Koizumi quiere cambiar la Constituci¨®n japonesa impuesta por EE UU
Tokio no tiene un Ej¨¦rcito regular desde 1945
Jap¨®n celebra el domingo unas elecciones generales marcadas por la necesidad de readaptarse a un mundo globalizado para salir definitivamente de la larga d¨¦cada de crisis que afecta a la segunda potencia econ¨®mica mundial y que ha desconcertado a buena parte de sus 127 millones de ciudadanos. El primer ministro, Junichiro Koizumi, lidera la campa?a electoral con promesas de reformas tanto pol¨ªticas como sociales y econ¨®micas.
Bush ha dicho que ha llegado el momento de que Tokio participe en la defensa de Occidente
La oposici¨®n, encabezada por Naoto Kan, ofrece un cambio definitivo en la manera de gobernar Jap¨®n. La batalla por hacerse con el poder es cada d¨ªa m¨¢s agresiva, frente a una gran masa de votantes indecisos y decepcionados de una clase pol¨ªtica cuyos fundamentos cuestionan los mismos candidatos.
Esta campa?a electoral japonesa en la que los contendientes han descendido de las alturas ideol¨®gicas de sus partidos para discutir asuntos de la vida cotidiana es la m¨¢s parecida a una occidental desde que Estados Unidos impuso al Imperio del Sol Naciente una Constituci¨®n democr¨¢tica y pluripartidista tras ocupar el pa¨ªs al final de la II Guerra Mundial.
Fue Naoto Kan, de 56 a?os y l¨ªder del Partido Democr¨¢tico de Jap¨®n (PDJ), quien decidi¨® apoyarse en un manifiesto de ideas y planes concretos, incluido un calendario de su puesta en pr¨¢ctica, como m¨¦todo para hacer frente a la arrolladora personalidad de Koizumi, el primer ministro m¨¢s popular de los ¨²ltimos 30 a?os.
Koizumi, un intruso entre los grandes dinosaurios del conservador Partido Liberal Democr¨¢tico (PLD) a pesar de que su padre y abuelo fueron ministros y diputados, ha optado tambi¨¦n por hacer una campa?a con promesas concretas dirigidas a los distintos grupos demogr¨¢ficos, desde las amas de casa a los agricultores, pasando por obreros y funcionarios. La agricultura apenas cuenta con un 5% del PIB japon¨¦s, pero las bases del PLD proceden del campesinado y siguen teniendo un importante peso en el partido a la hora de votar.
Seg¨²n la encuesta realizada durante el pasado fin de semana por el diario Yomiuri entre 225.000 eventuales votantes por todo el pa¨ªs, el PLD obtendr¨ªa en estas elecciones 252 esca?os, con los que se garantizar¨ªa la mayor¨ªa absoluta (la C¨¢mara baja tiene 480 esca?os) que Koizumi busca para poder acometer las reformas estructurales que pretende, incluida la del art¨ªculo 9? de la Constituci¨®n, por el que Jap¨®n renuncia a la guerra y con ello a tener un Ej¨¦rcito regular como cualquier otro pa¨ªs.
La reforma de la Constituci¨®n de 1947 cuenta con apoyo entre las generaciones que no sufrieron el trauma de las bombas nucleares de Estados Unidos y la consecuente derrota japonesa. Los m¨¢s ancianos no quieren volver a o¨ªr hablar de ej¨¦rcitos, ni de guerras, y se oponen radicalmente a cualquier modificaci¨®n de la Carta Magna.
Esta pretensi¨®n de Koizumi es interpretada por algunos como un nuevo sometimiento de Jap¨®n a los deseos de Estados Unidos. Tomie Wada, de 70 a?os y ama de casa, asegura que votar¨¢ al Naoto Kan porque Koizumi "no tiene criterio propio y s¨®lo hace lo que Bush le ordena".
El presidente George W. Bush ha dicho abiertamente a "su amigo" Koizumi que ha llegado el momento de que Tokio no s¨®lo participe con dinero en la defensa com¨²n de los intereses de Occidente, sino tambi¨¦n de forma pr¨¢ctica con tropas de apoyo. Jap¨®n cuenta con 240.000 hombres bien entrenados y pertrechados pertenecientes a las llamadas Fuerzas de Defensa.
Ante la presi¨®n de EE UU, el Gobierno decidi¨® enviar 1.000 soldados a Irak, lo que dividi¨® el pasado verano a la sociedad y al Parlamento japoneses. La campa?a electoral y la inseguridad reinante en Irak han retrasado el env¨ªo de los efectivos nipones, cuyo primer contingente de algo m¨¢s de un centenar de hombres debe llegar al sur de Irak "a finales de a?o", seg¨²n dijo ayer a este peri¨®dico el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores japon¨¦s, Hatsuhisa Takashima.
Pero, aunque la pol¨ªtica hacia Irak calde¨® los ¨¢nimos de los parlamentarios al principio del verano, de cara a las elecciones del domingo son las cuestiones econ¨®micas las que acaloran el debate. Ahora que comienza a verse la luz al final del t¨²nel tras 12 a?os de estancamiento y deflaci¨®n, las pensiones, el paro y las privatizaciones son las claves de la campa?a.
Koizumi se comprometi¨® a privatizar la Corporaci¨®n de Carreteras de Jap¨®n, un aut¨¦ntico pozo sin fondo que alimenta toda una serie de intereses de la vieja clase pol¨ªtica, y Correos, que cuenta con el mayor fondo nacional de dep¨®sitos y seguros, por el que el Gobierno inyecta liquidez al sistema y que el PLD maneja desde su creaci¨®n como si fuese propio.
En estos dos a?os y medio no ha hecho nada, pero sigue firme en su voluntad de acabar con estos dos importantes focos de corrupci¨®n, pese a que supone declarar la guerra a la vieja guardia del PLD y a sus pr¨¢cticas pol¨ªticas.
Por ello, Koizumi, que lleg¨® al poder despu¨¦s de que una serie de torpezas obligaran a Yoshiro Mori a dimitir tras apenas un a?o de gobierno, considera estas elecciones como un plebiscito sobre su pol¨ªtica.
"Convertir en transparentes esos dos agujeros negros no s¨®lo ser¨ªa una revoluci¨®n econ¨®mica, sino tambi¨¦n pol¨ªtica", aseguran fuentes diplom¨¢ticas europeas que no ocultan su escepticismo. "La llegada de Koizumi fue un rayo de esperanza para un pa¨ªs sumido en una profunda crisis, pero 30 meses sin que echasen a andar las reformas que deb¨ªan alumbrar el nuevo Jap¨®n acabaron con el entusiasmo", a?aden.
Sin embargo, no son pocos los que creen en este encantador de serpientes, que acaba de sacar de las filas del PLD a dos de sus dinosaurios y ex primeros ministros. Quienes siguen confiando en Koizumi est¨¢n convencidos de que, si obtiene una victoria sonora en las urnas, aupar¨¢ definitivamente a Jap¨®n al tren del cambio.
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