Conformismo
Lo escribi¨® Hannah Arendt y es dif¨ªcil explicarlo mejor: "La sociedad es ese reino peculiar, h¨ªbrido entre lo pol¨ªtico y lo privado, en que desde el principio de la modernidad la gente pasa la mayor parte de su vida. Pues cada vez que abandonamos las cuatro paredes protectoras de nuestro domicilio privado y cruzamos el umbral de la vida p¨²blica, no aparecemos en el reino de la pol¨ªtica y de la igualdad sino en la esfera de la sociedad". La reflexi¨®n tiene casi medio siglo y se produjo a prop¨®sito de la situaci¨®n en Estados Unidos a finales de la d¨¦cada de los cincuenta, sobre la que a?adi¨®: "El conformismo social tiene la tendencia a absolutizarse y convertirse en un sustitutivo de la homogeneidad nacional". Preocupada por los problemas centrales que plantea la organizaci¨®n pol¨ªtica de las sociedades de masas, Arendt hizo observaciones que el discurrir de la historia no ha hecho m¨¢s que confirmar. Ella intuy¨® muy bien c¨®mo la esfera p¨²blica se achata y se empobrece bajo la doble presi¨®n del ego¨ªsmo de lo privado y de las simplificaciones del poder. Desde ese enfoque puede entenderse lo que ocurre hoy. Si el ministro portavoz del Gobierno, Eduardo Zaplana, arremete contra el tripartito catalanista y de izquierdas que encabezar¨¢ Pasqual Maragall, hasta el extremo de situarlo en la "inconstitucionalidad", su correligionario aunque poco amigo Francisco Camps, presidente de la Generalitat valenciana, apela a que la lealtad constitucional es la ¨²nica garant¨ªa de "estabilidad". Ambas afirmaciones son igualmente falsas, pero encajan con la fuerza de una v¨¢lvula de presi¨®n. Hay que ejercer mucha pedagog¨ªa y desplegar mucha tenacidad para sostener, como el dirigente socialista Joan Ignasi Pla, que la Espa?a plural, con reformas constitucionales incluidas, es "la ¨²nica Espa?a integradora que mira al futuro". La complejidad de lo social, con sus sutilezas y su diversidad, es la primera v¨ªctima de esa pol¨ªtica ventajista que, en un mecanismo calcado al de la telebasura, concede la opci¨®n para protagonizar el pr¨®ximo programa a quien dice la barbaridad m¨¢s grande o se muestra m¨¢s histri¨®n. Los freaks de T¨®mbola y los pol¨ªticos del PP buscan su fuerza en la pasividad de las masas al¨¦rgicas a pensar. Hay patriotismos irredentos y patriotismos de la conformidad.
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