La trastienda de la Costa del Sol
El urbanismo desmesurado amenaza las se?as de identidad de la Axarqu¨ªa malague?a
Aseguran los ecologistas que ya ni siquiera es necesario colocar un cartel, a la altura de Rinc¨®n de la Victoria (M¨¢laga), advirtiendo a los viajeros de que "la Axarqu¨ªa se vende", puesto que cualquiera que se interne en esta comarca puede comprobar de qu¨¦ manera el urbanismo desmesurado est¨¢ alterando, en pocos a?os, las peculiares se?as de identidad de estas tierras.
As¨ª de rotundo se muestra Rafael Yus, presidente del Gabinete de Estudios de la Naturaleza de la Axarqu¨ªa (GENA), colectivo que libra una batalla desigual contra este tipo de desmanes, hasta el punto de que en s¨®lo cinco a?os (1998-2002) llegaron a presentar denuncias por la construcci¨®n ilegal de m¨¢s de 300 viviendas en 14 municipios. En la mayor¨ªa de los casos, lamenta Yus, la denuncia no interrumpi¨® las obras, ni tan siquiera se tradujo en una multa (que en cualquier caso suele incorporarse al precio de la vivienda). "Conocemos casas denunciadas hace cinco a?os, cuando estaban en su fase inicial de construcci¨®n, que ahora no s¨®lo est¨¢n construidas sin pagar multa alguna, sino que se han revendido".
La presi¨®n urban¨ªstica se localiza, sobre todo, en los suelos r¨²sticos, sometidos a ciertas cautelas que, en principio, impiden cualquier tipo de edificaci¨®n o evitan ¨¦sta en parcelas de peque?o tama?o. Sin embargo, y aun cuando existen normas de ¨¢mbito provincial, como el Plan Especial de Protecci¨®n del Medio F¨ªsico, y tambi¨¦n directrices de ¨¢mbito local que establecen estas limitaciones, a la hora de la verdad son muchos los ayuntamientos que relajan la disciplina en esta materia hasta consentir continuas y graves infracciones.
Agotamiento
En gran medida este proceso ha venido determinado por el agotamiento que, desde el punto de vista residencial y tur¨ªstico, manifiesta la Costa del Sol occidental, y el paulatino desprecio a los aprovechamientos agr¨ªcolas tradicionales que ocupaban gran parte de las zonas rurales de la Axarqu¨ªa. Al margen de las ilegalidades en la propia elecci¨®n de los lugares a urbanizar, tampoco existen criterios que fijen los vol¨²menes y estilos de las viviendas, de tal manera que, explica Yus, "se est¨¢ produciendo un mosaico de estilos de lo m¨¢s variopinto, que en nada favorece a la puesta en valor del paisaje de la Axarqu¨ªa".
Las viviendas que se levantan en suelo r¨²stico suelen ocupar las cumbres, cuerdas y lomas, en funci¨®n de los accesos menos complicados pero, sobre todo, buscando las mejores vistas. Como es l¨®gico, advierte Yus, "esos enclaves son los de mayor impacto visual, no s¨®lo por introducir elementos constructivos en la l¨ªnea natural del trazado orogr¨¢fico en su contacto con el cielo, sino porque son los de mayor visibilidad desde gran parte del territorio".
A estas alteraciones hay que sumar el aumento en las demandas de agua, la proliferaci¨®n de vallados met¨¢licos, la contaminaci¨®n lum¨ªnica y ac¨²stica, los vertidos incontrolados o la multiplicaci¨®n de las basuras, cuestiones cuya soluci¨®n no est¨¢n en condiciones de afrontar la mayor¨ªa de los ayuntamientos.
En un intento de frenar este proceso, la Consejer¨ªa de Obras P¨²blicas aprob¨®, en diciembre de 2001, iniciar la elaboraci¨®n de un Plan de Ordenaci¨®n del Territorio de la Axarqu¨ªa-Litoral Oriental de M¨¢laga, cuyo diagn¨®stico previo ya se conoce e insiste, precisamente, en algunas de las irregularidades que vienen siendo denunciadas por los ecologistas.
El diagn¨®stico, sin embargo, ha sido recibido con ciertos reparos por 28 de los alcaldes de la comarca, que a mediados de octubre suscribieron un documento en el que planteaban diferentes alegaciones y sugerencias. De forma muy resumida, los representantes municipales piden que "se respete el principio de autonom¨ªa local a la hora de desarrollar los planeamientos urban¨ªsticos", y que se tenga en cuenta "que no existe desarrollo sostenible sin desarrollo".
Ambos argumentos inquietan a los ecologistas. Por un lado, apelar a la autonom¨ªa local parece indicar, en este caso, el rechazo a una normativa homog¨¦nea de ¨¢mbito comarcal. "?Qu¨¦ sentido tiene un plan de ordenaci¨®n comarcal si luego cada municipio quiere mantener su propia ordenaci¨®n?", se pregunta Yus. "En aspectos comunes como la defensa del paisaje o evitar la polarizaci¨®n de las inversiones", concluye, "esto no tiene sentido".
Por otro lado, jugar con el concepto de desarrollo sostenible, algo cada vez m¨¢s frecuente cuando se trata de ordenar un aprovechamiento o regularizar una actividad, mueve a un cierto equ¨ªvoco, ya que "si lo que se pretende es desarrollar en el sentido de crecer tal y como se est¨¢ haciendo ahora, estamos hablando de desarrollo insostenible", afirma Yus.
Un pasillo natural
Parte de la extensa comarca cuya salvaguarda se reclama se encuentra ya amparada por un espacio protegido, lo que no siempre significa un freno a la especulaci¨®n y el urbanismo salvaje. Las Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama, a caballo entre las provincias de M¨¢laga y Granada, fueron declaradas parque natural hace tres a?os, con una superficie de m¨¢s de 40.000 hect¨¢reas repartidas entre una docena de municipios.
A primera vista, sorprende la similitud de estas escarpadas serran¨ªas con los macizos monta?osos del Norte, sobre todo con los Picos de Europa. Su proximidad al mar, sus importantes cotas (el pico Maroma, techo del parque, se eleva hasta los 2.068 metros) y la sucesi¨®n de agudas crestas y profundos barrancos, contribuyen a esta analog¨ªa. Territorio marginal y marginado, que algunos bautizaron como la trastienda de la Costa del Sol, se ha mantenido al margen de las rutas m¨¢s trilladas por el turismo de naturaleza.
Precisamente en su vertiente malague?a, el parque constituye la espina dorsal de la comarca de la Axarqu¨ªa, basti¨®n irreductible de la cultura mud¨¦jar que a¨²n hoy se manifiesta en la arquitectura de pueblos como Salares, Canillas del Aceituno o Frigiliana. Del lado de Granada, estas sierras son el contraste f¨ªsico de los f¨¦rtiles campos de Alhama, en los que se cultivan olivos y cereales.
El macizo, en su conjunto, enlaza las sierras malague?as con la vecina Sierra Nevada, actuando como pieza imprescindible en el eje que forman las monta?as b¨¦ticas. Un pasillo natural, escasamente alterado, del que se sirven algunas especies, como la ardilla com¨²n, que en poco m¨¢s de dos a?os coloniz¨® estas serran¨ªas de un extremo a otro.
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