Arabia Saud¨ª se moviliza contra el terrorismo isl¨¢mico
El triple atentado del pasado mayo obliga a los saud¨ªes a enfrentarse contra el extremismo religioso que genera
Cinco meses despu¨¦s del triple atentado de Riad, las heridas son a¨²n visibles en la urbanizaci¨®n Dorrat al Yadawel, una de las afectadas. La entrada norte sigue inutilizable y numerosas casas tienen puertas y ventanas selladas con paneles de madera. M¨¢s all¨¢ de los da?os materiales, se percibe el miedo. "La gente se est¨¢ yendo", conf¨ªa Johnny Ellin-Rodr¨ªguez, un ingeniero puertorrique?o que result¨® herido y desde entonces cuenta los d¨ªas para su salida. Una cuarta parte de las 415 viviendas permanecen vac¨ªas y el recinto, como el resto de los que alojan a extranjeros y los edificios oficiales, est¨¢ rodeado de bloques de cemento y de vigilancia militar. El 12 de mayo ha sacudido a la sociedad y al Gobierno saud¨ªes.
"El 12-M fue nuestra versi¨®n del 11-S", admite Raid Qusti, jefe de la delegaci¨®n en Riad del diario Arab News. "Ten¨ªamos que haber reaccionado tras el ataque a las Torres Gemelas
[15 de los 19 suicidas eran saud¨ªes], pero en lugar de preguntarnos por qu¨¦ hab¨ªa sucedido, nos limitamos a buscar excusas y toda clase de teor¨ªas conspiratorias", a?ade este joven periodista, "hasta que el terror lleg¨® a nuestro patio". Esa noche, en ataques casi simult¨¢neos, tres comandos terroristas hicieron estallar sus veh¨ªculos con explosivos en sendas urbanizaciones de la capital saud¨ª. Hubo 35 muertos, incluidos los nueve suicidas, y una v¨ªctima m¨¢s: la confianza en la seguridad del Reino.
"Tuve p¨¢nico", reconoce Ghada al Tubaishi, una destacada mujer de negocios cuyo domicilio se halla pr¨®ximo a la urbanizaci¨®n Al Hamra. "Temblaron las paredes y durante tres d¨ªas no me atrev¨ª a salir de casa, luego he evitado ir a las urbanizaciones o a los grandes centros comerciales, incluso prohib¨ª a mi hijo que fuera al McDonalds", conf¨ªa a¨²n intimidada. La suspensi¨®n de la vida social afect¨® a su trabajo como organizadora de desfiles de moda (clandestinos), inauguraciones de empresas o reuniones de trabajo. "Despu¨¦s del verano, estamos volviendo a la normalidad, pero cuesta acostumbrarse a todas esas barreras y controles", apunta, "es una sombra que se cierne sobre nosotros". "La gente ha empezado a sentir el fuego", asegura Saleh al Namlah, viceministro de Informaci¨®n responsable de la prensa extranjera. Este catedr¨¢tico de Ciencias Pol¨ªticas, formado en Estados Unidos, es una de las ¨²ltimas adquisiciones del Gobierno para tratar de mejorar la imagen de Arabia Saud¨ª en el mundo. "Existe un problema y tenemos que solucionarlo", admite.
Desde mayo, las autoridades saud¨ªes han lanzado una agresiva campa?a contra los extremistas. En varias operaciones bien publicitadas (la ¨²ltima hace dos semanas), las fuerzas de seguridad han detenido a por lo menos dos centenares de sospechosos en todo el pa¨ªs. Otra docena de ellos y varios polic¨ªas han resultado muertos. Varios estaban buscados por EE UU como pertenecientes a Al Qaeda. M¨¢s a¨²n, Riad ha puesto fin a lo que Sandy Berger, el que fuera asesor de Seguridad Nacional con Bill Clinton, calificaba de "tolerancia con el movimiento general del extremismo isl¨¢mico en la regi¨®n". A pesar de ello, las reiteradas peticiones de este diario para entrevistarse con alg¨²n responsable de la lucha antiterrorista han quedado sin respuesta.
"El Gobierno de Estados Unidos est¨¢ muy satisfecho con la colaboraci¨®n saud¨ª en la lucha contra el terrorismo", manifiesta un portavoz de la Embajada norteamericana en Riad. "Desde el d¨ªa siguiente del 11-S se mostraron muy activos, pero a partir del 12 de mayo ha habido una cooperaci¨®n sin precedentes", explica John Burgess, "nos han dado acceso a todos los sospechosos saud¨ªes detenidos en el pa¨ªs".
El del 12-M no ha sido el primer atentado en Arabia Saud¨ª. En 1995 en Riad y en 1996 en Jobar, sendos ataques mataron a 24 ciudadanos estadounidenses. La capital saud¨ª tambi¨¦n sufri¨® varias bombas durante el a?o 2000. Pero las primeras fueron "contra los americanos" y las segundas se atribuyeron a la mafia del contrabando de alcohol. Ahora ha sido distinto. La mayor¨ªa de las fuentes consultadas coinciden en se?alar motivos internos. "Hab¨ªa pocos norteamericanos, y si ellos hubieran sido el objetivo hay muchos otros lugares donde causar m¨¢s da?o", asegura un inversor financiero occidental que trabaja para la familia real. En su opini¨®n, Arabia Saud¨ª est¨¢ en guerra. Burguess no comparte que los ataques tuvieran un motivo pol¨ªtico, "fuera de lo pol¨ªtico-religioso", aunque reconoce que los extremistas se alimentan en parte del malestar que genera en la poblaci¨®n la "extravagante forma de vida" de algunos pr¨ªncipes.
Pero el extremismo religioso es s¨®lo parte del problema. Las cr¨ªticas apuntan a un sistema donde la religi¨®n, el islam, impregna no s¨®lo la sociedad sino tambi¨¦n la pol¨ªtica. "Es como en Europa durante la Edad Media, las autoridades religiosas deciden qu¨¦ pol¨ªticas son aceptables y cu¨¢les no", describe Qusti.
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