El vuelo m¨¢s turbulento de Boeing
El fabricante de aviones acomete cambios en su c¨²pula para intentar remontar una crisis que dura ya dos a?os
Boeing se ha aventurado esta semana en una reestructuraci¨®n de su c¨²pula ejecutiva para dar un golpe de tim¨®n e intentar escapar de la grave crisis en la que el fabricante de aviones lleva sumido desde hace dos a?os.
Los esc¨¢ndalos de espionaje industrial, los conflictos de intereses y las violaciones continuas del c¨®digo ¨¦tico por parte de sus directivos han manchado la gesti¨®n de su presidente ejecutivo Phil Condit, que el lunes pasado dimiti¨® presionado por la controversia.
La ¨²ltima pol¨¦mica provoc¨® que el Pent¨¢gono suspendiera el pasado martes el goloso contrato para la compra de cien de sus aviones cisterna B-767. La Air Force necesita urgentemente de esos aparatos para cubrir las necesidades de su flota de cazas en misiones de vigilancia.
El agravamiento de la crisis que vive hoy Boeing, considerada como la compa?¨ªa m¨¢s potente del mundo en la aviaci¨®n comercial, se ve perfectamente reflejada en la evoluci¨®n del valor de sus t¨ªtulos en la Bolsa de Nueva York.
A finales del pr¨®spero a?o 2000, en pleno boom de la econom¨ªa, los t¨ªtulos de Boeing se pagaban a 70 d¨®lares gracias, entre otros motivos, a la fusi¨®n en 1997 con McDonnell Douglas. Y ah¨ª aguantaron hasta la primavera de 2001.
En septiembre de ese a?o, los atentados a las Torres Gemelas y al Pent¨¢gono, utilizando aviones Boeing cargados de queroseno como si fueran misiles, acabaron con sus d¨ªas de gloria.
La crisis econ¨®mica, la ca¨ªda dr¨¢stica en el tr¨¢fico a¨¦reo y la incertidumbre provocada por las tensiones pol¨ªticas internacionales en la guerra global contra el terrorismo provocaron que las acciones de la compa?¨ªa cayeran en picado un 50% durante las semanas sucesivas, hasta colocarse en los 30 d¨®lares.
No era el ¨²nico problema al que iba a enfrentarse la compa?¨ªa. Mientras tanto, su principal rival comercial, el consorcio europeo Airbus, lograba capear la crisis con ¨¦xito y su cartera de pedidos no ha parado de crecer durante los ¨²ltimos dos a?os, mientras que los encargos a Boeing han seguido el mismo curso que sus acciones. Adem¨¢s, Airbus est¨¢ a punto de estrenar su nuevo A-380. Este avi¨®n comercial, el m¨¢s grande del mundo (555 pasajeros), entrar¨¢ en servicio en 2006 y supone una amenaza para Boeing.
Los analistas de JP Morgan explican que el problema de base es que Boeing no ha sido capaz de desarrollar durante los ¨²ltimos seis a?os una estrategia "consistente" para el mercado de los aviones civiles. Echan de menos ideas revolucionarias como el m¨ªtico B-747, que fue todo un ¨¦xito. Sus ¨²ltimos proyectos, como el Sonic Cruiser, han pasado al caj¨®n de los sue?os.
Ahora Boeing intenta seducir a sus clientes con el lanzamiento en 2008 del nuevo modelo B-7E7, un avi¨®n con capacidad para entre 200 y 300 pasajeros que entrar¨¢ en servicio en 2008. La novedad de este modelo reside en que es m¨¢s peque?o, pero cubrir¨¢ distancias de hasta 15.400 kil¨®metros utilizando entre un 15% y un 20% menos de combustible que los aparatos que ahora existen gracias a su afilada l¨ªnea y al empleo de fibras de carbono, m¨¢s ligeras que el aluminio.
Los analistas aseguran que las reformas en la c¨²pula ejecutiva de Boeing no permitir¨¢n mejorar su salud mientras existan dos visiones diferentes de la compa?¨ªa, heredadas de la fusi¨®n con McDonnell Douglas.
El futuro a medio plazo de Boeing no est¨¢ tan claro para los expertos de Citigroup. Afirman que los pedidos seguir¨¢n cayendo hasta 2005 y no esperan un repunte en la industria aeron¨¢utica hasta 2006. El mercado est¨¢, indican, en las l¨ªneas de bajo coste. Y ah¨ª es donde Airbus se lleva la palma. El mismo d¨ªa que Condit dejaba la presidencia de Boeing, el consorcio europeo ganaba un contrato para entregar 23 aviones de su modelo 300 a una filial de la aerol¨ªnea australiana Qantas, un cliente hist¨®rico del constructor estadounidense.
Los analistas de JP Morgan advierten de que mientras Boeing siga descuidando su divisi¨®n comercial, Airbus le ir¨¢ ganando la batalla. A comienzos de los a?os noventa, la divisi¨®n de defensa de Boeing representaba menos del 20% de sus ingresos. Tras la fusi¨®n con McDonnell Douglas, ese porcentaje se elev¨® hasta el 47%. Entre sus productos estrella est¨¢ el F-18, el F-15, el avi¨®n de transporte C-17 o el helic¨®ptero Apache. Adem¨¢s de las lanzaderas Delta para sat¨¦lites esp¨ªas.
Hay quien piensa que la compa?¨ªa debe dedicarse a recuperar su relaci¨®n privilegiada con el Gobierno estadounidense y potenciar su divisi¨®n de defensa.
Sobre todo a ra¨ªz de la irritaci¨®n que est¨¢ provocando en Washington los ¨²ltimos esc¨¢ndalos de espionaje y de violaci¨®n del c¨®digo ¨¦tico, que se ha traducido en la suspensi¨®n de varios contratos. La ¨²ltima, la entrega de 100 aviones cisterna para la Air Force o la cancelaci¨®n de las lanzaderas de sat¨¦lites por espionaje a Lockheed Martin, pendiente a¨²n de juicio. El malestar por la conducta entre los ejecutivos de Boeing se extiende tambi¨¦n a las empresas que le suministran componentes, ante el temor de nuevas sorpresas.
Pero la Administraci¨®n estadounidense tampoco est¨¢ dispuesta a perder una compa?¨ªa que considera estrat¨¦gica. Ahora los ojos est¨¢n puestos en ver si el nuevo presidente ejecutivo de Boeing, Harry Stonecipher, es capaz de curar todos estos males.
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