Cogida menos grave de Roble?o
Contra la casta, raza. ?ste es el secreto de Roble?o. No afligi¨® al madrile?o el estar colgado por la faja del pit¨®n del toro m¨¢s de siete segundos. Sin aparente merma, llevaba una cornada, volvi¨® a la cara del toro a terminar el trabajo. Su muleta retrasada, poco t¨¦cnica y sin mando emociona, pero trae estas angustias. Con la oreja en la mano pas¨® a la enfermer¨ªa.
Miguel Abell¨¢n, acostumbrado al triunfalismo, no pudo con los problemas de la casta. Incapaz de cruzarse se afinc¨® a la pala de los pitones. Los tres toros que estoque¨® hicieron por ¨¦l. La bronca que recibi¨® en su segundo fue recia.
A El Cid le falt¨® acoplamiento o le sobraron dudas en ambas faenas, en especial ante su segundo. Un toro artista pero con casta.
Mart¨ªn / Abell¨¢n, Cid, Roble?o
Toros de Victorino Mart¨ªn, regulares de presentaci¨®n, encastados, blandos y manejables. Miguel Abell¨¢n: pitos, bronca y silencio. El Cid: palmas y silencio. Fernando Roble?o: una oreja en el que estoque¨®. Pas¨® a la enfermer¨ªa. Enfermer¨ªa: Fernando Roble?o sufri¨® una cornada con dos trayectorias de 6 y 11 cent¨ªmetros en el muslo izquierdo. Pron¨®stico menos grave. Plaza de Zaragoza, 10 de octubre. 4? corrida de feria. Tres cuartos de entrada.
Los esperados toros de Victorino no fueron nada del otro mundo. Bien presentados en general, no dieron juego en el caballo. O no se lo dejaron dar. A pesar de soportar una infame lidia, llegaron manejables al tercio final. Con tan poco los pupilos de Victorino no defraudaron; al contrario, el aficionado sali¨® satisfecho. Los espadas, una tarde m¨¢s, desaprovecharon la oportunidad del triunfo.
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