Poder (PP) valenciano y eficiencia
La realidad es obstinada. El poder, tambi¨¦n. Como la contumacia de ¨¦ste en negar aqu¨¦lla. El Partido Popular, sus representantes en la Comunidad Valenciana est¨¢n empe?ados en una tarea in¨²til: decirnos que su "influencia" en Madrid no s¨®lo es importante, por supuesto para ellos, sino que crece con el paso del r¨¦gimen "popular", en beneficio, dicen, de los ciudadanos valencianos. Cuentan, para difundir la especie, con medios, voceros, y la complicidad de la anestesia que unos y otros administran a la ciudadan¨ªa.
Sin embargo la conocida demagogia de los hechos se impone. As¨ª la ejecuci¨®n presupuestaria, honra y prez, junto a la estabilidad, del r¨¦gimen. Contrapunto a la euforia medi¨¢tica del d¨¦ficit cero, de la convergencia real con la Uni¨®n Europea, merced, entre otras causas, a las aportaciones de los viejos europeos, rebeldes y antiguos, como Alemania. O a los proyectos que se publicitan, a tambor batiente, y eternizan en los resignados estados contables de los presupuestos del Estado durante a?os.
La opacidad en la presentaci¨®n, la cicater¨ªa en la daci¨®n de cuentas a los ciudadanos, a trav¨¦s de sus representantes parlamentarios, constituyen la norma del enga?o, agigantada con el paso del tiempo y la arrogancia de quienes consideran a la democracia un instrumento m¨¢s para la perpetuaci¨®n de su poder, un poder que, consideran, siempre les perteneci¨®, y que s¨®lo unos pocos a?os anduvo descarriado en manos de quienes siempre debieron perder.
Sin Oficina Presupuestaria en el Parlamento, y sin m¨¢s medios que los que proporciona el tes¨®n artesano y la constancia en el inquirir, la conclusi¨®n no puede ser otra, pese a todo, que a la jactancia se opone lo menguado, y falso, de los resultados.
La ejecuci¨®n del presupuesto del Estado para la Comunidad Valenciana, a la altura de la ¨²ltima semana de julio del a?o en curso, no arroja sino un saldo desolador. En mayor medida si se tiene en cuenta lo perentorio y evidente de las exigencias ciudadanas, y el d¨¦ficit acumulado de la acci¨®n p¨²blica desde los inicios del r¨¦gimen. Compromisos, y ejecuci¨®n efectiva de las inversiones por los suelos.
En Interior -la siempre cacareada seguridad- un 17% efectivo. En Fomento -?de qu¨¦?, y ante la no menos jaleada competitividad de las infraestructuras-, un 34%. En medio Ambiente -con la sostenibilidad ante los chapapotes de toda ¨ªndole-, un 32%. Y en la Cultura -?ay!, transferida y ayuna de estado-, otro 32%. Y de por medio agosto, que los datos son de julio como se advirtiera. Y por delante, las sucesiones diversas, y las elecciones acumuladas, entre las ocupaciones imperiales de signo diverso que desde?an la realidad obstinada de lo cotidiano. Todo sin entrar en las dotaciones iniciales, su raquitismo, y el agravio territorial que suponen, y del que tendremos ocasi¨®n de opinar a prop¨®sito de las previsiones enso?adas para el 2004. Y si el lector es optimista que fije su atenci¨®n en la ¨²ltima columna: un exiguo 40% para todo.
Poco, mal, tarde. Ni comprometido, ni menos a¨²n ejecutado, esto es, invertido. Entre tanto seguiremos esperando una ronda por aqu¨ª, un cercan¨ªas por all¨¢, un desdoblamiento acull¨¢. Y que los barrancos inunden, desbordados, sus riberas, los humedales aguarden su aterramiento, o que los riegos conf¨ªen en su racionalizaci¨®n. Eso s¨ª, con impuestos, directos o camuflados que, en su subida y ampliaci¨®n, agrandan el agravio de empresarios, de trabajadores, de consumidores y usuarios. Paganos, como suele tildarse al especimen humano de estas tierras, entre el Cenia y el Segura. Paganos, ahora, de pagar. Tal vez "muelles", como quer¨ªa el Conde-Duque de Olivares, y m¨¢s "muelles", quienes, obsecuentes, inclinan la cerviz ante el peque?o Leviat¨¢n mesetario, a la par que exhuman identidades falsificadas para oponerse a los intereses de la ciudadan¨ªa. Felices de ser subalternos, mera sucursal, se agrandan ante sus conciudadanos, a quienes quisieran imponer la ignorancia y la servidumbre.
De nada les sirve. El ejemplo num¨¦rico que acompa?a esta colaboraci¨®n es tan s¨®lo una muestra. Una m¨¢s. Su traducci¨®n en hechos confirma la hip¨®tesis de su demagogia.
Por fortuna la ciudadan¨ªa se ocupa de sus cosas. De las empresas, del trabajo, del ahorro. En un desapego hacia las instituciones que debiera hacer reflexionar a estos patriotas ahora convertidos al constitucionalismo y el estatutismo. Una ciudadan¨ªa que trata de protegerse de este estado residual para la solidaridad y el bienestar, e intervencionista para favorecer a sus paniaguados, como buen sucesor de un antiguo r¨¦gimen. Una muestra de la derecha anacr¨®nica, rediviva y feliz, a la que convendr¨¢ que nos aprestemos, una vez m¨¢s, a devolver a su verdadero rinc¨®n de la historia.
Entre tanto, los valencianos y valencianas, de Alicante a Castell¨®n, no tenemos ni un tercio de lo que dijeron comprometer, y cumplir, para el a?o que ya se encamina a su t¨¦rmino. Claro que, entre tanto, han cumplido consigo mismo, que ya se sabe que la caridad bien entendida y el amor al pr¨®jimo se refiere al inmediato, a los pocos beneficiarios y privilegiados del r¨¦gimen aznarita. ?C¨®mo van a convencernos, en su estridencia, de las bondades electorales para 2004? Eso s¨ª, tiene usted, lector, lectora, la oportunidad de encender su televisor, y convencerse de que lo que observa cada d¨ªa, con sus propios ojos, es irreal, como la vida misma.
Ricard P¨¦rez Casado es diputado socialista por Valencia.
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