"Quer¨ªa reconciliarme con el pasado, con la p¨¦rdida"
A principios de los a?os ochenta, el cineasta Jim Sheridan (Dubl¨ªn, febrero de 1949) emigr¨® a Estados Unidos desde Irlanda ("porque no quer¨ªa ir a Inglaterra y no sab¨ªa hablar franc¨¦s", seg¨²n afirma durante una visita que realiz¨® a Madrid esta semana) con su mujer Fran y sus hijas Naomi y Kirsten.
Dos d¨¦cadas despu¨¦s de aquella mudanza, Sheridan habla de aquellos primeros a?os al otro lado del Atl¨¢ntico, y lo hace con En Am¨¦rica, su quinto largometraje. La pel¨ªcula tambi¨¦n es un homenaje a su hermano Frankie, que muri¨® a la edad de 11 a?os.
Algunos cr¨ªticos han descrito este filme como una historia cl¨¢sica de inmigraci¨®n, mientras que otros la ven m¨¢s bien como una historia de p¨¦rdida y de reconciliaci¨®n con el pasado.
"Quiz¨¢ no tenga la bravura de otras pel¨ªculas, pero tiene m¨¢s magia"
Sheridan explica que para ¨¦l fue una manera de hablar de la muerte de Frankie despu¨¦s de tantos a?os.
"Quer¨ªa reconciliarme con el pasado, con la sensaci¨®n de p¨¦rdida", dice. "La pel¨ªcula trata tambi¨¦n de la inmigraci¨®n, ya que seguimos los pasos de los miles de irlandeses que fueron a Am¨¦rica antes que nosotros. Los americanos ven esta pel¨ªcula como una historia sobre la inmigraci¨®n. Pero lo cierto es que no trata del materialismo del sue?o americano, ya que Johnny [interpretado por Paddy Considine] cambia en su fuero interno, no en lo material".
En 1999 su hermano Peter escribi¨® un libro, 44: Dublin made me, en el que dec¨ªa creer que Jim, entonces un adolescente, ya hab¨ªa superado la muerte de Frankie. Pero parece ser que no fue as¨ª.
"Creo que la fantas¨ªa de todo aquel que pierde a un hermano o hermana es que sus dem¨¢s hermanos superen la p¨¦rdida. Pero las cosas no suceden as¨ª. Claramente, no me pas¨® eso con Frankie. Es un s¨ªndrome que he notado con muchos escritores irlandeses. Los escritores irlandeses que pierden a un hermano est¨¢n fascinados por el tema: les pas¨® a Oscar Wilde, a W. B. Yates, a James Joyce, a Sean O'Casey. Parece que les produce una necesidad especial de responder de manera creativa".
Sheridan utiliza un sistema original para expresar esa creatividad y tratar de superar el trauma que supuso la muerte de su hermano: la programaci¨®n neuroling¨¹¨ªstica. Se trata de su reto cinematogr¨¢fico m¨¢s importante y personal hasta ahora.
"Es un m¨¦todo de adaptaci¨®n psicol¨®gica con ordenadores que permite cambiar tu relaci¨®n con tu pasado al imaginar situaciones traum¨¢ticas y a?adi¨¦ndole m¨²sica emocionante. As¨ª te conviertes en el director de tu propia vida. Y, al hacer eso, surgen nuevas historias en las im¨¢genes que ves, cosas m¨¢s profundas de lo que cre¨ªas que hab¨ªas vivido", dice el director. "Te ayuda a observar la lucha desde fuera del ring, aunque hay que seguir vigilando", subraya con fuerza. Al mismo tiempo, Sheridan establece paralelismos con James Joyce.
"Joyce ten¨ªa una relaci¨®n muy extra?a con su madre. El padre fue obviamente un car¨¢cter muy fuerte, as¨ª que hab¨ªa un complejo de Edipo que coincid¨ªa con lo que yo siento. En toda la obra de Joyce, las mujeres est¨¢n enamoradas de gente muerta, ya sea Molly Bloom o quien sea. Y eso para m¨ª signific¨® un acontecimiento nacional traum¨¢tico recreado en estos personajes dram¨¢ticos que est¨¢n enamorados de los muertos. Porque, si las mujeres no reciben protecci¨®n y sus hijos se mueren, su admiraci¨®n por los hombres disminuye radicalmente".
Lo cierto es que al ver En Am¨¦rica, es dif¨ªcil saber si Samantha Morton est¨¢ interpretando a su mujer Fran o a su madre; al mismo tiempo, no se sabe muy bien si Paddy Considine est¨¢ haciendo el papel de Sheridan o el de su padre. "Al convertir a Frankie en el hijo, me convert¨ª a m¨ª mismo en el padre, y esto me dio perspectiva sobre m¨ª mismo", explica el director. "Cuando miras con tus propios ojos, no eres capaz de ver tus contradicciones, nada de lo que haces te sorprende realmente. No tenemos perspectiva, pero los personajes dram¨¢ticos son una mezcla de cuatro o cinco personas contradictorias que conoces. Y son esas contradicciones las que les hacen hablar y caminar".
"Para que el personaje fuera dram¨¢tico, yo ten¨ªa que hacerme irreal a m¨ª mismo, as¨ª que me convert¨ª en mi propio padre", contin¨²a Sheridan. "Esto me permiti¨® enfadarme conmigo mismo, y destacar las estupideces que hago, y pude darme cuenta de que estaba negando la realidad, es decir, que soy como mi padre y que muchas de las cosas que hago son cosas que ¨¦l hac¨ªa. En otras palabras, esta rabia de Edipo se resume en ?por qu¨¦ me has convertido en ti?".
En muchos sentidos, En Am¨¦rica es como una media vuelta sentimental para este director, que describe su ¨²ltima obra como "¨²nica". "Mi pie izquierdo tuvo una actuaci¨®n extraordinaria por parte de Daniel Day-Lewis, y adem¨¢s se trata de una tem¨¢tica muy poderosa. Lo mismo pas¨® con En el nombre del padre. Pero con En Am¨¦rica tenemos a dos cr¨ªos buen¨ªsimos que act¨²an con mucha inspiraci¨®n. Creo que se trata de una de las mejores interpretaciones infantiles de la historia del cine, as¨ª que en ese sentido esta pel¨ªcula es ¨²nica. Quiz¨¢ no tenga la bravura de otras pel¨ªculas, pero al mismo tiempo tiene m¨¢s magia, m¨¢s sentimiento. Es igual que yo: m¨¢s abierta, m¨¢s idiota, un poco tonta". Finalmente, Sheridan ironiza. "Creo que a partir de ahora tendr¨¦ que cambiarle el nombre a Hell's Kitchen [su productora] por algo as¨ª como Sentimientos a flor de piel".
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