Un informe "pasado de sal"
La incapacidad para hallar pruebas firmes contra Sadam llev¨® al Gobierno brit¨¢nico a tergiversar los datos que justificaron la guerra
Preguntado en la comisi¨®n investigadora presidida por lord Hutton sobre si el Gobierno de Tony Blair hab¨ªa dado una "importancia indebida" a la afirmaci¨®n de que Sadam Husein pod¨ªa lanzar armas de destrucci¨®n masiva con una advertencia de s¨®lo 45 minutos, el jefe del MI6[contraespionaje brit¨¢nico] declar¨® que ¨¦sta era una "cr¨ªtica v¨¢lida", habida cuenta de la "mala interpretaci¨®n" que hab¨ªa tenido.
La mala interpretaci¨®n era lo que el Gobierno quer¨ªa que creyera el p¨²blico: que las armas de destrucci¨®n masiva de las que hablaban eran misiles bal¨ªsticos de largo alcance capaces de atacar Londres, cuando -seg¨²n acept¨® Dearlove- lo que quer¨ªan decir los datos en los que se apoyaba esa afirmaci¨®n era la posibilidad de que Sadam pudiera utilizar armas qu¨ªmicas o biol¨®gicas de corto alcance, lanzadas desde morteros, en un campo de batalla.
Los brit¨¢nicos empiezan a asimilar que la amenaza iraqu¨ª no era inminente
Un esp¨ªa declar¨® que se hab¨ªan buscado "palabras para reforzar objetivos pol¨ªticos"
Antes, el 2 de septiembre, otro esp¨ªa, Brian Jones, recientemente retirado de los servicios de informaci¨®n de Defensa, asest¨® el primer golpe destructor al Gobierno al confesar que hab¨ªan existido graves preocupaciones en los c¨ªrculos de los servicios secretos sobre el lenguaje tan en¨¦rgico empleado para calificar la amenaza iraqu¨ª. En una expresi¨®n que es pr¨¢cticamente equivalente al "m¨¢s sexy" del periodista de la BBC, Andrew Gilligan, Jones dijo que se hab¨ªan "pasado de sal" con el dossier; que en los servicios de informaci¨®n se tem¨ªa que hubieran participado en su elaboraci¨®n los "vendedores de historias". Otro miembro de los servicios secretos al que no se vio y al que s¨®lo se identific¨® como Mr. A dijo que el expediente "hab¨ªa recorrido las oficinas" para encontrar "palabras que reforzasen ciertos objetivos pol¨ªticos".
Sin embargo, la prueba m¨¢s concluyente de la econom¨ªa de Downing Street respecto a la verdad surgi¨® de all¨ª mismo, del hombre que -con la posible excepci¨®n de Alastair Campbell, el portavoz del primer ministro- era el m¨¢s estrecho colaborador de Blair, su jefe de gabinete, Jonathan Powell. Como prueba, adem¨¢s, de la asombrosa independencia de lord Hutton, se present¨® durante la investigaci¨®n un correo electr¨®nico en el que Powell escrib¨ªa, una semana antes de que se hiciera p¨²blico el dossier y cuando todav¨ªa se estaba discutiendo su contenido, que no ofrec¨ªa pruebas de ninguna "amenaza inminente" por parte de Sadam. En el mensaje, enviado antes de que se publicara el dossier de septiembre, Powell dec¨ªa que el borrador "no contribuye a demostrar que haya una amenaza, y mucho menos una amenaza inminente por parte de Sadam". Powell, que dirig¨ªa su mensaje al presidente del comit¨¦ conjunto de informaci¨®n, John Scarlett, y a Alastair Campbell, aconsejaba en contra de afirmar que exist¨ªan pruebas de que Sadam representaba una amenaza inminente. "Debemos dejar claro, al hacer p¨²blico el documento, que no afirmamos tener pruebas de que ¨¦l
es una amenaza inminente", escrib¨ªa Powell el 17 de septiembre. Una semana despu¨¦s, el 24 de septiembre, se publicaba el dossier, con un prefacio en el que se dec¨ªa que Sadam Husein era una "amenaza grave y presente".
Dos d¨ªas despu¨¦s, seg¨²n averigu¨® tambi¨¦n la comisi¨®n Hutton, un portavoz de Downing Street, Tom Kelly, escribi¨® a Campbell un mensaje en el que se lamentaba de "la incapacidad para decir que Sadam Husein podr¨ªa apretar el gatillo nuclear en cualquier momento". Richard Ingrams, columnista en The Observer, resumi¨® lo que Clare Short hab¨ªa calificado como "la enfermedad" que corro¨ªa al Gobierno de Blair en estos t¨¦rminos: "Qu¨¦ frustrante debe de haber sido para Tom Kelly, Campbell y compa?¨ªa darse cuenta, despu¨¦s de todos sus esfuerzos, de que no hab¨ªa nada que indicara que el dictador iraqu¨ª pod¨ªa detonar un arma nuclear en cualquier momento y, con ello, provocar el fin de la civilizaci¨®n", escrib¨ªa Ingrams en su art¨ªculo. "La confesi¨®n de Tom Kelly, uno de los numerosos correos electr¨®nicos dados a conocer la semana pasada, ilustra mejor que ninguna otra cosa el estado de ¨¢nimo del Gobierno en las semanas anteriores a la guerra. ?Ojal¨¢ Sadam tuviera una bomba nuclear! ?Ojal¨¢ pudi¨¦ramos decir que ten¨ªa el dedo en el bot¨®n! ?Ojal¨¢ pudi¨¦ramos alertar a la naci¨®n sobre la posible destrucci¨®n inminente de Londres!".
Lo cual es una forma ligeramente sat¨ªrica de se?alar la verdad que est¨¢n empezando a asimilar casi todos los brit¨¢nicos, es decir, que la amenaza contra Gran Breta?a, o cualquier otro lugar de Europa, no era inminente. Y que, por tanto, como muestra el hecho de que, cinco meses despu¨¦s de la guerra, no se hayan encontrado armas de destrucci¨®n masiva de ning¨²n tama?o ni condici¨®n, los motivos para la guerra y la necesidad de una ocupaci¨®n militar aparentemente interminable no se expusieron bien. Fue una guerra de elecci¨®n, no de necesidad. Hugo Young, un brillante columnista pol¨ªtico de The Guardian que muri¨® la semana pasada de c¨¢ncer, dec¨ªa en su ¨²ltimo art¨ªculo publicado: "Las informaciones, con la culminaci¨®n del dossier, ten¨ªan que ajustarse a una decisi¨®n previa. ?se ha sido el gran factor de conjunto en la guerra que Blair no confesar¨¢ jam¨¢s, pero no puede negar de forma convincente. Estaba decidido a ir a la guerra meses antes de decirlo... Necesitaba esos datos tergiversados para tener argumentos, y la verdad es que no le import¨® lo que tuviera que decir para conseguirlo".
Gracias al sacrificio de David Kelly, la inesperada n¨¦mesis del Gobierno brit¨¢nico, lord Hutton ha reunido las pruebas necesarias para decir, si as¨ª lo decide, exactamente eso mismo.
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