Matrix 3 y el test de Turing
EL APOCALIPSIS FINAL: el ¨¦pico enfrentamiento entre humanos y m¨¢quinas ha llegado a Zi¨®n, ¨²ltimo basti¨®n de la humanidad. Miriadas de abnegados luchadores por la libertad hacen frente a una incesante invasi¨®n de centinelas (criaturas biomec¨¢nicas cuyo dise?o recuerda a un cefal¨®podo posmoderno). Pero lejos del coraz¨®n de la Tierra y de Zi¨®n, un inesperado elemento desestabilizador, el programa conocido como agente Smith ha escapado del control de las m¨¢quinas y amenaza con aniquilar no s¨®lo todo conato de resistencia humana, sino tambi¨¦n la esencia de Matrix. El duelo final entre Neo y Smith est¨¢ servido... Se trata de The Matrix Revolutions (2003), culminaci¨®n de la trilog¨ªa de los hermanos Wachowski.
Desde el desarrollo de los primeros aut¨®matas (Jacques de Vaucason, siglo XVIII) a las pesadillas mec¨¢nicas concebidas por la ficci¨®n, la necesidad de distinguir a los humanos de sus m¨¢s avanzadas creaciones mec¨¢nicas ha ido in crescendo. No en vano, la rebeli¨®n de las m¨¢quinas, incansablemente revisitada en el cine (v¨¦ase la saga de Terminator o Blade Runner), ha constituido no s¨®lo un referente en el g¨¦nero de la ciencia ficci¨®n, sino que se ha erigido tambi¨¦n en estandarte de aquellos que contemplan la tecnolog¨ªa como una seria amenaza para la humanidad.
Para combatir a androides cada vez m¨¢s indistinguibles de los humanos, los ingenieros cibern¨¦ticos han desarrollado tests capaces de asignar cada oveja a su redil, como el test de empat¨ªa Voigt-Kampff, usado por los blade runners en su lucha contra los replicantes Nexus.
M¨¦todos que no ocultan un miedo atroz ante la idea de que seres mec¨¢nicos puedan llegar a imitar perfectamente a los humanos (o lo que es peor: suplantarnos). Mucho antes que Philip K. Dick plasmara dichos temores en la novela que dar¨ªa pie a Blade Runner, un matem¨¢tico y experto en criptograf¨ªa, el brit¨¢nico Alan Turing, propon¨ªa un test para distinguir humanos y m¨¢quinas (la novela Criptonomic¨®n (1999), de Neal Stephenson, rinde un particular homenaje a la figura de Turing y al apasionante mundo de la criptograf¨ªa).
El denominado test de Turing consiste en una especie de juego de imitaci¨®n: un humano y una m¨¢quina son encerrados en sendas habitaciones separadas, invisibles a los ojos del examinador. Su funci¨®n es formular preguntas cuyas respuestas llegan a trav¨¦s de una pantalla de ordenador. El objetivo del test es averiguar, v¨ªa an¨¢lisis de las respuestas, la posible identidad, humana o mec¨¢nica, de los jugadores.
Turing lleg¨® a insinuar que hacia el a?o 2000 las computadoras alcanzar¨ªan una tasa de ¨¦xito del 30% al enfrentarse al test (esto es, ser¨ªan identificadas como humanas). Algo que, para bien o para mal, dista a?os luz de la realidad.
En la ficci¨®n, sofisticados sistemas como Matrix y sus agentes Smith parecen haberlo conseguido hace d¨¦cadas... Legiones de humanos conectados a la Red creen a pies juntillas que el mundo que habitan (y los seres que lo pueblan) es real, sin atisbo alguno de duda. En cambio, Matrix hace o¨ªdos sordos a las no menos populares leyes de la rob¨®tica, enunciadas desde la ficci¨®n por el maestro Isaac Asimov (en especial, en lo concerniente a no da?ar a los humanos).
En Matrix Revolutions se otorga un mayor protagonismo que en las anteriores entregas a la figura del agente Smith, incidiendo (abusando, acaso) en ese cl¨ªmax de acrobacias sin l¨ªmite, en sus enfrentamientos con Neo, el elegido. Esta vez, los pu?etazos a c¨¢mara lenta transcurren bajo una verdadera cortina de agua, con gotas de tonos plateados que dibujan verdaderas estalactitas en su imparable ca¨ªda sobre un fondo verdoso, que recuerda las pantallas de ordenador con c¨®digo Matrix.
?Sue?o on¨ªrico o anticipo de un futuro no muy lejano? Dif¨ªcil de decir, pese a lo improbable del argumento... Por lo menos, y no es poco, el universo Matrix apuesta denodadamente por un futuro posracial, donde humanos de color y de todas las razas conviven en armon¨ªa en defensa de la libertad. L¨¢stima que, una vez m¨¢s, el elegido sea un blanco...
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