?ngeles
Como ¨¦sta es una ciudad en la que hay tantos ¨¢ngeles barrocos en cuadros, retablos y pasos de Semana Santa, se me antoja hablar de otros ¨¢ngeles m¨¢s dif¨ªciles de conocer o nombrar como son los de Alberti en el libro Sobre los ¨¢ngeles. Se me antoja adem¨¢s porque, por eso de tratarse de poes¨ªa surrealista, la interpretaci¨®n puede ser m¨¢s libre y subjetiva. Son trozos robados a poemas que me gustaron especialmente.
Seg¨²n Aitana Alberti, para su padre los ¨¢ngeles eran los impulsos que llegaban a sus sentimientos. Entre ellos est¨¢ el rabioso, a quien el poeta pregunta qu¨¦ fue lo que le hizo "... ?Para que con tu agrio aliento / me incendies todos mis ¨¢ngeles?". Su boca huele a odios y rencores con cuya luz -pues la oscuridad siembra dudas- tambi¨¦n agria, intenta convencer y envolver. Eso es conocerse a s¨ª mismo y lo dem¨¢s es cuento. Hay que ser poeta para llegar a esa clarividencia sin la ayuda de un psic¨®logo.
Los ¨¢ngeles de la prisa le empujaban haciendo o¨ªdos sordos a su grito "...?Paradme! / Nada. / ?Paradme todo, un momento! / Nada. / No quer¨ªan que yo me parara en nada". Parece actual: en estos tiempos se comprende perfectamente: una voluntad nuestra de correr y otra voluntad ajena de escamotearnos el tiempo para reflexionar.
El ¨¢ngel de las bodegas es un poema corto, como todos los de este libro, dividido en dos partes: en la primera se est¨¢ muriendo la flor del vino y en la segunda est¨¢ ya muerta. "... Aquel d¨ªa baj¨¦ a tientas a tu alma encalada y h¨²meda. / Y comprob¨¦ que un alma oculta fr¨ªo y escaleras / y que m¨¢s de una ventana puede abrir con su eco otra voz, si es buena". Aqu¨ª todos sabemos que la cal se emplea para quitar la humedad que vuelve a salir otra vez y de nuevo se encala; por eso es h¨²meda y fresca adem¨¢s de clara. "...La flor del vino blanco, sin haber visto el mar, / muerta. / Las penumbras se beben el aceite y un ¨¢ngel la cera. / He aqu¨ª paso a paso toda mi larga historia. / Guardadme el secreto, aceitunas, abejas". Es un crimen cortar por en medio este ¨¢ngel que cuenta toda una vida; pero aun as¨ª se aprecia su belleza.
Por ¨²ltimo, en el final de Muerte y juicio, Alberti dice que ¡¤... Para ir al infierno no hace falta cambiar de sitio ni postura". Por eso, digo yo, si nos movemos quiz¨¢ consigamos algo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.