'Nosaltres' y los otros
Jo tamb¨¦ soc catal¨¢. En la intimitat. En realidad, casi todos los que me he encontrado en mis salidas madrile?as de esta semana son catalanes. Los catalanes nacemos donde nos da la gana. Mi padre era de Re¨²s, y yo tampoco. Mill¨¢s tambi¨¦n se me confes¨® catal¨¢n la noche en que escuchamos la invitaci¨®n a la lectura del premiado por la Fundaci¨®n S¨¢nchez Ruip¨¦rez, Gustavo Mart¨ªn Garzo, que tambi¨¦n parec¨ªa sentirse un angelical catal¨¢n de Valladolid. Est¨¢bamos bondadosos y en el hotel de los catalanes en Madrid, el Palace. Con Esther Tusquets y su hija Milena recordamos los felices tiempos que vivieron los de la gauche divine, catalana por supuesto. Era una noche para recordar esa profec¨ªa del querido y, demasiado olvidado, pensador catal¨¢n Franc¨¦s Pujols, al que tanto admir¨® Salvador Dal¨ª. El gran pintor ampurdan¨¦s - rescatado en fechas cercanas a su centenario como escritor por un excelente editor, Malcon Barral, un digno nieto de Carlos- recuerda en sus geniales diarios las profec¨ªas de Pujols: "Los que vengan despu¨¦s de nosotros ver¨¢n a los reyes de toda la Tierra postrarse ante Catalu?a... Por ser catalanes, ah¨ª donde vayan les pagar¨¢n todos los gastos. Habr¨¢ tantos catalanes que la gente ya no podr¨¢ alojarles en sus casas, y les pagar¨¢n una habitaci¨®n de hotel, el mejor regalo que se le puede hacer a un catal¨¢n cuando viaja... Al fin y al cabo, si uno lo piensa bien, merecer¨¢ m¨¢s la pena ser catal¨¢n que millonario".
Nos fuimos al Cock. Estaba lleno de catalanes; seguimos con el cava, gratis por supuesto. La cuadra de Herralde celebraba su premio de novela a Alan Pauls, que creo que es un catal¨¢n argentino. La noche avanzaba catalaniz¨¢ndonos. Mart¨ªnez de Pis¨®n, un barcelon¨¦s de Zaragoza, hablaba apasionadamente de los avances en su novela sobre una vida ejemplar, la de Robles, un profesor espa?ol que vivi¨® en Nueva York, traductor y amigo de Dos Passos, y asesinado en tiempos de guerra por los mismos que cometieron la infamia contra uno de los catalanes m¨¢s interesantes del pasado siglo, Andreu Nin. Muchos estamos deseando leer esa novela sobre un espa?ol de la izquierda no estalinista. La del di¨¢logo contra la fe. Que vuelvan los ilustrados
De vez en cuando las noches fuera de casa salen bien. Todav¨ªa perviven unos pocos bares razonables, donde es posible hablar, incluso mirar. Por ejemplo, mirar c¨®mo beben los hijos de los Reyes. Como los dem¨¢s. Ni menos, aunque a veces m¨¢s. La otra noche all¨ª beb¨ªa y hablaba el hijo de Sime¨®n de Bulgaria. No es el ¨²nico aficionado a ese bar de tantos refugios, de tantos secretos. Muchas noches del Cock suman entre el pr¨ªncipe Felipe y sus hermanas. Eran los a?os de solter¨ªa. Ahora, nuestro Pr¨ªncipe comprometido, enamorado, debe pasar las noches leyendo. Ve menos tele. Ahora toca hablar de literatura, Larra, Valle Incl¨¢n, Kapuscinsky, en fin, noches sin luces de bohemia. No todas. Hace unas noches, siguiendo con este af¨¢n de lecturas republicanas, pensaban el Pr¨ªncipe y su novia, en compa?¨ªa de amigos, haber cenado con el poeta del Ripiado de palacio, Joaqu¨ªn Sabina. No pudo ser, Sabina dio espantada al estilo currista. ?P¨¢nico esc¨¦nico?, ?o no atreverse al recitado en directo de esos ripios que sigue corrigiendo? Ciertamente hace falta parar, templar y mandar para recitar, en casa real, eso que el poeta cantor escribi¨® dedicado a la futura: "Tu Ad¨¢n sin ser divorciado / tuvo una Eva en su pasado, / y t¨², un Ulises de Joyce... Hablemos de usted a t¨², / dile que la sangre azul / cuando sangra es bermellona; / que se mezcle con la gente, que no sea tan indolente, al peso de su corona... Que los ramitos de flores / que exhibas sean tricolores / como la nostalgia m¨ªa. / Bajo el tul y ante el altar / que desemboca en la mar, / no olvides a las pateras / ni el pueblo de donde vienes, / recuerda que lo que tienes / es verdura de las eras".
Principesco es tambi¨¦n saber callar, saber escuchar. Debemos aprender la lecci¨®n, hacer un cursillo. La noche catalana del Cock nos iniciamos; lleg¨® Imanol Arias, con s¨ªndrome de haber tenido que estar callado m¨¢s de treinta minutos en la presentaci¨®n de una biograf¨ªa sobre su vida, milagros y supervivencias de este leon¨¦s que se hizo vasco, y le hicieron callar unos instantes sus presentadores, Mercedes Mil¨¢, Gerardo Vera y Jaime Ch¨¢varri. Dice Imanol que ya aprendi¨® de su padre, al que imita en su papel de Alc¨¢ntara, a callar demasiado tiempo en los tiempos de silencio.
Excelente fue la semana para cantar castellano en la intimidad. En compa?¨ªa de muchos estuvimos recuperando las canciones de Aute. Mejor que nunca el cantautor que lleg¨® de Filipinas a Madrid, gracias, o por culpa, de un inolvidable catal¨¢n, Jaime Gil de Biedma. S¨ª fue el poeta, que todav¨ªa no estaba seriamente enfermo, el que por mandato familiar se encarg¨® de rescindir contratos de su empresa tabaquera, y uno de los expulsados de aquel para¨ªso fue el padre de Aute. En la noche de Aute estaban casi todos, como en una comuni¨®n de progres de anta?o, como si tuvi¨¦ramos nostalgia de los tiempos de Els setze juges. Tambi¨¦n cantaba el juez Garz¨®n. Est¨¢ claro que los tiempos y las m¨²sicas del juez han cambiado, a mejor. Todav¨ªa recuerdo la noche que conoc¨ª a Garz¨®n: Madrid, plaza de las Ventas y en un concierto de Julio Iglesias. All¨ª estaba el juez en el camerino del meloso universal y pidiendo un aut¨®grafo. Yo tambi¨¦n pequ¨¦, aunque en compa?¨ªa de Juan Cueto y Feliciano Fidalgo. Nadie nos vio, pero parec¨ªamos menos de la nova canc¨® que Cristina Alberdi.
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