Un avance espectacular
POCAS VECES SE habr¨¢ visto mayor desproporci¨®n entre n¨²mero de votos y capital pol¨ªtico como el obtenido por Esquerra Republicana en sus tratos con los dos partidos mayoritarios. Que con el 16% se alcance la presidencia del Parlamento, la jefatura del Gobierno y un buen pu?ado de consejer¨ªas significa, para Esquerra, un avance realmente espectacular, superior al conseguido en las urnas. Y, sin embargo, no es ins¨®lito que un peque?o partido, cuando dos grandes no se ponen de acuerdo, acabe por llevarse la parte del le¨®n de la pieza en disputa.
Para lograrlo, tiene que jugar sus cartas con mano maestra. Y esto es lo que han demostrado los dirigentes de Esquerra: no dudaron en marear a CiU durante una semana, hasta tenerla a su merced. El indisimulado coraje que luego les ha entrado a unos se?ores, por lo dem¨¢s circunspectos, es buena muestra del chasco que se han llevado. Por supuesto, a Esquerra no le interesaba un pacto con CiU, de cuyos caladeros ya habr¨¢ pescado quiz¨¢ todos los votos posibles. Lo que Esquerra pretend¨ªa con aquel amago de frente nacionalista era ir ablandando, si falta hac¨ªa, las defensas del PSC hasta situarlo en posici¨®n de igualdad: hay ocasiones en que tanto vale medio como un mill¨®n entero de votos.
?sta ha sido una de ellas. Carod sabe por experiencia que la naci¨®n no es un dato gen¨¦tico, ni ling¨¹¨ªstico, ni ¨¦tnico. Que la naci¨®n es una construcci¨®n de la voluntad: es catal¨¢n quien quiere serlo o, por decirlo con las palabras de la "Constituci¨® de l'Estat Lliure de Catalunya", son catalanas todas las personas que asumen "la voluntad de ser reconocidas como una comunidad entre los pueblos libres del mundo". Los sentimientos de pertenencia se siembran, se cultivan y luego se van podando seg¨²n sople el viento. Por eso, Carod afirma como la cosa m¨¢s natural del mundo que su estrategia se dirige a incorporar a m¨¢s gente a la catalanidad.
?Qu¨¦ gente? Pues de izquierda, claro est¨¢; pero de una izquierda que no haya sentido vibrar la fibra catalanista, o que si la ha sentido, no se ha dejado seducir todav¨ªa por su melodioso son; por decirlo brevemente: los votantes de izquierda que se quedan en casa cuando se trata de elecciones auton¨®micas. La doble insistencia de Carod en que ¨¦l no es nacionalista y en que cualquiera puede ser catalanista tiene un destinatario obvio: los j¨®venes que se miran en su persona como en un espejo, hijo de un funcionario p¨²blico aragon¨¦s que llega a jefe de Gobierno de la naci¨®n catalana. Las nuevas generaciones de los viejos inmigrantes, que no se han socializado pol¨ªticamente en el PSC y que ni siquiera han o¨ªdo hablar del PSUC, pueden encontrar cobijo en los brazos abiertos de este aut¨¦ntico self-made catalan que tanto ha subido en la escala del poder. No hay que ser catal¨¢n por los cuatro costados; basta con uno o dos, y hasta con ninguno, para llegar alto.
Este mensaje, con Maragall reci¨¦n salido de la melancol¨ªa que produce ganar sin haber vencido y obligado a conquistar la euforia reforzando su lado catalanista, puede reportar a Esquerra excelentes r¨¦ditos a no muy largo plazo. De momento, hasta las legislativas, con seguir mostrando ingenio, capacidad de respuesta r¨¢pida y talante constitucional, Carod consolidar¨¢ su capital, reserv¨¢ndose para el futuro la libertad de tocar simult¨¢nea o sucesivamente las diversas notas de un teclado de lujo: Rep¨²blica frente a Monarqu¨ªa, naci¨®n catalana frente a Estado espa?ol, izquierda frente a derecha, honestidad frente a corrupci¨®n. Todo mezclado, en diferentes proporciones seg¨²n la ocasi¨®n y los invitados, da para ensayar un tipo de pol¨ªtica in¨¦dito en estos 25 a?os: una especie de populismo nacional de izquierda, muy en la tradici¨®n de su partido, n¨²cleo fuerte y central durante la Rep¨²blica de la ahora recordada Catalunya populista.
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