Poca magia y mucha demagogia
Los autores descifran el 'misterio' del recuento de votos de las elecciones auton¨®micas de Madrid y lamentan que se produzca un debate p¨²blico sobre lo que juzgan fantasmas o cortinas de humo.
Las mesas con menos voto del PP son las de menos voto emitido, y las primeras escrutadas
Desde el pasado domingo hemos o¨ªdo o le¨ªdo abundantes comentarios sobre el fen¨®meno llamativo que se produjo en la noche de las elecciones. Los primeros resultados divulgados por el Gobierno aut¨®nomo mostraban una victoria contundente del partido socialista e Izquierda Unida, con 62 esca?os, frente a 49 del Partido Popular, pero a medida que iba creciendo el n¨²mero de mesas escrutadas el Partido Popular fue aumentando su porcentaje de votos, y por consiguiente de diputados. Al final, como es sabido, result¨® que el PP obtuvo 57 diputados, y la izquierda, 54 (a falta del escrutinio oficial de la Junta Electoral).
Dado que el escrutinio provisional es organizado por el Gobierno aut¨®nomo, en manos del PP, y que un fen¨®meno similar hab¨ªa sucedido ya en las elecciones de mayo, muchos comentaristas han supuesto que esta "escalada" del PP ha podido ser resultado en ambas ocasiones de una manipulaci¨®n deliberada del Gobierno de la comunidad, que introducir¨ªa a prop¨®sito en el ordenador los datos empezando por las zonas con voto m¨¢s izquierdista y terminando por las zonas m¨¢s conservadoras. Manteniendo el suspense hasta el final, se conseguir¨ªa, en caso de que gane la izquierda, aguarle la fiesta, al prolongar durante horas la incertidumbre (como sucedi¨® en mayo), o bien, en caso de que gane el propio PP (como ahora), aumentar entre sus simpatizantes la sensaci¨®n de haber logrado vencer en dura competici¨®n a la izquierda, como si los resultados parciales que se van anunciando fueran tanteos en los diferentes tiempos de un enfrentamiento deportivo.
Esta es m¨¢s o menos la tesis defendida el d¨ªa 29 en estas p¨¢ginas por el soci¨®logo Antonio Kindel¨¢n en el art¨ªculo El escrutinio del 26-O, magia potagia, en el que por cierto dec¨ªa que el fen¨®meno no ten¨ªa ning¨²n precedente, excepto el pasado mes de mayo, lo cual simplemente no es cierto, como puede verse en la hemeroteca de elpais.es (29 de mayo de 1995).
Por supuesto, los partidos "perjudicados" por la supuesta maniobra, el PSOE e IU, han criticado estas "malas artes" del PP (t¨¦rmino usado por Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero) o han acusado al PP de crear una especie de "juego de rol" (seg¨²n Fausto Fern¨¢ndez). El se?or Rafael Simancas, incluso, ha anunciado que la primera tarea del nuevo Parlamento debe ser examinar el proceso de recuento. Los portavoces del PP tampoco saben dar una respuesta clara, y aducen que ellos no saben nada, que algo parecido pas¨® cuando ellos no gobernaban, que los votos se van metiendo en el ordenador seg¨²n van llegando, y que quiz¨¢ el fen¨®meno se deba a diferencias en la densidad de poblaci¨®n o en la edad de los componentes de las mesas entre zonas m¨¢s de izquierda o m¨¢s favorables al PP.
Se trata de una pol¨¦mica en principio menor, puesto que ning¨²n partido ni portavoz pol¨ªtico ha discutido que los resultados finales son "buenos". Es decir, no hay nadie que ponga en duda la limpieza del recuento. Sin embargo, creemos que el asunto tiene su inter¨¦s por dos razones. En primer lugar, no cabe descartar que un n¨²mero considerable de ciudadanos, quiz¨¢ poco enterados de c¨®mo funciona el proceso electoral, se queden, como se dir¨ªa popularmente, "con la mosca detr¨¢s de la oreja", y alberguen dudas sobre el conjunto del proceso, o sobre la limpieza de los datos. En segundo lugar, porque este episodio, relativamente trivial, sirve para ilustrar (otra vez) un asunto de m¨¢s calado, que es la falta de cuidado con la que a menudo se produce la discusi¨®n p¨²blica en Espa?a, entre partidos y l¨ªderes pol¨ªticos, y tambi¨¦n en los medios de comunicaci¨®n.
Respecto a lo primero, no viene mal recordar a los lectores algunos puntos esenciales que hacen nuestro sistema de recuento pr¨¢cticamente invulnerable a las manipulaciones: los miembros de la mesa son electores designados por sorteo por las juntas electorales (que est¨¢n formadas por jueces) y que no se conocen entre s¨ª hasta el d¨ªa de la votaci¨®n; en cada mesa puede haber representantes (apoderados o interventores) de todos los partidos que se presentan a las elecciones, y de hecho suele haberlos al menos de los tres grandes partidos; el recuento de votos en cada mesa es p¨²blico (puede asistir cualquier ciudadano); y al terminar el recuento en cada mesa cada interventor recibe una copia del acta, firmada por los miembros de la mesa, id¨¦ntica a la que se lleva a la Junta Electoral. Ser¨ªa absurdo, por tanto, que alguien intentara en la noche electoral manipular los resultados finales, pues todos los partidos, con sus actas, pueden hacer las mismas sumas que hace el Gobierno aut¨®nomo.
