Grupos de presi¨®n ante el pr¨®ximo c¨®nclave
Los bloques cardenalicios que se opondr¨¢n no responden al criterio cl¨¢sico de conservadores y progresistas
Los medios de comunicaci¨®n suelen dividir salom¨®nicamente a los cardenales en progresistas y conservadores. No es tan sencillo. Ya Fernando Savater dijo un d¨ªa, con humor: "Como si ser obispo o cardenal no fuera poco". Es decir que, por definici¨®n, un jerarca de la Iglesia institucional dif¨ªcilmente puede ser calificado de progresista. Y si lo es, dif¨ªcilmente llegar¨¢ a cardenal. Nunca llegaron a la p¨²rpura un Helder C?mara o un Pedro Casald¨¢liga, ambos obispos fustigadores de la dictadura militar en Brasil y cr¨ªticos con la ortodoxia del Vaticano. Si acaso, se podr¨ªa hablar de algunos cardenales "menos conservadores" que otros. Y a¨²n as¨ª existen muchos matices.
La distinci¨®n entre progresistas y conservadores no sirve para la jerarqu¨ªa, ya que, por ejemplo, existen cardenales con una mayor apertura social (sobre todo en el Tercer Mundo), pero que son muy cerrados en la doctrina. Y al rev¨¦s, cardenales m¨¢s abiertos en lo doctrinal (algunos americanos), y poco sensibles a los temas de la justicia social. Pueden estar a favor de la p¨ªldora o de la abolici¨®n del celibato sacerdotal obligatorio, pero estar nada preocupados con el neocapitalismo.
El Opus Dei entra por primera vez en un c¨®nclave oficialmente y con el fundador santo
Curiosamente Juan XXIII y Juan Pablo I eran dos cardenales de una piedad muy tradicional, conservadores religiosamente, pero muy empe?ados en la lucha contra la riqueza en la Iglesia. Juan XXIII escribi¨® en su testamento: " Nac¨ª pobre y muero pobre". Y Juan Pablo I tambi¨¦n era antiguo en sus h¨¢bitos religiosos y en la doctrina, pero probablemente dur¨® s¨®lo 33 d¨ªas como papa porque en la v¨ªspera de su muerte hab¨ªa discutido acaloradamente con los cardenales de la Curia romana reformas dr¨¢sticas para dar a la Iglesia el rostro de la pobreza, llegando a plantear la hip¨®tesis de dejar el Vaticano (que quedar¨ªa para alg¨²n organismo internacional) e irse con la Curia a vivir a un barrio popular a las afueras de Roma.
Por eso, en el pr¨®ximo c¨®nclave, en la b¨²squeda de un sucesor para el largo pontificado de Juan Pablo II, los grupos de presi¨®n se van a dividir por otros criterios diferentes de los cl¨¢sicos de progresistas y conservadores. Por lo pronto, va a haber dos grandes bloques: los que desean que el poder del Papa siga en Roma, en el centro, en la Curia romana, arropado por el dogma de la infalibilidad, y los que desean que ese poder se mueva hacia la periferia, que abogan por m¨¢s poder para las Conferencias Episcopales y exigen para los s¨ªnodos de obispos poder deliberativo y no s¨®lo consultivo como ahora. Un paso que estuvo a punto de dar Pablo VI, a quien probablemente la Curia par¨®.
Tan importante es el tema -podr¨ªa revolucionar a la Iglesia- que Juan Pablo II entreg¨® a los cardenales, el d¨ªa simb¨®lico de sus bodas de plata del papado, el pasado d¨ªa 16, un documento reivindicando el poder de Roma y criticando a la corriente que aboga por m¨¢s poderes para los obispos. Es casi su testamento.
Otros grupos son los que se concentran en torno a la Compa?¨ªa de Jes¨²s y al Opus Dei, instituci¨®n que por primera vez entra oficialmente en un c¨®nclave y con el fundador canonizado. En el c¨®nclave anterior el Opus a¨²n no estaba legalizado, aunque fue elegido su candidato y simpatizante de la Obra. Ambos grupos tienen una visi¨®n muy diferente de lo que debe ser la Iglesia y el Ecumenismo. Y van a luchar para lograr un papa que est¨¦ en su l¨ªnea doctrinal.
?Un Papa para luchar contra qui¨¦n? Por primera vez un papa no tendr¨¢ que gastar sus energ¨ªas en luchar contra el comunismo, considerado como el gran enemigo de la Iglesia, el Anticristo. Y eso hace del pr¨®ximo c¨®nclave algo in¨¦dito. Pero la Iglesia necesitar¨¢ siempre un enemigo. ?Ser¨¢ el crecimiento del islamismo, que est¨¢ ya con casi los mismos fieles que el cristianismo? ?O las sectas evang¨¦licas, que sobre todo en Latinoam¨¦rica, la mayor f¨¢brica de cat¨®licos del planeta, crecen vertiginosamente?
?Europeo o del Tercer Mundo? Los europeos tienen la fuerza para escoger. Ya desde despu¨¦s de P¨ªo XII se viene hablando de la necesidad de un papa del Tercer Mundo, pero al final, en el silencio y secreto del c¨®nclave, a los europeos se les va la mano hacia la propia casa. Lo que podr¨ªa conducir a la elecci¨®n de un no europeo ser¨ªa el que los candidatos europeos se dividieran.
Pero es complejo, porque hay cardenales europeos que est¨¢n m¨¢s cerca del Tercer Mundo que muchos latinoamericanos o africanos. Hay cardenales del Tercer Mundo, por ejemplo en la Curia, que son m¨¢s eurocentristas que los mismos europeos: son cardenales que sienten el complejo de no pertenecer al Primer Mundo. De ah¨ª el que los conservadores de cualquier tipo (incluso los de la Curia) podr¨ªan votar a un latinoamericano o a un africano o asi¨¢tico a los que no temen, porque ya estar¨ªan aculturalizados a la europea.
Por ¨²ltimo, otros dos grandes grupos de presi¨®n son los que desear¨ªan un papa con experiencia en la Curia, de la burocracia vaticana, diplom¨¢tico, y los que abogan por un papa pastor, un cardenal que est¨¦ al frente de una di¨®cesis, realizando trabajo pastoral. Todo indica que ese problema llega resuelto al c¨®nclave, ya que la mayor¨ªa de los cardenales hoy son pastores y desde P¨ªo XII, nunca ha vuelto a ser elegido un curial.
Dos detalles son importantes en las quinielas sobre el futuro papa. Dif¨ªcilmente (casi imposible), ser¨¢ elegido papa un cardenal de un pa¨ªs con gran influencia pol¨ªtica; se suele escoger a alguien de un pa¨ªs poco influyente. Y va a ser dif¨ªcil que llegue a Obispo de Roma (o sea, Papa), un cardenal que por lo menos no chapurree el italiano.
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