Kant viene a cenar esta noche
Una situaci¨®n. Una mujer acude a un c¨®ctel donde s¨®lo hay individuos blancos. Nadie se da cuenta de que es negra (Piper tiene la tez clara). Alguien empieza a hacer comentarios racistas. Antes de sentarse a la mesa, duda entre reprenderle de forma abstracta, sin identificarse como negra, informarle de que lo es y que, por tanto, se ha sentido ofendida por los comentarios, anunciar a todos desde el principio su condici¨®n (lo que les pondr¨ªa a la defensiva), comunicar de antemano que habr¨¢ una persona negra en la cena (todo el mundo adoptar¨ªa una actitud paranoide y se pasar¨ªan la noche mirando a su alrededor), renegar de su raza e identificarse con ellos o, finalmente, entregar una tarjeta de visita con el siguiente texto: "Querido amigo: soy negra. Estoy segura de que no te hab¨ªas dado cuenta cuando hiciste el comentario. En el pasado procuraba avisar a los blancos sobre mi identidad racial. Desgraciadamente, siempre que lo hago me acusan de ser agresiva y manipuladora. Ahora mi pol¨ªtica es dar por descontado que los blancos no har¨¢n ese comentario. Siento molestarte con mi presencia, de la misma manera que s¨¦ que t¨² sientes molestarme con tu racismo". (My calling card, 1986-1990).
ADRIAN PIPER DESDE 1965
Museo de Arte Contempor¨¢neo de Barcelona (Macba)
Pla?a dels ?ngels, s/n
Hasta el 11 de enero de 2004
Acci¨®n Catalysis I (1971). La artista Andrea Piper empapa sus prendas de vestir en una mezcla de vinagre, huevos, leche y aceite de h¨ªgado de bacalao durante una semana. Se las pone y coge la l¨ªnea de metro D a la hora punta de la tarde y va a curiosear libros a una librer¨ªa. En Catalysis III, moja sus ropas en pintura blanca y pegajosa y se cuelga un cartel con las palabras "wet paint" (reci¨¦n pintado) y luego se va a Macy's a comprar unos guantes y unas gafas de sol. Mientras visita el Metropolitan (Catalysis VII) masca chicle, hace globos gigantescos y deja que la goma se le enganche en la cara. Despu¨¦s se va al Frick Museum, y all¨ª roe los tallos fibrosos de un manojo de perejil.
Andrea Piper baila
charles-
ton, bugaloo y twist al ritmo del Respect de Aretha Franklin, se aprende de memoria la Cr¨ªtica de la raz¨®n pura de Kant ("el libro m¨¢s profundo que jam¨¢s he le¨ªdo") y utiliza sus teor¨ªas para analizar la xenofobia. Son algunos ejemplos que resumen el ideario art¨ªstico de Adrian Piper (Nueva York, 1948): la eliminaci¨®n de la forma espec¨ªfica como objeto de arte y su suplantaci¨®n por un tipo de trabajo que act¨²a como catalizador entre el espectador y el artista, de manera que las reacciones que suscita formen parte de la pieza: entender, identificar, llegar a dominar la obra, situarla espec¨ªficamente en el contexto del arte como uno la conoce o ser capaz de hacer un comentario apropiado. Las tarjetas de visita le sirven a Piper para declarar su identidad sin ser acusada de actuar de forma manipuladora y transmitir el mensaje de que el infractor se est¨¢ comportando de una forma previsiblemente racista.
Y si nos referimos a los "teatros de guerrillas" que llevaron a Piper a sujetar globos de helio Mickey Mouse a sus orejas o convertirse en f¨¦tido transe¨²nte por la zona noble de Manhattan, la artista elimina todos los controles que ofrece el museo para reducir al m¨ªnimo la separaci¨®n entre la concepci¨®n original y la forma final de la idea: la focalizaci¨®n queda retenida en el proceso/producto.
