Pintura encerrada
Como es sabido, hace tiempo que la pr¨¢ctica de la pintura ha dejado de presentarse como una opci¨®n art¨ªstica autoevidente. Tambi¨¦n es cierto que, tantas veces como se ha proclamado su muerte o su sinsentido en el siglo pasado, la hemos visto renacer y perseverar. Lo que sucede es que, como sostuvo un conocido artista italiano, la muerte ten¨ªa un precio: la pintura no es algo tan intemporal o eterno como para permanecer inmune o impasible ante tanta agresi¨®n. Y lo m¨¢s interesante es que, algunas veces, haya conseguido salir relativamente reforzada de tales situaciones.
?ste podr¨ªa ser el caso de Xes¨²s V¨¢zquez (Ourense, 1946, pero tempranamente afincado en Santander). Su trabajo se ha ofrecido casi desde el principio como una especie de reivindicaci¨®n de la pintura como forma de vida, como oficio y como tradici¨®n. De hecho, no s¨®lo es un pintor, sino un declarado militante de la pintura, incluso en sus aspectos m¨¢s denostados por los feroces enemigos del formalismo: los que ata?en al placer de pintar, al goce de la contemplaci¨®n, a la aparente gratuidad de todo ello, a su esencial inactualidad.
XES?S V?ZQUEZ
'Campos'
Galer¨ªa Tom¨¢s March
Aparisi y Guijarro, 7 Valencia
Hasta el 10 de noviembre
En esta muestra, Xes¨²s V¨¢zquez nos ofrece (en palabras de Quico Rivas) cosas como "arabescos geom¨¦tricos, transparencias luminosas, formas estranguladas, grafismos elegantes, alegre colorido". Su lema, Campos, parece responder a esta descripci¨®n. Los t¨ªtulos de las obras, sin embargo, van claramente por otro lado: Shoah, Lager, Buchenwald, Auschwitz
... Esos campos pict¨®ricos son, por tanto, evocaciones de campos de concentraci¨®n. ?Pict¨®rica? No propiamente, aunque tambi¨¦n. Cabr¨ªa pensar que esos t¨ªtulos obedecen a una especie de mala conciencia hist¨®rica de la pintura. Pero tambi¨¦n podr¨ªan entenderse como una apelaci¨®n a una ¨¦tica autoconscientemente pict¨®rica. Xes¨²s V¨¢zquez lo hace remiti¨¦ndose a una cierta solidaridad con el pasado, con la tradici¨®n, que el arte poshist¨®rico del presente parece empe?ado en hacernos olvidar: "Clausurar el ed¨¦n (la tradici¨®n) como fuente de melancol¨ªa y hacerlo productivo: ¨¦se es el reto". En ese lugar le encontraremos.
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