?Por qu¨¦ cobran tanto los directivos?
"?Por qu¨¦ cobran tanto los directivos?", me pregunta el lector. Me parece un tema interesante. Traslado la pregunta a un amigo, directivo. Y me responde: "?Qu¨¦ directivos? Porque yo no cobro tanto...".
El asunto est¨¢ de moda, sobre todo desde que, hace unas semanas, el Consejo de Administraci¨®n del New York Stock Exchange (la bolsa de Nueva York) despidi¨® a su presidente, Richard Grasso, entre otras razones porque no les cay¨® bien que la remuneraci¨®n pactada con ¨¦l fuese de 187 millones de d¨®lares.
"Hombre, me parece un poco truculento", abunda el lector. "No ser¨¢ por eso, sobre todo si tenemos en cuenta que fue el propio Consejo de Administraci¨®n el que le asign¨® esa remuneraci¨®n".
Pues... no ser¨¢ por eso. Las causas del despido de Grasso son, de hecho, muy variadas. Pero, sin duda, la cuant¨ªa de la remuneraci¨®n debi¨® de influir en la decisi¨®n. Y, desde luego, los sueldos de los altos directivos en muchas empresas grandes, sobre todo en Estados Unidos, han aumentado much¨ªsimo. Hace 20 a?os, el m¨¢s alto ejecutivo de una empresa norteamericana cobraba un salario que era 42 veces el promedio de sus trabajadores manuales; ahora, es 400 veces el salario medio de sus empleados.
?Es justo eso? No lo s¨¦. Los que conocen el trabajo de Richard Grasso dicen que fue excelente, y que no sobran altos ejecutivos con cualidades excepcionales. Que si un jugador de f¨²tbol cobra no s¨¦ cu¨¢ntas veces el sueldo medio de los dem¨¢s mortales, ?por qu¨¦ no lo va a cobrar tambi¨¦n el hombre que dirige una gran corporaci¨®n? Quiz¨¢ se lleve menos aplausos, pero su responsabilidad, desde luego, no es menor.
Lo que est¨¢ claro es que algo ha cambiado en el mercado de los altos ejecutivos. Antes, lo normal era la promoci¨®n dentro de la empresa -y a¨²n suele ser la norma en muchas organizaciones no s¨®lo peque?as y medianas, sino tambi¨¦n grandes- pagando al interesado un 20% o 30% m¨¢s de lo que cobraba hasta ese momento. Ahora, lo normal es buscar al ejecutivo de mayor nivel fuera de la empresa, entre los de su mismo nivel. Y esa es una liga aparte. El n¨²mero de jugadores de esa liga es muy limitado. A todos ellos se les exigen condiciones sobrehumanas: han de ser l¨ªderes carism¨¢ticos, capaces de dar la vuelta a una compa?¨ªa en seis meses y convertir sus p¨¦rdidas millonarias en beneficios espectaculares, que arrastren a los inversores. Y, claro, a esos semidioses no se les puede pagar s¨®lo un 30% m¨¢s que al director comercial de la misma empresa.
De la selecci¨®n de esos l¨ªderes se ocupan intermediarios expertos. Cuando acudimos a ellos y les preguntamos cu¨¢nto cobrar¨¢ el elegido, nos contestan que "en el mercado est¨¢n ahora por tantos millones". Como es obvio, no les vamos a pedir que nuestro futuro directivo sea de los baratos: le ofreceremos esos millones, e incluso un poco m¨¢s. De modo que el precio de los seleccionados est¨¢ en un continuo proceso de revisi¨®n al alza.
?Ser¨¢ bueno el elegido? Eso ni se pregunta. ?Y si fracasa? Se le despide y se busca otro. Claro que despedirlo va a ser muy caro, porque buena parte del negocio de ese alto directivo est¨¢ en el importe de la indemnizaci¨®n. Como eso figura en el contrato, luego no se puede regatear, porque el contrato incluye el sueldo base y los incentivos (a menudo, en forma de acciones de la compa?¨ªa, o de opciones sobre acciones), m¨¢s la revisi¨®n anual (no se habla nada de resultados), m¨¢s la indemnizaci¨®n por despido. Todo en bloque: lo tomas o te quedas sin directivo estrella, y claro, muchas empresas lo toman.
Me temo que la pr¨¢ctica de llenar los consejos de administraci¨®n de consejeros independientes no hace sino agravar esa pr¨¢ctica. Porque muchos de esos consejeros son o fueron, a su vez, altos directivos de otras empresas, de modo que est¨¢n jugando en la misma liga, y les va muy bien que las remuneraciones est¨¦n revis¨¢ndose continuamente al alza.
Algo ha cambiado en el mundo de la alta direcci¨®n de empresas, sin duda. No hay nada que objetar a la val¨ªa de los escogidos. S¨ª me parece que deber¨ªamos discutir la forma de seleccionarlos, la creaci¨®n de ese mercado exclusivo en que cada designaci¨®n equivale a una compleja competici¨®n en la que el que gana se lo lleva todo, pero deja el list¨®n m¨¢s alto para los que jugar¨¢n en el siguiente torneo. Y el papel de los head hunters. Y el olvido del mercado interno -la promoci¨®n dentro de la empresa-. Y la creaci¨®n de esa aureola de l¨ªderes carism¨¢ticos, que les separan del resto de los mortales... porque, al final, esos altos directivos se convierten en luchadores solitarios, incapaces de crear equipos humanos s¨®lidos y de desarrollar las capacidades de sus colaboradores.
"Es el capitalismo", concluye el lector. No. El capitalismo funcion¨® durante muchos a?os de otra manera. Eso es una deformaci¨®n del capitalismo, que le est¨¢ haciendo mucho da?o. Por eso vale la pena que hablemos de estos asuntos.
Antonio Argando?a es profesor de Econom¨ªa en el IESE.
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