a la reivindicaci¨®n, a invitar, en definitiva, a mantenerse despiertos y no dormidos.

Todo eso logramos, Arkaitz, cada uno en su ¨¢mbito. Logramos sentarnos a dialogar en una misma mesa gente de muy diferente pensar, logramos reivindicar juntos algunas cosas y disentir en otras muchas. Todo ello tan s¨®lo con un instrumento, la palabra, ¨¦sa que nunca me negaste. Siento mucho que, al final, terminaras renunciando a ella, porque sabr¨ªas que, en el pa¨ªs en que vivimos, que te quiten la palabra significa vivir sin libertad; les pasa a muchos, y vivir sin libertad puede significar la muerte, s¨®lo que, en este ¨²ltimo paso, algunos perecen asesinados y otros mueren matando.