Votar en el campo es m¨¢s rentable
La inexistencia de una ley electoral en Catalu?a permite que el voto de las zonas rurales, donde arrasa el nacionalismo, tenga m¨¢s fuerza
Converg¨¨ncia i Uni¨® (CiU) gobierna desde hace 23 a?os en Catalu?a, pero s¨®lo gana en las elecciones auton¨®micas. En todas las dem¨¢s -municipales, generales, europeas- es ampliamente superada por los socialistas, que no obstante siguen sin alcanzar el principal objetivo que el Partit dels Socialistes (PSC) se marc¨® en su fundaci¨®n: gobernar la Generalitat.
Son algunas de las paradojas del peculiar comportamiento de los electores en Catalu?a, donde compiten m¨¢s partidos que en la mayor¨ªa de las comunidades de Espa?a y existen hasta un mill¨®n de votantes que modifican su comportamiento en funci¨®n de los comicios. La mayor paradoja es que Catalu?a sigue sin ley electoral y por s¨¦ptima vez celebrar¨¢ los comicios a partir de una disposici¨®n transitoria del estatuto que asigna el n¨²mero de esca?os por circunscripciones en funci¨®n de la poblaci¨®n que hab¨ªa el a?o 1976. No es un asunto balad¨ª: el reparto beneficia a los feudos de CiU -Girona y Lleida- y en 1999 Maragall gan¨® en votos, pero obtuvo menos diputados que los nacionalistas.
En Barcelona un diputado necesit¨® 47.500 votos en 1999; en Lleida, 20.800, y en Girona, 26.000
CiU ha ganado siempre en las auton¨®micas, pero ha perdido en el resto de las elecciones
- El terremoto de 1999. Los ¨²ltimos comicios fueron un aut¨¦ntico terremoto electoral en Catalu?a precisamente porque por vez primera en la historia el PSC super¨® a Converg¨¨ncia en n¨²mero de votos, aunque para conseguirlo acudi¨® en coalici¨®n con Iniciativa per Catalunya en tres de las cuatro circunscripciones. Hasta entonces -y con la ¨²nica excepci¨®n de 1980- CiU se mov¨ªa holgadamente por encima del 40% y sacaba entre 16 y 20 puntos de ventaja a los socialistas.
- Dos mapas. Las elecciones de 1999 dividieron Catalu?a en dos, aunque ello no se refleja en el mapa oficial, dividido en 41 comarcas. CiU gan¨® en 35 comarcas y el PSC s¨®lo en seis, pero el peso demogr¨¢fico de estas ¨²ltimas -concentradas b¨¢sicamente en el entorno de Barcelona- es m¨¢s importante que la suma de todas las dem¨¢s (v¨¦ase el gr¨¢fico adjunto). El voto en Barcelona vale menos que en el resto de las circunscripciones como consecuencia de la falta de ley electoral. En 1999, cada diputado de la provincia de Barcelona necesit¨® 47.500 votos para ser elegido, cuando en Lleida cada esca?o cost¨® s¨®lo 20.800 votos y en Girona 26.000.
- El voto nacionalista. Las elecciones auton¨®micas son siempre los comicios en que los partidos nacionalistas, CiU y Esquerra Republicana (ERC), obtienen sus mejores resultados, especialmente en la Catalu?a interior. El voto nacionalista -la suma de ambos partidos- se ha situado en torno al 50% del total, cuando en las generales -las de mayor participaci¨®n- se mueve s¨®lo un poco por encima del 30%.
Ambos partidos se han comportado a menudo como vasos comunicantes -lo que gana uno lo pierde el otro-, de forma que globalmente el voto nacionalista se ha mantenido estable. Este fen¨®meno, no obstante, no se aprecia con claridad en las elecciones auton¨®micas porque son los comicios en que CiU es capaz de reunir -hasta ahora en torno a Jordi Pujol- a m¨¢s sensibilidades distintas.
Desde 1984, tras el estallido de Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico (UCD), Pujol supo arrastrar hacia sus siglas un voto prestado conservador y no nacionalista que ahora el Partido Popular, de la mano de Josep Piqu¨¦, le disputa en mejores condiciones aprovechando la retirada del patriarca nacionalista de la contienda.
- Abstenci¨®n selectiva. Uno de los fen¨®menos m¨¢s significativos del comportamiento electoral de los catalanes es la llamada abstenci¨®n diferencial. No se trata s¨®lo -como en el resto de Espa?a- de que la abstenci¨®n en las auton¨®micas es superior a la que se registra en las generales, sino que ¨¦sta se expresa de forma muy selectiva: en las generales, la participaci¨®n es muy homog¨¦nea en el territorio, pero en las auton¨®micas la abstenci¨®n crece en los feudos del PSC (las ¨¢reas donde se concentran los ciudadanos originarios de otras zonas de Espa?a) y en cambio se reduce en los de CiU (la Catalu?a del interior).
En el cintur¨®n rojo de Barcelona la participaci¨®n en las auton¨®micas siempre est¨¢ por debajo de la media y en las zonas rurales por encima, como se observa en el gr¨¢fico: en el Baix Llobregat y el Vall¨¨s Occidental, dos de las comarcas industriales en las que el PSC obtiene sus mejores resultados, se ha producido una abstenci¨®n que en alguna ocasi¨®n ha llegado a situarse hasta 18 puntos por encima de la registrada, por ejemplo, en Osona, uno de los baluartes de CiU.
Movilizar a estos electores que votan a los socialistas en las generales -y en menor medida al PP- pero que se abstienen en las auton¨®micas se ha convertido en una de las prioridades del PSC. El fen¨®meno es evidente, pero las recetas lo son menos: las elecciones de 1999 desmintieron la hip¨®tesis de que para motivar a estos electores el PSC deber¨ªa presentar a un candidato de perfil distinto del de catal¨¢n de toda la vida como los que ha presentado hasta ahora -Joan Revent¨®s, Raimon Obiols, Joaquim Nadal y Pasqual Maragall-. En cifras absolutas, Maragall obtuvo en 1999 m¨¢s votos en Cornell¨¤ de Llobregat que el propio Jos¨¦ Montilla en las municipales celebradas el mismo a?o y m¨¢s sufragios en Santa Coloma que la misma Manuela de Madre. El PSC ha optado ahora por ofrecer un t¨¢ndem electoral formado por Maragall y De Madre, nacida en Huelva, que se sit¨²a como n¨²mero dos.
- Voto rural y urbano. La divisi¨®n entre el mundo rural y el urbano -que fractur¨® Catalu?a en el pasado entre carlistas y liberales- se mantiene hoy a partir del antagonismo entre convergentes y socialistas. Las cifras de los comicios de 1999 son rotundas: en los peque?os municipios CiU se impone con una mayor¨ªa aplastante, su ventaja se va reduciendo a medida que aumenta la poblaci¨®n y en las localidades medias -a partir de 10.000 habitantes- ya se imponen los socialistas, de forma que en las grandes ciudades la proporci¨®n entre unos y otros se invierte casi matem¨¢ticamente. La ciudad de Barcelona es un mundo aparte, aunque hace cuatro a?os el PSC ya super¨® a CiU tambi¨¦n en las auton¨®micas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.