El ¨²ltimo acto del Pacto
La pasada madrugada se consum¨® la muerte, de facto, del Pacto de Estabilidad, que ha venido enmarcando las pol¨ªticas presupuestarias de los pa¨ªses miembros de la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria. La muerte de iure del Pacto, de producirse, resulta en gran medida irrelevante desde una perspectiva econ¨®mica. Los beneficios econ¨®micos de reglas de estabilidad fiscal, como el Pacto de Estabilidad, no se derivan tanto de que el d¨¦ficit p¨²blico de un pa¨ªs en un a?o concreto se situ¨¦ por encima o por debajo del x%, sino fundamentalmente de establecer un marco institucional cre¨ªble que asegure una conducci¨®n rigurosa de la pol¨ªtica presupuestaria a medio plazo. La percepci¨®n por parte de los agentes econ¨®micos de que esto va a ser as¨ª genera, por s¨ª misma, efectos positivos claramente tangibles. En este sentido, de nada sirve mantener formalmente reglas si resulta evidente ante todo el mundo que ¨¦stas no van a cumplirse.
En realidad, el principio del fin del Pacto de Estabilidad fue incluso anterior al inicio de su aplicaci¨®n en 1999. Durante los ¨²ltimos a?os noventa, en un periodo de relativa bonanza econ¨®mica, las pol¨ªticas presupuestarias aplicadas por algunos pa¨ªses europeos, singularmente Alemania y Francia, no conten¨ªan el esfuerzo fiscal necesario para que, llegado un momento de debilidad c¨ªclica como el actual, los d¨¦ficit p¨²blicos se pudieran mantener por debajo del 3% del PIB.
La actitud del Gobierno alem¨¢n, que concibi¨® e impuls¨® el Pacto, resulta particularmente irresponsable. Una vez que Alemania empez¨® a mostrar s¨ªntomas de falta de compromiso con el Pacto, era simplemente una cuesti¨®n de tiempo el que otros pa¨ªses, y especialmente Francia, que lo asumi¨® a rega?adientes, siguieran pol¨ªticas fiscales manifiestamente incoherentes con las metas fiscales acordadas. Si la responsabilidad pol¨ªtica de Alemania es grande, Francia merece una sanci¨®n mayor desde un punto de vista econ¨®mico. Ha disfrutado durante estos a?os de una pol¨ªtica monetaria m¨¢s laxa y ha experimentado perturbaciones econ¨®micas menos adversas que Alemania que le deber¨ªan haber permitido mejores resultados en las cuentas p¨²blicas.
Los mensajes negativos que se derivan de la decisi¨®n adoptada ayer por el Ecofin son numerosos. Genera una situaci¨®n de vac¨ªo al dejar de hecho la uni¨®n monetaria sin reglas de estabilidad fiscal, tan importantes para la estabilidad econ¨®mica en un ¨¢rea monetaria. Suscita serias dudas sobre el proceso de toma de decisiones en las instituciones europeas. Divide peligrosamente a pa¨ªses grandes y peque?os, y lo que es m¨¢s importante, a pa¨ªses cumplidores e incumplidores. Y puede limitar el margen de maniobra del BCE en la gesti¨®n de la pol¨ªtica monetaria del ¨¢rea del euro.
S¨®lo cabe esperar que los gobiernos y la Comisi¨®n Europea lleguen a un acuerdo lo antes posible para restaurar un marco institucional que otorgue estabilidad y rigor a las pol¨ªticas presupuestarias de los pa¨ªses de la Uni¨®n Europea. Al hacerlo, es importante que asuman las lecciones que pueden extraerse del mal funcionamiento y colapso del sistema vigente. Del mismo modo que me parece evidente que una uni¨®n monetaria no puede funcionar sin mecanismos de coordinaci¨®n y estabilizaci¨®n de las pol¨ªticas fiscales nacionales, resulta claro que el sistema actual resulta demasiado r¨ªgido. Por ejemplo, el Pacto ignora el nivel de endeudamiento de los Estados, que desde una perspectiva de medio plazo es la variable fiscal m¨¢s relevante, ni tiene en cuenta el nivel y composici¨®n del gasto p¨²blico. Igualmente, deber¨ªan existir mecanismos adecuados para evaluar el cumplimiento de los objetivos fiscales en el conjunto de un ciclo econ¨®mico. Las deficiencias del Pacto no deben servir, sin embargo, para exculpar a los incumplidores. Los pactos est¨¢n para ser cumplidos mientras est¨¢n vigentes, y si no funcionan bien, deben cambiarse.
es economista jefe del BBVA.
Jos¨¦ Luis Escriv¨¢
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