Bryce Echenique pide m¨¢s humor, m¨¢s acci¨®n y m¨¢s cr¨ªtica
La Casa de Am¨¦rica acoge hasta el jueves una Semana de Autor sobre el escritor peruano
Tan gracioso como sus libros, r¨¢pido de cabeza y labia, sabio sin darse importancia, Alfredo Bryce Echenique present¨® ayer en Madrid la Semana de Autor que le dedica la Casa de Am¨¦rica, "mi hogar madrile?o, donde ya me miran con odio porque he venido 27 veces". El autor peruano, que ha hecho del humor una forma de crear, reivindic¨® la observaci¨®n profunda para desdramatizar el mundo, y pidi¨® "m¨¢s acci¨®n y m¨¢s cr¨ªtica" a esos intelectuales que pontifican "como si fueran diputados".
Bryce (Lima, 1939) ha regresado con una lucidez desmitificadora y desarmante de una gira de casi 12 meses de promoci¨®n del Premio Planeta, que gan¨® con El huerto de mi amada. "Ha sido un a?o cansador y dif¨ªcil, pero yo me met¨ª en ello. Nadie me oblig¨®. Y tambi¨¦n ha sido entra?able y vertiginoso. Nunca viv¨ª un v¨¦rtigo tal. Un d¨ªa, con mi compa?era finalista, Mar¨ªa de la Pau Janer, que es una gran profesional de la televisi¨®n, hicimos tres presentaciones, tres ruedas de prensa y tres firmas en tres ciudades distintas. Y dormimos en una cuarta, Zaragoza".
"Yo me entregu¨¦, pero no creo que me vuelva a meter en una cosa igual", a?adi¨®. "Los lectores no me tienen el menor respeto, se me acercan todos, me abruman, y ahora s¨¦ que soy el escritor m¨¢s le¨ªdo por los opositores, que deben ver en m¨ª la ¨²nica forma de re¨ªrse de algo".
"Como siempre estoy pensando en otra cosa, no estaba atento y me distra¨ªa pensando en novelas. Si no, hubiera sido muy dram¨¢tico, porque llega un momento en que uno no sabe cu¨¢ndo poner la l¨¢grima", dijo el autor de Permiso para vivir, que cont¨® que est¨¢ preparando ya dos nuevos tomos de esas memorias, aunque no van bien. "Tengo el t¨ªtulo del tercero, Arrabal de senectud, pero hay muchos recuerdos, amigos muertos que traen etapas perdidas de tu vida... La segunda parte del segundo tomo se titula Cuba a mi manera y me est¨¢ costando mucho. No s¨¦ c¨®mo escribir sobre un pa¨ªs de un modo autobiogr¨¢fico. En el cap¨ªtulo siete estoy en Venecia, nunca llego a Cuba".
La semana sobre Bryce est¨¢ protagonizada por amigos y admiradores de su obra. Empez¨® ayer tarde con una mesa redonda sobre su narrativa entre Almudena Grandes y Luis Landero. Hoy, a las 19.30, hablar¨¢n sobre su mundo novelesco Jos¨¦ Esteban y Fernando Rodr¨ªguez Lafuente; y ma?ana, a la misma hora, J. L. de la Fuente, Luis Garc¨ªa Montero y Teodosio Fern¨¢ndez charlar¨¢n sobre el humor de la cultura y la cultura del humor en Bryce, antes de cerrar los actos con una entrevista al escritor de Juan ?ngel Juaristo, autor del ensayo Para que duela menos.
"Yo creo que mi humor es para eso, para que el mundo duela menos", hab¨ªa dicho Bryce por la ma?ana. "El humor es la capacidad de observar lo m¨¢s trascendental quit¨¢ndole gravedad. Grandes ejemplos de eso son la orquesta del Titanic tocando mientras la nave se hunde, y Dylan Thomas ahog¨¢ndose en su vaso de whisky como met¨¢fora totalizante de su pasi¨®n por el trago. El humor hace la vida m¨¢s soportable, implica mucha observaci¨®n y apela a la inteligencia y a la emoci¨®n de la vida. Lo curioso es que eso es antag¨®nico con la escritura formal de una novela, pero para m¨ª, no; para m¨ª, la vida es desorden y desmesura".
Bryce habl¨® de la literatura latinoamericana ("que fue nuestra carta de soberan¨ªa en el mundo y hoy ya no tiene, por suerte, necesidad ni consciencia de serlo") y, cuando se le pregunt¨® por la torpeza de los pol¨ªticos, explic¨® que ¨¦l no es un "escritor comprometido en el sentido sartreano", aunque a veces se ve sometido a extra?as preguntas sobre econom¨ªa: "Yo soy un gran indeciso, un camusiano, una persona que duda mucho, un personaje poco interesante para los poderosos, que me toman a risa. Pero en Latinoam¨¦rica no hay pensamiento pol¨ªtico ni filos¨®fico: s¨®lo calcamos constituciones y c¨®digos civiles, y muchos escritores, s¨®lo por hablar bien y leer mucho, tienen una relaci¨®n tr¨¢gica con sus pa¨ªses. Por un lado son sospechosos y por otro tienen un gran poder de opini¨®n, parecen diputados, hablan de todo, la gente se los toma en serio y sigue y sigue ese di¨¢logo, que es absurdo y nulo per se. Me entristece que la gente caiga en eso. Para m¨ª, la relaci¨®n de un intelectual con el poder, si la hay, debe estar basada en criticar mucho y actuar en lo que se pueda, escribiendo sobre la tan despreciada cultura o yendo a hablar con muchachos a los colegios".
Babelia
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