Cuarteto y solo en la vida

Hay quien dice que en Madrid hay una afici¨®n conspicua y atenta que sigue con general inter¨¦s lo que de bueno se le ofrece. No s¨¦ yo, a la vista de que en los dos conciertos del Cuarteto Belcea para el Ciclo de C¨¢mara y Polifon¨ªa -que organiza la Orquesta Nacional de Espa?a- no habr¨ªa m¨¢s all¨¢ de un centenar de personas. El Belcea tiene todas las credenciales para actuar en el otro ciclo, el que s¨ª que se llena -el Liceo de C¨¢mara que se celebra en el mismo lugar-. Es un cuarteto que se ha hecho con un prestigio envidiable entre las agrupaciones m¨¢s j¨®venes, graba discos y a cualquier aficionado m¨ªnimamente puesto al d¨ªa le suena. ?Qu¨¦ sucede? Pues seguramente que el Ciclo de C¨¢mara y Polifon¨ªa ha sesteado durante demasiado tiempo, que no ha bastado con traer el a?o pasado como cuarteto invitado al formidable Petersen ni el anterior al de Leipzig, que hay que anunciarse bien, darse importancia -pues hay raz¨®n para ello- o, si no, cerrar el quiosco. Habr¨¢ que o¨ªr a estos chicos contar en Londres -donde son cuarteto residente del Wigmore Hall- su experiencia madrile?a tocando para cuatro gatos.

Como buenos profesionales, los chavales del Belcea dieron un par de excelentes conciertos, adem¨¢s con bellos programas, en los que destacaba como novedad esa preciosidad que es Arcadiana, de Thomas Ad¨¨s. Pero es que tambi¨¦n en las obras cl¨¢sicas -Opus 20 n? 2, de Haydn; Opus 18 n? 5, de Beethoven- cumplieron con creces, y su Primero de Brahms fue de un romanticismo arrebatado. Han de madurar, claro est¨¢, e ir¨¢n puliendo el sonido, equilibrando las voces. Est¨¢n en el camino. Vuelven en febrero para dar otros dos conciertos y les acompa?ar¨¢ ese maravilloso clarinetista que es Michael Collins. Ap¨²ntenlo, por favor, para que no vuelvan a estar, los pobres, m¨¢s solos que la una.