Blair logra la aclamaci¨®n de sus bases al prometer la tercera victoria laborista
El primer ministro brit¨¢nico reafirma su pol¨ªtica sobre Irak ante la conferencia de su partido
El primer ministro brit¨¢nico, Tony Blair, fue aclamado ayer por el congreso del Partido Laborista como su l¨ªder indiscutible, el que les ha de llevar a un hist¨®rico tercer triunfo en las elecciones generales de 2005. Tras varios meses de crisis permanente por las divisiones provocadas por la guerra de Irak, las bases laboristas dejaron muy claro en el congreso que se celebra en Bournemouth por qui¨¦n apuestan para el futuro. Por si hab¨ªa alguna duda, el primer ministro les lanz¨® un mensaje sin lugar a equ¨ªvocos: "Yo s¨®lo tengo una direcci¨®n, y no tengo marcha atr¨¢s". O lo tomas, o lo dejas.
"Yo s¨®lo tengo una direcci¨®n, y no tengo marcha atr¨¢s", dijo Blair en el congreso
Blair pr¨¢cticamente ya hab¨ªa ganado el partido antes de jugarlo, sin bajarse del autob¨²s. Los delegados lo recibieron con una ovaci¨®n tan larga como la que la v¨ªspera hab¨ªa despedido a Gordon Brown, aunque quiz¨¢ menos espont¨¢nea y desde luego menos cerrada que la del canciller del Exchequer, que hab¨ªa tocado la fibra de la militancia con una ret¨®rica defensa de un retorno a las ra¨ªces del laborismo. Y lo despidieron con una ovaci¨®n de siete minutos y medio, considerada todo un r¨¦cord en los congresos laboristas. Blair volvi¨® dos veces a saludar al escenario, reclamado por una platea absolutamente entusiasmada.
Y no es que el primer ministro adoptara ayer un tono apocal¨ªptico o buscara el aplauso f¨¢cil como hab¨ªa hecho Brown 24 horas antes, cuando el ministro del Tesoro se present¨® impl¨ªcitamente como alternativa al liderazgo de Blair. El primer ministro opt¨® por un tono suave, por un discurso casi plano, pero con mucho calado. "Ha sido un discurso cromwelliano, sin ninguna concesi¨®n al barroquismo", elogi¨® despu¨¦s el ministro para Europa, Denis MacShane.
Sin barroquismos, quiere decir que Blair fue al grano, que dej¨® las cosas claras: pod¨¦is cambiarme si quer¨¦is, pero no hay alternativa, vino a decir. El primer ministro empez¨® reivindicando el trabajo hecho. "Dicen los c¨ªnicos que el Nuevo Laborismo es una m¨¢quina de ganar elecciones, pero que hemos hecho poco m¨¢s", ironiz¨®. Y lanz¨® algunas estad¨ªsticas para parar en seco de inmediato: "Pero no son las estad¨ªsticas las que nos van a decir lo que hemos cambiado, sino la gente". Fue un discurso dedicado mucho m¨¢s all¨¢ de las bases laboristas, que pretend¨ªa explicar a los brit¨¢nicos que, aunque discrepen con ¨¦l en muchas cosas, no hay alternativa. "Ha dejado muy claro que el liderazgo no est¨¢ en discusi¨®n", apunt¨® MacShane.
La divisi¨®n por Irak
"Irak ha dividido a la comunidad internacional. Ha dividido al partido, al pa¨ªs, a familias enteras, a los amigos", concedi¨® Blair enseguida, sabedor de que ¨¦se es el punto que m¨¢s fragmenta al laborismo en p¨²blico a pesar de que las verdaderas batallas internas descienden pronto a la vida cotidiana, a las disyuntivas entre p¨²blico y privado, entre viejo y nuevo laborismo. "No desprecio a ninguno de los que est¨¢n en desacuerdo conmigo. Pero les digo una cosa: combatid mi decisi¨®n, pero al menos entended por qu¨¦ la he tomado y por qu¨¦ la tomar¨ªa otra vez", pidi¨® Blair. "Imaginad que sois primer ministro. Que recib¨ªs toda esa informaci¨®n de espionaje. Y no s¨®lo sobre Irak, sino sobre todo ese mercado de armas de destrucci¨®n masiva".
"No lamentamos la ca¨ªda de Milosevic, ni la expulsi¨®n de los talibanes o la liberaci¨®n de Sierra Leona, y por muchos desacuerdos que tengamos, Irak es un pa¨ªs mejor sin Sadam", proclam¨®. Blair no convenci¨® a sus cr¨ªticos en ese punto, pero probablemente tampoco lo esperaba. "El mismo farsante de siempre", se lamentaba un delegado tras la conferencia.
Tampoco los convenci¨® cuando dej¨® claro que no iba a renunciar a sus pol¨¦micas propuestas para aumentar las tasas universitarias o para impulsar la gesti¨®n privada en el gran mastodonte en que se ha convertido el sistema p¨²blico de salud, el NHS. Pero ironiz¨® respecto a los problemas con que se enfrenta. "La gente me pregunta si no me sorprendo de que las cosas se hayan puesto tan dif¨ªciles. Y lo que les contesto es que lo que me sorprende es que hayan tardado tanto en ponerse dif¨ªciles".
El primer ministro roz¨® a veces la insolencia. "Cuando vayamos a las pr¨®ximas elecciones no vamos a buscar los votos en la izquierda pura, sino en la derecha pura. Los tories", dijo, para lanzar su gran ¨®rdago poco despu¨¦s, cuando evoc¨® los a?os en que era un mero diputado que apenas empezaba a hacer pol¨ªtica, los tiempos de Neil Kinnock, los primeros a?os ochenta. "Lo que aprend¨ª aquellos d¨ªas no era sobre la extrema izquierda; era una cuesti¨®n de liderazgo. Liberaos de las falsas opciones: principios o no principios. Reemplazad eso por la verdadera elecci¨®n. Atr¨¢s o adelante. Y yo s¨®lo tengo una direcci¨®n. Yo no tengo marcha atr¨¢s", advirti¨®, altivo.
Con esas palabras le estaba diciendo al Partido Laborista y a toda Gran Breta?a que, hoy por hoy, no hay alternativa a su liderazgo. Que derribarle a ¨¦l en nombre de la ortodoxia de la izquierda, de esa izquierda ret¨®rica elevada la v¨ªspera a los altares por Gordon Brown, ser¨ªa un paso atr¨¢s. Que volver a los viejos tiempos de luchas internas ser¨ªa otro paso atr¨¢s porque acabar¨ªa devolviendo el poder a los conservadores.
"No quiero s¨®lo un hist¨®rico tercer mandato", proclam¨®, casi mesi¨¢nico. "Nuestra meta tiene que ser un hist¨®rico realineamiento de las fuerzas pol¨ªticas que conforman nuestro pa¨ªs y el mundo entero. Despu¨¦s de seis a?os y medio, nos encontramos ante una oportunidad fant¨¢stica y podemos aprovecharla o perderla. S¨ª, son tiempos dif¨ªciles. Pero no s¨®lo ponen a prueba nuestra confianza, sino nuestro car¨¢cter. Y son tiempos de renovaci¨®n, no de retirada". ?l, desde luego, no se va.
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