La situaci¨®n en Siria
Con motivo de la visita oficial a Siria de su majestad don Juan Carlos I, rey de Espa?a, nos dirigimos a usted para exponer una cuesti¨®n delicada sobre la situaci¨®n de los derechos humanos en Siria, ante los cuales no podemos quedarnos indiferentes; mas nos sentimos responsables de la situaci¨®n en que viven nuestros familiares y conciudadanos en la com¨²n tierra natal.
El pueblo sirio vive una tragedia ininterrumpida desde el golpe de Estado de 1963, a ra¨ªz del cual el partido Baaz se hizo con el poder. Desde entonces, el r¨¦gimen unipartidista obsoleto y anquilosado ha llevado a la sociedad siria a la desintegraci¨®n. En efecto, en medio de una corrupci¨®n a todos los niveles, en que el asesinato pol¨ªtico es una rutina y en que la sangre de los "enemigos del r¨¦gimen" es parte de la escena cotidiana, los tribunales militares, los juicios sumarios, las detenciones de los familiares y las "fiestas" de ejecuci¨®n semanal de presos pol¨ªticos han diezmado la clase intelectual siria.
Siria hoy "es un sepulcro blanqueado por fuera, mas por dentro est¨¢ lleno de huesos de muertos".
Los organismos internacionales no cesan de denunciar tales atrocidades cometidas contra los
afiliados al amplio abanico de tendencias pol¨ªticas (y el ¨²ltimo fue anteayer); sin embargo, el d¨¦ficit del sistema pol¨ªtico actual no ha podido hacer nada a favor de los m¨¢s de cien mil sirios indocumentados y esparcidos en la "di¨¢spora", ni a ellos ni a sus hijos y nietos que "han nacido condenados".
El pueblo sirio vive hoy sin portadores ni actores sociales reales. Ante tal situaci¨®n patol¨®gica y agonizante, la raz¨®n nos dicta que la sociedad siria est¨¢ condenada al caos, pero el coraz¨®n nos dice que "no hay memoria que el tiempo no borre, ni dolor que la muerte no destruya".
El pueblo sirio no ha perdido la sem¨¢ntica de la democracia, tampoco se conforma con la repetible promesa de "otorgarle" la democracia del d¨ªa despu¨¦s.
El pueblo sirio est¨¢ en su leg¨ªtimo derecho de so?ar en tener un Estado de derecho, con democracia real y libertades constitucionales. Despedir el dolor, el miedo y la tristeza. Abrir un horizonte hacia la democracia y la paz social, no la del silencio, sino la de la palabra, es un derecho innegable.
Disraeli dijo una vez: "Una naci¨®n es una obra de arte y una obra del tiempo", y nosotros, como muchos pueblos, no podemos dejar pasar esta ocasi¨®n sin testimoniar nuestra admiraci¨®n por la gran obra que ha llevado a cabo Su Majestad a favor de la naci¨®n espa?ola en los momentos m¨¢s dif¨ªciles de su historia moderna. Sobre todo su magistral forma de conducir la transici¨®n.
Aprovechamos esta oportunida para reiterar a Su Majestad y a la Reina nuestra lealtad y nuestra mayor consideraci¨®n, dese¨¢ndoles un feliz viaje a la tierra de nuestros sue?os, Siria.
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