De mitos y leyendas urbanas ante lo gay
La republicitada segunda edici¨®n de la Muestra Mundo Gay de Sevilla ha sido suspendida finalmente in extremis, alegando los organizadores razones de ¨ªndole diverso y nada convincentes, pretendiendo posponerla para el pr¨®ximo a?o sin fecha cerrada. La primera edici¨®n constituy¨® un rotundo fracaso tanto de convocatoria como de asistencia de empresas, y esta edici¨®n (que deb¨ªa celebrarse entre el 11 y el 14 de septiembre) iba camino sin duda de convertirse en una secuela de la primera.
Esta Feria nos anunciaba todo un mundo de productos y servicios dise?ados exclusivamente para gays. Lesbianas y transexuales deb¨ªan abstenerse por tanto. Todo ello porque el gay consume, se gasta su sueldo en exquisiteces y lujo, y adem¨¢s no tiene que mantener a mujer e hijos, con todo el gasto superfluo que ello conlleva. Y es que el mito del alto nivel adquisitivo del gay se ha vendido como una de las verdades m¨¢s sagradas y eternas del marketing moderno.
La mitolog¨ªa de lo gay es algo ya tan aceptado normalmente como las leyendas urbanas, y que al igual que ¨¦stas no se sabe c¨®mo han surgido ni quien las ha difundido. Aparecen de pronto en la imaginer¨ªa popular como algo probado cient¨ªficamente que no admite r¨¦plica ni tiene sentido la misma, y se muestra con unos ejemplos a primera vista irrefutables.
El mito principal que rodea al gay es -c¨®mo no- el del alto nivel adquisitivo, y claro... todo el mundo conoce gays ricos para ilustrarlo. ?Pero de d¨®nde proviene este mito? Dicen que de las encuestas, unas encuestas realizadas por empresas o organizaciones directamente implicados, o por las mismas agencias publicitarias que tratan de medrar y sacar una gran tajada de la enorme tarta de la parcelaci¨®n del consumo, puesto que el consumo del gran p¨²blico est¨¢ completamente saturado. Unas encuestas que debido a la situaci¨®n de merma de derechos y libertad de gays, muchos en el armario o con doble vida o no aceptados, est¨¢n cient¨ªficamente viciadas de por s¨ª, puesto que s¨®lo se realizan en los sitios espec¨ªficos de ocio y esparcimiento gays, donde obviamente abundan los gays con m¨¢s disponibilidad econ¨®mica.
Por supuesto que existen esos gays con alto nivel adquisitivo, que son los m¨¢s asiduos a estos sitios de ocio y esparcimiento gay, y los pocos que se pueden permitir vivir en los cada vez m¨¢s cotizad¨ªsimos y autollamados "barrios gays", gracias a sus holgados sueldos. Pero tambi¨¦n existen una infinidad de gays, estudiantes, parados, o simplemente con un sueldo lo justo para sobrevivir, que no se pueden dar el lujo -o el "glamour", como se quiera llamar- de consumir en estos sitios pagando el "impuesto revolucionario" que exigen los empresarios.
Esta es una de las mayores incongruencias de este tipo de locales, donde en la teor¨ªa de algunos ir¨ªamos a refugiarnos los gays de una sociedad hostil y expresarnos tal como somos sin miedos. Y lo que deber¨ªa consistir en una muestra de solidaridad entre nosotros se convierte en un n¨ªtido negocio que se aprovecha de esa inseguridad y p¨¢nico, obligando a pagar ese extra de seguridad en forma de "impuesto revolucionario".
Muchos intentan vanamente vender esa explotaci¨®n comercial bajo el suave manto de que fomenta al propio gay, cuando el negocio poco entiende de orientaci¨®n sexual, ya que muchos de los empresarios que est¨¢n detr¨¢s no son siquiera gays. Y qu¨¦ no decir de la reinversi¨®n en el propio colectivo de parte de lo recaudado a causa de nuestra discriminaci¨®n, que deber¨ªa ofrecerse solidariamente para la lucha contra la misma discriminaci¨®n que hace rico a algunos. Pocos son los empresarios verdaderamente concienciados y solidarios con esta desigual lucha, y solamente se reinvierten migajas, eso s¨ª publicitadas con alharacas, banda de m¨²sica y alfombra roja, pidiendo por ello ser considerados adalides de la causa gay.
Ya que hablamos del mito del alto poder adquisitivo del gay, lo mismo podr¨ªamos indicar del mito del alto nivel de estudios o de la exquisita sensibilidad y del buen gusto de los gays. Todo: mitos o leyendas urbanas que se han extendido en el f¨¢cilmente impresionable subconsciente colectivo de nuestra sociedad actual, que a¨²n deja espacio para el romanticismo rosa entre tanta actualidad del cotilleo y el marujeo patrio.
Los primeros que se dejan convencer de estos mitos son los propios gays, que abrazan su fe inconmensurable en los mitos como parte de su iniciaci¨®n dogm¨¢tica dentro de la conformaci¨®n de la invenci¨®n del estilo de vida gay.
Paco Ram¨ªrez es director de Comunicaci¨®n de la Federaci¨®n Colectivo de Gays y Lesbianas, Colega.
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