El ¨²ltimo representante de Disney que quedaba en el grupo deja el consejo y pide que dimita el presidente
El ¨²ltimo ejecutivo con el nombre de la compa?¨ªa en su apellido ha abandonado su cargo en Disney. Roy Disney, sobrino del fundador, Walt, deja la vicepresidencia de la empresa de manera m¨¢s forzada que voluntaria, porque su edad avanzada (73 a?os) permit¨ªa a los miembros del consejo directivo imponer inmediatamente su relevo. Disney ha preferido marcharse por su propio pie, aunque su salida no ha sido suave: ha entregado una carta al presidente, Michael Eisner, en la que le pide que dimita o se jubile. La empresa ha estado sometida a vaivenes financieros en las dos ¨²ltimas d¨¦cadas.
Roy Disney entr¨® en la compa?¨ªa como ayudante de montaje en 1954, cuando su t¨ªo Walt era el coraz¨®n creativo y empresarial de la corporaci¨®n. En 1967 ya formaba parte del consejo de administraci¨®n; con el paso del tiempo, se ha convertido en el ¨²ltimo heredero de la dinast¨ªa original que todav¨ªa permanec¨ªa no s¨®lo vinculado al conglomerado empresarial, sino part¨ªcipe de la direcci¨®n en su responsabilidad ejecutiva. Su relaci¨®n con el presidente, Michael Eisner, pas¨® de ser mala a ser p¨¦sima cuando recientemente Disney trat¨® de ejecutar un golpe de mano administrativo para expulsarlo del cargo. Roy Disney sum¨® a ese esfuerzo a uno de sus asesores financieros, Stanley Gold, miembro tambi¨¦n del consejo, pero su operaci¨®n fue desmantelada por Eisner, que es uno de los ejecutivos m¨¢s odiados y admirados en la industria del entretenimiento.
Roy Disney se enfrentaba esta semana a su cese como miembro del consejo directivo por tener cumplidos 73 a?os, la edad de jubilaci¨®n obligatoria fijada -contra su criterio- en los estatutos. Lejos de aceptar de buen grado el relevo generacional, Roy Disney decidi¨® aprovechar su retirada para atacar con dureza a su enemigo empresarial, Michael Eisner, art¨ªfice del ¨²ltimo renacimiento de la compa?¨ªa, pero culpable al mismo tiempo de una de sus peores etapas.
El presidente de Disney, que pasaba el fin de semana en su lujoso apartamento de Manhattan, recibi¨® all¨ª una carta de tres p¨¢ginas firmada por Roy Disney y r¨¢pidamente distribuida por ¨¦ste a los medios de comunicaci¨®n. En el texto, Disney acusa a Eisner de no haber definido su estrategia en los ¨²ltimos siete a?os y de no haberse molestado siquiera en buscar sucesor. "Despu¨¦s de 19 a?os en el n¨²cleo de la compa?¨ªa", escribe Disney, "ya no eres quien mejor puede dirigir Walt Disney Co.". La carta concluye: "Michael, creo sinceramente que eres t¨² y no yo el que deber¨ªa marcharse. Por eso pido otra vez tu dimisi¨®n o tu jubilaci¨®n".
A Eisner se le atribuye la refundaci¨®n de la empresa a mediados de los ochenta, cuando empez¨® a ocupar los mayores cargos. La compa?¨ªa, convertida en una especie de joya del pasado, se hab¨ªa quedado anquilosada con sus dos parques y sus pel¨ªculas de resultado mediocre. Sin embargo, se le ha atragantado la cadena ABC, adquirida a mediados de los noventa.
Eisner sac¨® a la empresa de esa cuesta abajo para convertirla en lo que es hoy: un gigante corporativo due?o de cinco parques de atracciones, propietario de dos de las grandes cadenas de televisi¨®n de EE UU (la network ABC y el canal deportivo ESPN), y, por encima de todo, presente de nuevo en el reparto de poder entre las grandes productoras hollywoodienses.
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