La vida por vivir y ya vivida
Conozco bastantes escritores que frecuentan diversos g¨¦neros y acometen el verso y la prosa, el ensayo y la narraci¨®n: no recuerdo a ninguno de ellos que no quiera ser considerado, ante todo y en primer lugar, como "poeta". A quien es fundamentalmente poeta parece que lo dem¨¢s se le da por a?adidura, mientras que al ensayista o al narrador "puros" siempre les falta algo as¨ª como el beso en la frente del hada m¨¢s prestigiosa... Octavio Paz no era una excepci¨®n a esta regla: tambi¨¦n ¨¦l se consideraba por encima de todo poeta y me temo que a veces le impacientaba un poco mi indisimulada proclividad a preferir su faceta de ensayista -incluso de pensador libre, de librepensador- a cualquier otra de su obra. Recuerdo bien el d¨ªa, muy a finales de los a?os setenta, en que me regal¨® el compacto volumen azul de excelente presentaci¨®n que reun¨ªa sus poemas aparecidos entre 1935 y 1975. Lo puso en mis manos con un punto casi de timidez en su habitual cordialidad, como si me diera una prueba irrefutable de algo que esperaba bastase para convencerme finalmente... ?a m¨ª, que no era nadie para juzgar su creaci¨®n y que me contentaba con admirarla! Me emociona recordarlo, recordarle.
No se trata de vanidad, aunque ese perfume ingenuo (que huele un poco a leche agria, como los beb¨¦s) nunca est¨¦ del todo ausente de las manifestaciones de cualquier autor. Porque no es mera admiraci¨®n lo que pretende despertar quien de veras ama la poes¨ªa y se esfuerza con sinceridad por practicarla. Lo expres¨® muy bien Jean Cocteau, quien tambi¨¦n quiso ver clasificada toda su obra polifac¨¦tica como poes¨ªa (poes¨ªa teatral, poes¨ªa narrativa, poes¨ªa filmada...): "El poeta no pide ninguna admiraci¨®n; quiere ser cre¨ªdo. Todo lo que no es cre¨ªdo resulta meramente decorativo". Y la poes¨ªa no puede contentarse con lo decorativo, ni refugiarse en lo entretenido como otras vertientes literarias. De aqu¨ª la dificultad no s¨®lo de escribir poes¨ªa, sino de leerla. La experiencia po¨¦tica requiere una disposici¨®n de ¨¢nimo y una suspensi¨®n del tiempo acelerado de las cosas que s¨®lo de vez en cuando est¨¢ a nuestro alcance. El aficionado puede leer una biograf¨ªa o una novela casi en cualquier parte y en cualquier momento, pero debe situarse para disfrutar de la poes¨ªa. O digamos m¨¢s bien que para creer en ella, como pretende quien la escribe si es un aut¨¦ntico poeta. Todo un reto, aunque como otros desaf¨ªos logre de vez en cuando magn¨ªficas recompensas...
Una amplia primera parte de aquel volumen azul de los poemas reunidos de Paz -las piezas escritas de 1935 a 1957, con algunas eventuales supresiones- lleva por t¨ªtulo Libertad bajo palabra. Con ese mismo t¨ªtulo se hab¨ªa publicado una versi¨®n m¨¢s reducida en 1949 y constituy¨® lo que el propio autor consideraba "mi primer libro, mi verdadero primer libro". M¨¢s tarde, en 1960, se ampli¨® hasta su extensi¨®n definitiva, aunque en cierto sentido el nombre podr¨ªa servir para rotular toda la obra po¨¦tica de Octavio Paz, pues expresa mejor que ning¨²n otro su prop¨®sito definitivo: Contra el silencio y el bullicio invento la Palabra, libertad que se inventa y me inventa cada d¨ªa.
Lo que en primer lugar deslumbra pero tambi¨¦n a veces desconcierta al lector de Libertad bajo palabra es su enorme variedad: de extensi¨®n de los poemas, que van desde dos o tres l¨ªneas hasta cientos de versos; de formas, pues pasa de sonetos tan tersos y hondos como los del mejor barroco hasta experimentos lib¨¦rrimos en los que desaparece la puntuaci¨®n y que regresan as¨ª a la oralidad previa a la escritura; de temas: reflexivos, er¨®ticos, irreverentes, sacros, pose¨ªdos por el v¨¦rtigo de la desesperanza o por un entusiasmo que desemboca "en esta eternidad que no desemboca". Todos los registros de la pasi¨®n por lo real -la pasi¨®n po¨¦tica por revelar lo cre¨ªble- son pulsados en estas p¨¢ginas y ello no se debe sencillamente a que abarcan la producci¨®n de m¨¢s de veinte a?os, sino a que el poema es, como se?al¨® el propio Paz ejerciendo de cr¨ªtico de s¨ª mismo, "producto de una pr¨¢ctica y no la consecuencia de un sistema". Cada uno de esos ejercicios inventa su propia norma al batallar contra el contenido que quiere dar a luz. Lo cual no excluye remansos en que se recapitulan los impulsos aparentemente contradictorios, como en el admirable 'Piedra de sol' que cierra este libro.
Precisamente en ese gran poema se contienen unas l¨ªneas que ahora regresan a mis labios: "Oh, vida por vivir y ya vivida / tiempo que vuelve en una marejada / y se retira sin volver el rostro, / lo que pas¨® no fue pero est¨¢ siendo / y silenciosamente desemboca / en otro instante que se desvanece...". Y me digo que es el tiempo, mientras juega a borrar y reescribir la vida, quien nos obliga finalmente a prestar cr¨¦dito irrefutable a las palabras del poeta.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.