14.000 veh¨ªculos, atrapados cada ma?ana en el atasco de la A-6
Cada ma?ana, miles de ciudadanos se desplazan a sus puestos de trabajo en la capital desde los municipios de la corona metropolitana. Las seis carreteras radiales que desembocan en la ciudad se convierten en una enorme ratonera en la que muchos trabajadores quedan atrapados. S¨®lo en la autov¨ªa de A Coru?a, la A-6, un promedio de 14.000 automovilistas deben poner a prueba sus nervios a diario: cada uno de ellos pierde 20 minutos al volante de su coche, lo que equivale a una jornada laboral de 650 trabajadores. EL PA?S inicia, con esta carretera, una radiograf¨ªa de las seis v¨ªas de acceso a Madrid. Un equipo de redactores ha experimentado este calvario y ha acompa?ado a dos personas que lo sufren.
Los atascos m¨¢s importantes en la entrada a Madrid por la carretera de A Coru?a (A-6) se forman cada d¨ªa en cuatro puntos de la autov¨ªa: son los kil¨®metros 19, 17, 11 y 8. El kil¨®metro 19 coincide con la entrada al bus-VAO, un carril destinado a autobuses y veh¨ªculos con m¨¢s de un ocupante. En ese lugar, los atascos se traducen en colas de unos dos kil¨®metros que circulan a una velocidad media de 29,3 kil¨®metros por hora. Los m¨¢s afectados en este punto conflictivo son los vecinos procedentes de los municipios serranos m¨¢s alejados de Madrid.
El siguiente embudo no tarda mucho en llegar. A la altura del kil¨®metro 17, los conductores vuelven a quedarse parados, debido al estrechamiento de la autov¨ªa a su paso por la localidad de Las Rozas y a una curva pronunciada. En este punto, el Ayuntamiento roce?o reivindica desde hace tiempo el soterramiento de la calzada para reducir el impacto del intenso tr¨¢fico rodado sobre el vecindario.
El tercer desaceler¨®n llega en el kil¨®metro 11. Las retenciones se producen en este punto por la disminuci¨®n de velocidad en la que incurren muchos automovilistas para poder desviarse hacia la M-40. Por ese mismo carril se incorporan quienes proceden de la elitista urbanizaci¨®n de El Plant¨ªo y de Majadahonda.
Al aproximarse a la capital, el tr¨¢fico se ralentiza cada vez m¨¢s hasta llegar al punto m¨¢s lento de todo este tramo de la autov¨ªa: el kil¨®metro 8 (el final de la cuesta de las Perdices en sentido de entrada), donde se unen a los tres carriles de la calzada principal los veh¨ªculos privados, que deben abandonar aqu¨ª el bus-VAO. Un kil¨®metro m¨¢s adelante, al cruzar el r¨ªo Manzanares, la circulaci¨®n se vuelve infernal: la velocidad media apenas supera los 13 kil¨®metros por hora, debido a que miles de automovilistas se apartan de la A-6 para incorporarse a la M-30.
El mayor tap¨®n se da en el ¨²ltimo tramo de esta carretera -a la entrada en Madrid por Moncloa- y suele registrarse entre las 7.45 y las 9.15. Durante estos 90 minutos, al menos 14.000 conductores quedan atrapados y pierden un promedio de 20 minutos de su tiempo cada uno. En total, 4.666 horas, lo que supone una jornada laboral completa de una empresa formada por unos 650 trabajadores.
Seg¨²n los datos de la Direcci¨®n General de Tr¨¢fico, unos 100.000 veh¨ªculos se mueven a diario por la zona de Moncloa. Esta cifra asciende a 177.000 si se tienen en cuenta los autom¨®viles que entran y salen a la A-6 desde la M-30. Acceder a la ciudad a las siete de la ma?ana es posible a una velocidad media de 87 kil¨®metros por hora, mientras que en hora punta cae en picado hasta los 37 kil¨®metros por hora.
Este calvario es el que sufren todos los d¨ªas Salom¨®n Nidam, de 28 a?os, y Antonio Cabrerizo, de 36. Salom¨®n sale de Majadahonda a las 8.15 para entrar una hora y cuarto m¨¢s tarde en su trabajo en un canal de televisi¨®n. Pese a que sabe que va a encontrarse atascos y problemas de aparcamiento, insiste en coger el coche. Entra en la carretera de A Coru?a y ya se topa con los primeros problemas. Los indicadores luminosos anuncian tr¨¢fico lento en los tres pr¨®ximos kil¨®metros.
