Intruso en palacio
El palacio de Buckingham, sede oficial de la Reina de Inglaterra, es un coladero. Que un periodista del Daily Mirror, Ryan Parry, sea contratado con un curr¨ªculum falso y deambule libremente durante dos meses por los pasillos, incluidas las habitaciones en las que iba a hospedarse George Bush, o prepare desayunos a Isabel II, pone de relieve tres grandes cuestiones: un grave y preocupante fallo de seguridad, unos comportamientos period¨ªsticos muy discutibles y el derecho a la intimidad de la familia real.
No hay gran hombre para su sirviente, pero cuando ¨¦ste es un periodista encubierto, la imagen llega a toda la poblaci¨®n. Para evitar que Parry siguiera difundiendo indiscreciones, Buckingham anunci¨® ayer una querella contra el diario, que ha paralizado la serie de reportajes, y contra el periodista, en este ¨²ltimo caso por "incumplimiento de contrato", pues el falso criado firm¨® una cl¨¢usula de confidencialidad que no ha respetado. Recientemente se descubri¨® a un redactor de la BBC que, sin revelar su oficio, hab¨ªa realizado, a cargo del erario p¨²blico, un curso de formaci¨®n en la polic¨ªa de Manchester para investigar alusiones sobre racismo institucional de estas fuerzas. Hay una diferencia entre un caso y otro. La quiebra de la legalidad en aras del derecho a la informaci¨®n s¨®lo estar¨ªa justificada en caso de revelaciones de aut¨¦ntico inter¨¦s p¨²blico.
Lo que buscaba Parry era s¨®lo sacar a la luz la intimidad de unas personas, por muy reales y p¨²blicas que sean, por su dimensi¨®n esc¨¢ndalosa, aunque tambi¨¦n ha puesto en evidencia algo que tiene mayor inter¨¦s p¨²blico, como es la precaria seguridad que rodea a la familia real brit¨¢nica.Y esto es precisamente lo m¨¢s grave, porque adem¨¢s no es nuevo: e
n 1982 otro intruso, Michael Fagan, se introdujo en el dormitorio de la Reina y convers¨® con ella m¨¢s de media hora. En este sentido, Inglaterra debe estar agradecido a Parry por haber puesto de relieve tama?o fallo. En una ¨¦poca de evidentes peligros terroristas, lo que m¨¢s preocupa del enga?o del periodista es que, tal como ha escrito, pudo "envenenar a Bush", y que puede ser emulado por otros con suma facilidad, pero con prop¨®sitos no sensacionalistas, sino criminales.
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