Adrian Piper. Desde 1965, comisariada por Sabine Breitwieser, re¨²ne en el Macba el m¨¢s completo exponente de los trabajos de esta escritora, artista y profesora de filosof¨ªa nacida en Harlem, un ejemplo de exposici¨®n premeditadamente alejada de planteamientos formalistas y en la que la tesis de base es poner al descubierto el trato que le dispensa la sociedad como sujeto, es decir, como mujer, afroamericana y artista. S¨®lo con este tel¨®n de fondo, la retrospectiva de Piper puede ser saboreada en toda su actividad espec¨ªficamente pol¨ªtica y subversiva que en ning¨²n momento oscurece ni el bienintencionado patrocinio de la Fundaci¨®n Telef¨®nica ni el pretencioso cube de Richard Meier. La cr¨ªtica a la xenofobia globalizada se convierte, de la mano de Piper, en resonantes eleg¨ªas transmutadas en im¨¢genes period¨ªsticas, dibujos, fotograf¨ªas, collages y ¨®leos, a los que se a?aden instalaciones que son sutiles ataques contra el minimalismo.
Adrian Piper es profesora de filosof¨ªa en el Wellesley College de Massachusetts, lo que le ha permitido mantenerse independiente frente al mercado art¨ªstico. Su obra es una bomba de relojer¨ªa que hace pedazos las figuras mellizas del artista y director de museo estrella y representa una s¨®lida combinaci¨®n de violencia y pensamiento que devuelve el arma -el arma de la palabra- al espectador. Piper, que tanto en su carrera art¨ªstica como en su biograf¨ªa ha tenido que hacer frente a la discriminaci¨®n (primero se "descubri¨®" como mujer en la serie de fotograf¨ªas Mythic-Being y despu¨¦s como negra, a pesar de tener la piel blanca) niega la sociedad que alimenta los odios y miedos racistas en Yo personifico, 1975, le gustar¨ªa no tener que volver a pintar Autorretrato exagerando mis rasgos negroides (1981), ni dar lecciones de baile al ritmo de Chaka Kahn -That fox is fine, fine with me (esta t¨ªa me calienta el cuerpo)-, o analizar la carga racista en las informaciones de The New York Times (Vanilla Nigthmares, 1986-1990).
El recorrido descubre la filia-ci¨®n de Piper con el conceptual de Sol LeWitt, de quien aprendi¨® a liberarse de las limitaciones formales del arte figurativo que plasmara en su serie psicod¨¦lica de mediados de los sesenta (LSD Void, Alice in Wonderland) a trav¨¦s del llamado meta-arte o metaf¨ªsica del arte conceptual. Se incluyen sus colaboraciones con Vito Acconci y Bernardette Mayer; sus performances y otros trabajos que unen arte y filosof¨ªa o que cuestionan hasta qu¨¦ punto y de qu¨¦ forma el arte logra posicionarse ante temas sociales y pol¨ªticos (Art for the ArtWorld Surface Pattern, 1976). De los ochenta se exhiben v¨ªdeos o sus estrategias aprendidas de sus pr¨¢cticas hinduistas a trav¨¦s de la figura de Shiva, la diosa destructora de la ilusi¨®n. "Y el racismo es una ilusi¨®n. Cuando Shiva baila asegura el ritmo del mundo, como Aretha Franklin", asegura Piper.
La exposici¨®n del Macba se plantea como una forma de relacionar lo personal, lo pol¨ªtico y lo est¨¦ticamente concreto. A pesar de que Piper se ha declarado reacia a los contextos art¨ªsticos per se -galer¨ªas, museos, performances-, es de esperar que esta muestra tenga una respuesta social m¨¢s all¨¢ de esas "audiencias" que acaban por convertir al p¨²blico real en unos disciplinados fantasmas del mercado que despu¨¦s no muestran m¨¢s fidelidad al museo que la que los espectadores que vieron Adivina qui¨¦n viene a cenar esta noche demuestran hacia la caja tonta que emiti¨® la pel¨ªcula.
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