En el carril bus-VAO est¨¢ prohibida la entrada de coches con un s¨®lo ocupante. Aun as¨ª, Salom¨®n ve a muchos conductores que infringen esta medida, y ¨¦l mismo lo ha hecho a veces, aunque s¨®lo en casos de apuro "extremo". Hasta el acceso a la M-40 tambi¨¦n encuentra tr¨¢fico lento. Logra culminar el trayecto hasta su trabajo a las 9.15.
Antonio Cabrerizo es empresario madrile?o y tarda una media de 45 minutos en llegar a su empleo cuando considera que la carretera "no anda mal". Cabrerizo se queja de que el ritmo de edificaci¨®n de las viviendas en el extrarradio es mucho m¨¢s fren¨¦tico que el que siguen las inversiones en infraestructura. Reconoce que, cuando tiene citas importantes, prefiere madrugar, dejar el coche en casa y montarse en el autob¨²s. As¨ª se asegura de que, salvo imprevistos, en 20 minutos estar¨¢ en Madrid.
Una de las formas de salvar todos los atascos ser¨ªa, efectivamente, dejar el veh¨ªculo en el garaje y utilizar el transporte p¨²blico. Pero los habitantes de Las Rozas que se decantan por esa opci¨®n tampoco encuentran un panorama demasiado halag¨¹e?o.
Sin contar el tiempo que esperan en las paradas, los 66.000 pasajeros que cogen el tren de cercan¨ªas en hora punta tardan una media de 30 minutos en llegar a la estaci¨®n de Pr¨ªncipe P¨ªo, pagando 1,55 euros por billete. Los 23.000 pasajeros que prefieren el autob¨²s tienen que abonar 1,60 euros y esperar 40 minutos para llegar a su destino en Moncloa. Es decir, los pasajeros del tren pasan 100 horas al a?o en el viaje de entrada a Madrid, mientras que los del autob¨²s invierten 133 horas anuales en realizar la misma operaci¨®n.
Para llegar a Moncloa, los autobuses interurbanos utilizan el bus-VAO. Esta v¨ªa r¨¢pida para veh¨ªculos ocupados por m¨¢s de una persona suele estar menos saturada que la carretera por la que circulan los dem¨¢s veh¨ªculos, y sus 13 kil¨®metros (desde la entrada en Las Rozas hasta la salida, poco antes de llegar a Moncloa) se recorren en tan s¨®lo 10 minutos. Ese es precisamente el tiempo que tardan los conductores de autob¨²s en llegar a la parada: a la salida del bus-VAO se produce un atasco de autobuses porque s¨®lo existe un carril para llegar a la terminal. "A veces es hasta m¨¢s", se?ala un conductor de la l¨ªnea 621 (Las Rozas-Madrid). "Es curioso que se haga una v¨ªa r¨¢pida para encontrarse luego un embotellamiento de autobuses. Los viajeros no se pueden bajar hasta que nosotros paremos el veh¨ªculo. Todo el tiempo que han ganado, lo vuelven a tirar por la borda".
El ambiente en las estaciones en la hora punta es mucho menos estresante que el de las carreteras. Las pantallas del Canal Metro en la terminal de autobuses de Moncloa aseguran que el actor Johnny Depp es el hombre m¨¢s atractivo del mundo, seg¨²n una encuesta. Pero a las 6.45 de la ma?ana, eso no parece interesar mucho a los viajeros que esperan la llegada de los autobuses. Todos van medio dormidos, con los auriculares puestos y la mirada perdida.
Luego, tanto si el trayecto es de entrada como de salida, reina el silencio en los autobuses y trenes que hacen el recorrido hasta las Rozas. Los pasajeros leen el peri¨®dico, escuchan las noticias en la radio o duermen dando cabezadas sobre el hombro del pasajero de al lado. Otros, simplemente no hacen nada.
Los ciudadanos que circulan en los trenes de cercan¨ªas y en los autobuses interurbanos tienen mucho en com¨²n. La mayor¨ªa de los que van hacia Las Rozas en hora punta son obreros de la construcci¨®n y mujeres inmigrantes que trabajan como empleadas de hogar en las urbanizaciones de lujo de este municipio. A la vuelta, los asientos est¨¢n ocupados por estudiantes y empleados en alguna de las oficinas de la capital.
Tras la experiencia de varios redactores de EL PA?S y dos ciudadanos que utilizan la carretera de A Coru?a a diario, la conclusi¨®n m¨¢s clara que se puede extraer es ¨¦sta: utilizar el transporte p¨²blico merece la pena. Se pierde menos tiempo.
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