Un combate en toda regla
La localidad de Habaniya sufre uno de los m¨¢s duros ataques por parte de EE UU desde que acab¨® oficialmente la guerra
La sombra de un palmeral y el verdor producto de una cercana corriente de agua de un arrabal de Habaniya, a unos 60 kil¨®metros al oeste de Bagdad, hacen dif¨ªcil de creer que s¨®lo 24 horas antes esta localidad fuera testigo de uno de los m¨¢s duros combates del Ej¨¦rcito de EE UU con milicianos iraqu¨ªes desde que el pasado 1 de mayo se diera oficialmente por terminada la guerra. Los habitantes de varias casas parcialmente destruidas se arremolinan para contar el miedo que pasaron cuando los estadounidenses llegaron a sus viviendas. Algunos hombres fueron detenidos acusados de colaborar con la resistencia.
"Los americanos vinieron con todo lo que ten¨ªan, las mujeres salieron de casa y los hombres se quedaron", relata Naji Kurdi el Kaisi, que se autodenomina "jefe de seguridad" en la zona y que asegura no tener ning¨²n contacto con la resistencia. El grupo de cinco viviendas, cada una con dos pisos y amplias balconadas, presenta las cicatrices de un ataque militar en toda regla. Las habitaciones de las plantas de abajo est¨¢n plagadas de impactos de bala que han arrancando de cuajo los marcos de las ventanas y los quicios de las puertas. En las plantas superiores, grandes boquetes delatan el empleo de los carros de combate y en los tejados se observan dos grandes agujeros dejados por cohetes lanzados desde helic¨®pteros.
Los vecinos aseguran que nadie disparaba desde el interior de las casas, pero el lenguaje y los detalles que jalonan su conversaci¨®n muestran gran familiaridad con la resistencia. "El combate se inici¨® a unos 2.000 metros de aqu¨ª", dice El Kaisi, se?alando un palmeral. "All¨ª la resistencia combati¨® desde las cinco de la ma?ana hasta la tarde. Eran muchos. Los americanos ten¨ªan muchas dificultades. Luego, los muyahidin [combatientes] se escabulleron". El lugar de los enfrentamientos es una zona abierta con algunas granjas que tambi¨¦n muestran se?ales de ataques. La zona cubierta m¨¢s cercana es el palmeral y el grupo de cinco viviendas. "Ten¨ªan al menos seis helic¨®pteros y varios carros de combate y se dirigieron contra las casas". Al comentarle que tal despliegue de medios no corresponde en absoluto a un registro de los que habitualmente efect¨²an los soldados estadounidenses y brit¨¢nicos, El Kaisi se encoge de hombros y aventura: "Vendr¨ªan a por el oro y el dinero".
Las fuerzas estadounidenses en Bagdad informaron de duros combates en la zona con empleo de carros de combate y helic¨®pteros y de la detenci¨®n de varias personas. Luai Saleh dice ser una de ellas. Fue detenido junto a su padre, Saleh Hasan, y su t¨ªo Faisal Kulil en una de las viviendas bombardeadas. "Entraron y nos detuvieron. Quer¨ªan saber d¨®nde ten¨ªamos las armas. Les dijimos que no hab¨ªa y se llevaron el oro, el dinero y hasta los cuchillos de la cocina". Saleh afirma que fue trasladado a una antigua base de la fuerza a¨¦rea iraqu¨ª situada a unos pocos kil¨®metros de all¨ª, donde fue interrogado por agentes estadounidenses ayudados por un traductor egipcio. "Quer¨ªan saber cosas de la resistencia". Dice que recibi¨® un sopapo de un soldado de EE UU, aunque no muestra marca alguna. Sus mu?ecas est¨¢n hinchadas y rozadas por las esposas. "Me liberaron porque les dije que tengo 15 a?os", relata, sin confirmar si es su verdadera edad.
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