De La Paz a Sacramento
?Qu¨¦ tienen en com¨²n Bolivia -ese paradigma de Estado inviable, cubierto de lodo, ¨®xido de cobre, fosas comunes y cocaleros analfabetos- y California, Estado bendecido, meca del cine, del ¨¦xito, del dinero y del glamour? Varias cosas, se dir¨¢. Son la coca, la alegr¨ªa y la rabia con que se usan las armas, la violencia, el robo y la corrupci¨®n. De un par de semanas a esta parte les une adem¨¢s una especial forma de deshacerse de sus mandatarios electos cuando a¨²n no han cumplido la cuarta parte de su mandato. Por supuesto que en Sacramento el gobernador Davis ha sido derrocado con m¨¢s elegancia que en La Paz el presidente de la Rep¨²blica boliviana, Gonzalo S¨¢nchez de Lozada.
Nadie cuestiona culpabilidades aqu¨ª. Si a Davis lo llamaban incompetente hasta en los sermones de las iglesias californianas, sorprendentemente ecum¨¦nicas en el caso que nos ocupa, al presidente boliviano un clamor popular -aun m¨¢s convincente, ind¨ªgena- lo hab¨ªa convertido en el peor rufi¨¢n de la historia de aquel pa¨ªs andino que, de no ser por los explotadores, espa?oles o yanquis, habr¨ªa sido un pa¨ªs alpino, y Oruro habr¨ªa sido Davos y Cochabamba Z¨²rich, y los mil y pico d¨®lares per c¨¢pita ser¨ªan, ?por qu¨¦ no?, 36.000 d¨®lares por alma y a?o. Sin duda.
Lo ¨²nico claro es que bolivianos y californianos han logrado deshacerse de sus l¨ªderes recientemente electos. Y que la inmensa mayor¨ªa se antoja feliz por el resultado. Hubo un momento en Espa?a durante la pasada primavera en que ciertos dirigentes, entusiasmados por la movilizaci¨®n en la calle en contra de la participaci¨®n espa?ola en la guerra de Irak, creyeron por un momento ser capaces de utilizar la v¨ªa boliviana para acabar con la legislatura. Las calles se poblaron de banderas de un Estado ya no existente cuyo retorno parec¨ªa reclamarse. Los dirigentes electos fueron insultados como asesinos y emuladores de Hitler o Mussolini o Goebbels. Y en el Parlamento se exigi¨® transfuguismo generalizado -?ese denostado fen¨®meno poco despu¨¦s!- en una votaci¨®n secreta que deb¨ªa acabar con la mayor¨ªa gubernamental. Ahora, aqu¨ª algunos comparan pr¨¢cticas fascistas y no s¨®lo fascistas de 1936 (rotura de urnas) con otras que son meras acusaciones que la realidad o la incompetencia no han dejado demostrar. Pero se insiste en lo que hoy, sin pruebas, no es m¨¢s que calumnia. Y se practica ret¨®rica bolivariana en los m¨ªtines electorales tanto como en La Paz o Caracas.
En unas ciudades supuestamente a¨²n m¨¢s limpias como Z¨²rich o Ginebra, ya se habla, despu¨¦s del ¨¦xito de Christoph Blocher, un millonario que finge indignarse con los problemas cotidianos de los suizos, de que podr¨ªa cambiarse el r¨¦gimen tradicional de Gobierno que impone el consenso a un Gabinete de todas las fuerzas con presencia electoral. Quieren algunos cambiar las reglas para mejor. ?Para mejorar qui¨¦nes? Muy cerca, en Italia, Silvio Berlusconi ya ha cambiado tantas reglas del juego que nada parece impedirle ganar siempre al margen de la raz¨®n y el apoyo que le asista por parte de las gentes o las leyes.
En el Pa¨ªs Vasco, Espa?a, Europa, un jefe de Gobierno se alegra de las proclamas guerracivilistas del sur de Madrid para reafirmarse en su ambici¨®n de crear un Estado indigenista a la imagen del so?ado por los sindicalistas bolivianos, en el que todos los traidores o tibios en su entusiasmo han de huir, si no a Miami, s¨ª a Alicante o Madrid si no quieren morir o vivir en miserable existencia de vasallos. En Israel prosigue la caza mutua entre sicarios de dos amos de la guerra, y en la mayor democracia del mundo desaparecen detenidos en las jaulas de Guant¨¢namo. Desaparece por todas partes la ret¨®rica de la comprensi¨®n y de la compasi¨®n y la defensa, ya serena, ya indignada, del derecho y de la verdad. Si en EE UU desaparecen convictos, en Madrid son celebrados por quienes quieren gobernar y en Vitoria por quienes gobiernan. As¨ª las cosas, bienvenida la reedici¨®n que ahora publica Taurus en Madrid del libro de Giovanni Sartori ?Qu¨¦ es la democracia? Desde aqu¨ª se ruega encarecidamente su lectura. Quiz¨¢s nos pueda salvar a¨²n de males mayores.
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