El olvido
"El olvido es una bendici¨®n", dijo mi amigo Mohamed El Khatib, sentado frente a m¨ª, una vez m¨¢s, en el merendero El Rawda-Chatila, mientras anochec¨ªa sobre el mar en la Corniche beirut¨ª y la noria se iluminaba. Khatib, palestino, ha vivido y presenciado tragedias suficientes, a lo largo de suficientes d¨¦cadas como para resultar fervoroso partidario de un cierto modo de olvido que, pienso, a todos nos es imprescindible, a poco que hayamos experimentado algunos zarpazos de la vida. Es la costra que un d¨ªa cubre la llaga, se seca y cae, dejando s¨®lo un rastro algo m¨¢s claro en la piel, para que recordemos -sentimiento clave: ya sin dolor- que no debe haber sitio para la amnesia.
Un mes transcurrido en Beirut, viviendo mi otra vida, o mi otra encarnaci¨®n, da para mucho olvido del dolor, para mucha asunci¨®n de las cicatrices reales sin que la pena ataque frontalmente durante mis paseos por la ciudad amada, tan cambiada y tan fiel a s¨ª misma, reconstruida con el furor de siempre y, como siempre, amenazada por su impulso germinal de autodestrucci¨®n, caracter¨ªstica que la mantiene singularmente viva. Mis paseos y mis anocheceres junto al Mediterr¨¢neo del otro lado, y mis amaneceres en el balc¨®n, escuchando la oraci¨®n de la ma?ana procedente de la cercana mezquita y las alegres campanadas de la vecina iglesia cat¨®lica. Cu¨¢nto recuerdo, cu¨¢nto olvido, cu¨¢nta hermosa melancol¨ªa calentando suavemente mi sangre.
Hay mil ciudades en Beirut, que no se mezclan. Ciudades superpuestas en el tiempo y ciudades que existen simult¨¢neamente, sin rozarse. Siempre he cre¨ªdo que la capital de L¨ªbano es una par¨¢bola de lo que el mundo tiende a convertirse, un espacio en donde nos superponemos sin transmitirnos, en donde nos cruzamos sin contaminarnos. De vez en cuando, una chispa estalla y arde la trama que nos manten¨ªa en relativa calma. Cuando la conoc¨ª, Beirut ard¨ªa y nuestro mundo permanec¨ªa tranquilo. Hoy ella y yo sabemos lo dif¨ªcil que resulta mantener esa forzada calma que apacigua a las tribus. Cualquier baboso puede jug¨¢rsela a cara o cruz.
Cierta forma de olvido es necesaria. Aunque no tanto para que yo no recuerde, en ¨¦ste mi regreso a casa, a los empecinados babosos de aqu¨ª.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.