De Salzburgo a Salamanca

Salamanca ha vuelto a recuperar el pulso musical barroco con este Radamisto, de Haendel, procedente del Festival de Pentecost¨¦s de Salzburgo. El montaje estrenado en la enorme Felsenreitschule se ha adaptado a las reducidas dimensiones del Liceo salmantino, con lo que ha perdido espectacularidad, pero mantiene su idea ceremoniosa de representaci¨®n oriental entre ecos del kabuki y Kurosawa, con predominio del color y la geometr¨ªa en una apoteosis de escaleras a lo Appia.

De nuevo, una ¨®pera de Haendel se escucha en condiciones favorables en Espa?a. Como Julio C¨¦sar en Valladolid con Minkowski y Les Musiciens du Louvre, como Alcina en Bilbao con Rousset y Les Talents Lyriques. Y es que Mart¨ªn Haselb?ck dirigi¨® maravillosamente en Salamanca a la Wiener Akademie, una orquesta llena de frescura, de vitalidad, de pasi¨®n y belleza en la elaboraci¨®n del sonido. Una obo¨ªsta, por poner un ejemplo, como Emma Davislim-Black es como para quedarse embelesado.

El contratenor Carlos Mena encabezaba, como en Salzburgo, el reparto. Volvi¨® a seducir por su musicalidad, por una concepci¨®n del canto que incide m¨¢s en la intimidad que en el espect¨¢culo. Tuvo a su lado una sensible Marina Rodr¨ªguez-Cus¨ª y un reparto vocal m¨¢s que correcto, aunque al final dio muestras colectivas de cansancio, seguramente por haber realizado el ensayo general el d¨ªa anterior. Haendel es mucho Haendel, y necesita descanso, con lo que la funci¨®n de esta tarde ser¨¢ otra cosa vocalmente, y tambi¨¦n la pr¨®xima del teatro Arriaga de Bilbao.

El p¨²blico aplaudi¨® al final con enorme entusiasmo. Ojal¨¢ sea el s¨ªmbolo definitivo de una recuperaci¨®n del teatro Liceo en el repertorio barroco y Salamanca reanude las altas cotas art¨ªsticas conquistadas en este terreno durante su periodo de capitalidad cultural europea. Todo el pa¨ªs, y en primer lugar los salmantinos, se beneficiar¨ªan de ello.