Pero el episodio nos sirve tambi¨¦n, como dec¨ªamos, para ver una vez m¨¢s la pobreza argumentativa y la falta de atenci¨®n al detalle que a menudo caracteriza nuestra discusi¨®n p¨²blica. Pol¨ªticos y comentaristas han defendido o rechazado la teor¨ªa de la manipulaci¨®n durante varios d¨ªas, pero ni unos ni otros parecen haberse tomado la molestia de mirar los datos con cuidado para ver si existe alguna explicaci¨®n sencilla y razonable del fen¨®meno.
En realidad, la explicaci¨®n al fen¨®meno es muy simple y est¨¢ al alcance de cualquier persona con ordenador, conexi¨®n a Internet y ganas de pensar por su cuenta. Si no de los pol¨ªticos, al menos s¨ª que cabr¨ªa esperar estas actitudes y aptitudes de nuestros periodistas, y mucho m¨¢s de los soci¨®logos.
Efectivamente, los datos del recuento hecho el domingo, disponibles todav¨ªa en la p¨¢gina web de la Comunidad de Madrid, permiten ver los resultados desagregados con todo detalle, incluso mesa por mesa. Puesto que el recuento se hace efectivamente mesa por mesa, aqu¨ª es donde hay que mirar para comprender por qu¨¦ se puede tardar m¨¢s en unos sitios que en otros en contar los votos. La primera hip¨®tesis que cualquiera se har¨ªa ser¨ªa: se tardar¨¢ m¨¢s en contar los votos en aquellas mesas donde hayan votado m¨¢s personas. ?Pero puede haber alguna relaci¨®n entre el n¨²mero de votos depositado en cada mesa y la orientaci¨®n pol¨ªtica de los votantes?
La tabla que acompa?a este art¨ªculo muestra que esto es exactamente lo que sucede. En ella hemos ordenado las mesas electorales seg¨²n el n¨²mero de votos emitidos en cada una y hemos hecho la simulaci¨®n siguiente: ?cu¨¢l ser¨ªa el resultado electoral provisional que obtendr¨ªamos si fu¨¦ramos metiendo los datos en el ordenador exactamente en orden creciente, de mesas con menos votos a mesas con m¨¢s votos? Como ilustraci¨®n, la tabla muestra los resultados "provisionales" que obtendr¨ªamos con ese m¨¦todo con el 25%, 50%, 75%, 90% y 100% del censo escrutado.
Puede verse que el porcentaje de voto y el n¨²mero de diputados del PP va creciendo, mientras que el porcentaje de votos y el n¨²mero de diputados del PSOE va cayendo, de forma asombrosamente parecida a lo que sucedi¨® la noche del domingo. Puede verse tambi¨¦n que el "punto de corte" donde el PP alcanza la mayor¨ªa absoluta de 56 diputados est¨¢ por encima del 90% del censo escrutado.
Dicho de otra manera, las mesas con menor porcentaje de voto al PP (siempre en promedio), son tambi¨¦n las mesas con menos votos emitidos y por tanto aquellas cuyos votos ser¨¢n contados antes, transmitidos antes a la central de ordenadores, y difundidos antes. As¨ª de simple. El falso misterio est¨¢ resuelto.
?Pero por qu¨¦ las mesas con mayor proporci¨®n de voto del PP son tambi¨¦n las mesas con m¨¢s votos en n¨²meros absolutos? Esto es ya especulaci¨®n, pero aportamos la nuestra. Es bastante claro que el PP es m¨¢s votado proporcionalmente cuanto m¨¢s alto es el nivel socioecon¨®mico de un barrio o un pueblo. Pero tambi¨¦n es conocido que las personas de m¨¢s alto nivel econ¨®mico y/o educativo tienden a votar m¨¢s y abstenerse menos. Por tanto, si el censo de cada mesa es m¨¢s o menos similar en diferentes zonas (y lo es, excepto en peque?os pueblos), habr¨ªa m¨¢s participaci¨®n, y por tanto m¨¢s votos que contar, en las mesas de zonas con alto voto del PP.
De hecho, efectivamente, la tasa de participaci¨®n de las zonas con m¨¢s voto de izquierda es m¨¢s baja que la de las zonas que votan m¨¢s al PP. En las primeras, como el Corredor del Henares y Madrid Sur, la participaci¨®n estuvo entre el 58% y el 59%, mientras que en las segundas, como la zona suroeste o el propio municipio de Madrid, la participaci¨®n fue del 66% al 68%.
No hay magia, por tanto, ni manipulaci¨®n ninguna en la extra?a cadencia de los datos (como tampoco la habr¨ªa en el a?o 1995, cuando sucedi¨® lo mismo mientras controlaba el Gobierno el PSOE).
Como personas curiosas nos satisface haber resuelto una cuesti¨®n que ha intrigado a tanta gente estos d¨ªas. Pero como ciudadanos nos quedamos preocupados. Aspiramos a que nuestros pol¨ªticos debatan sobre problemas reales, y no sobre fantasmas o cortinas de humo. Y tambi¨¦n a que cuando ellos se resistan, nuestros medios de comunicaci¨®n les obliguen a ello, en lugar de seguirles la corriente. Unos y otros nos han defraudado esta vez.
Josu Mezo es profesor de Sociolog¨ªa y Ciencias Pol¨ªticas de las universidades de Castilla-La Mancha y Siracusa en Madrid; Juan Carlos Rodr¨ªguez es profesor de Sociolog¨ªa de la Universidad Complutense de Madrid
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